Un consejo: antes de continuar leyendo, toma papel y boli. En las próximas líneas te adentrarás en el fantástico mundo del tapeo madrileño. Que Madrid es tierra de tapas no es secreto para nadie, ni tampoco se ignora la extraordinaria afluencia de cocinas nacionales y extranjeras que acoge, herencia de su tradición centenaria como tierra de inmigrantes. Entendida la tapa como “aquel tentempié que se sirve gratis junto a la bebida”, la memoria colectiva nos sugiere su aparición alrededor del siglo XIII, cuando el rey Alfonso X “El Sabio” decreta que, a fin de evitar la embriaguez de los parroquianos, toda consumición alcohólica sea servida con una pequeña ración de alimento. Desde entonces, eso de ir de bar en bar saciando el apetito con pequeños bocados se ha convertido en “deporte nacional”, y Madrid en uno de sus principales terrenos de juego. Chueca y Malasaña, La Latina, Lavapiés, Chamberí o Sol son sólo algunas de las mejores zonas para practicar.
- De tapas por Chueca y Malasaña
- De tapas por la Latina y Lavapiés
- De tapas por Chamberí
- De tapas por Sol y Plaza Mayor
De tapas por Chueca y Malasaña
Los barrios de Chueca y Malasaña —oficialmente barrios de Justicia y Universidad, respectivamente—, a pesar de sus mil diferencias, van de la mano a la hora de las tapas. En los últimos años, estas zonas situadas al norte de la Gran Vía han tomado por bandera la fusión de lo castizo y lo moderno, dando como resultado un panorama pintoresco donde todo cabe. Esto se aplica también a su cocina, y por eso en la actualidad tabernas míticas de las de toda la vida conviven con gastrobares de última tendencia en la misma calle.
Ahí van unos breves apuntes: Madrid Madriz (C/ Fuencarral, 85), en el corazón de Malasaña, nos seduce con sus huevos rotos con jamón, su secreto ibérico o su pandereta de patatas con salsas. La cercana Bodega la Ardosa (C/ Colón, 13), igualmente castiza, nos ofrece el tradicional vermut de grifo junto con tapas marineras, como las anchoas del cantábrico o las rabas de calamar rebozadas. La Corredera Baja de San Pablo, una de las principales vías de Malasaña, esconde delicias como las croquetas de calabaza del Maricastaña (nº 12), o las papas arrugás del Circo de las Tapas (nº 21). Dirigiéndonos al este, hacia los dominios de Chueca, otros bares comienzan a aparecer. Es el caso de La Revoltosa (Plaza del Rey, 4), una taberna moderna cuyas tapas tradicionales como la tortilla de patata con salmorejo se conjugan bien con surtidas cervezas de elaboración artesanal. El Stop Madrid (C/ Hortaleza, 11), abierto desde 1929, es otro rincón excepcional para el vermut de grifo y las anchoas en tosta. O El cisne azul (C/ Gravina, 19), un paraíso para los amantes de las setas, las cuales son preparadas en multitud de estilos. Por último, El Tigre (C/ Infantas, 30) o La Blanca Paloma (C/ del Espíritu Santo, 21), con ambiente juvenil y tapas generosas, son las mejores opciones para aquellos bolsillos ajustados.
De tapas por la Latina y Lavapiés
Otro binomio interesante, situado en este caso al sur de la Gran Vía, es el formado por los barrios de La Latina y Lavapiés —oficialmente Palacio y Embajadores, respectivamente—. Expuestos a una mayor multiculturalidad que las anteriores, en estas zonas la cocina fusión abunda en cada esquina. En el caso de Lavapiés, el epicentro de sus tapas lo encontramos en la calle Argumosa, apodada por sus vecinos como paseo marítimo por la profusión de sombrillas desplegadas en sus aceras. Algunos lugares como La Playa de Lavapiés (nº 9), con una magnífica selección de tapas asturianas; el Bar Automático (nº 17), con sus salmorejos de calidad; o El Pedal (nº 33), con sus cervezas de elaboración propia, son excusas perfectas para adentrarse en esta calle. Y no muy lejos, aún en Lavapiés, Donde da la vuelta el viento (Mesón de Paredes, 81) nos desvela, a través de sus ibéricos y su revuelto de morcilla, los orígenes extremeños de sus fundadores.
Hacia el oeste, calles importantes de La Latina como la Cava Baja, Toledo, Calatrava o Humilladero también ofrecen interesantes puntos donde pararse a tapear cerveza en ristre. El ejemplo paradigmático de tasca madrileña lo encontramos en Casa Lucio (C/ Cava Baja, 35), con uno los mejores huevos rotos de la villa. Asimismo, la cocina del norte se puede degustar en el Txirimiri (C/ Humilladero, 6), con suculentos pintxos que van desde sus jugosas croquetas hasta sus fajitas de carpaccio de buey. Por su parte, el Muñiz (C/ Calatrava, 33) siempre sirve con la bebida oreja en salsa o tortilla de patatas; y Los Caracoles (C/ Toledo, 106) no escatima a la hora de servir su “marmita” de moluscos con guindilla, chorizo y laurel.
De tapas por Chamberí
En cuestión de tapas, hablar del barrio de Chamberí es hablar de la calle Ponzano, una de las mecas recientes de este arte culinario en miniatura. El Fide (nº 8) es un buen comienzo, por reunir, en un ambiente de los de toda la vida, tapas clásicas como la ensaladilla rusa o los boquerones con cerveza bien tirada y vinos selectos. En la misma línea, la taberna Furtivos (nº 52) ofrece indistintamente especialidades a base de marisco y platos apetitosos como las croquetas de lacón con grelos. Representando nuevos conceptos, la Sala de Despiece (nº 11) nos ofrece, en un entorno inspirado en la típica carnicería tradicional, un tapeo moderno apoyado en cocinas regionales de toda España. Por poner un ejemplo, ricas navajas de Galicia se intercalan en la carta con atún rojo de Murcia, o melaza de dátiles de Fuerteventura. Y para despedirnos de Chamberí, ¿qué tal una morcilla de Beasáin en la vermutería Arima (nº 51) ?, ¿o unas croquetas de boletus en Casa Camu (C/ General Álvarez de Castro, 20)?
A corta distancia de Chamberí se encuentra el restaurante Mutis. En tus manos está tapear en una taberna o bien hacerlo con un estilo más refinado en este restaurante situado en el Barceló Emperatriz, donde se percibe, a pesar de tener entrada desde la calle, el glamour de sus cinco estrellas. En su carta de tapas encontrarás desde unas patatas bravas, a salmorejo, taquitos de atún o croquetas de jamón ibérico.
De tapas por Sol y Plaza Mayor
La Puerta del Sol es, además del punto más céntrico de la ciudad, otra de las zonas por excelencia para tapear. En sus alrededores se encuentra, por ejemplo, el Askua Barra (C/ Arlabán, 7), una taberna que prepara magníficos tartares de vaca en formato de canapé, perfectos para ser degustados con una cañita o un vino en la barra. Las Bravas (Callejón Álvarez Gato, 3), por su parte, ofrece unas exquisitas patatas mojadas en salsa brava, cuya elaboración corresponde a una receta que sólo ellos conocen. Y Casa Labra (C/ Tetúan, 12), adornada con espejos desde 1860, continúa cocinando sus famosas pavías, unos sabrosos buñuelos de bacalao que maridan muy bien con cerveza, vino o vermut.
Por su parte, la vecina Plaza Mayor ofrece, además de un tradicionalísimo bocadillo de calamares con vistas al Madrid más bullicioso, otra tanda de bares de tapas que visitar. El Sainete (C/ Segovia, 8) es uno de ellos. Con 150 cervezas de botella y 22 grifos disponibles, los tacos de rabo de toro son su plato estrella. La tradicional Taberna La Daniela (C/ Cuchilleros, 9), es otro de esos puntos calientes para la degustación del mítico cocido de tres vuelcos: sopa, verdura y legumbre, y carnes; y el Daniel Sorlut nos abre la puerta al cercano Mercado de San Miguel. Especializado en ostras procedentes de Normandía, el sabor de estas se potencia con una copa de vino blanco. El Cerveriz, también situado en el mencionado mercado, es uno de esos bares que aún continúa dando tapa gratis con la bebida.
Y después de tapear, te aconsejamos dirigirte al bar Garra, situado en la planta baja del Barceló Torre de Madrid, en plena Plaza de España, donde sirven los mejores cócteles de esta zona de Madrid. Además, te va a encantar su decoración y sus sesiones de música en directo.