Marrakech, Fez, Rabat y Meknès, las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, ofrecen al visitante sus laberínticas medinas, reconocidas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, para perderse en ellas caminando. La cultura árabe, con sus palacios, medersas y mezquitas, se respira en cada recodo. Son también un paraíso para las compras, pues sus animados zocos son perfectos para sucumbir a todo tipo de tentaciones materiales.

En definitiva, son ciudades exóticas y llenas de vida que ofrecen al visitante un sinfín de sensaciones: colores, olores, gustos, sonidos y texturas que, cada una con sus peculiaridades, las hacen especiales.

Las ciudades imperiales de Marruecos, antiguos centros religiosos, culturales y políticos, son de obligada visita en tu recorrido por el país. ¿Quieres conocerlas en detalle? ¡Te ayudamos!

  1. Rabat
  2. Marrakech
  3. Fez
  4. Meknès
  5. Qué podrás ver en la ruta
  6. Cómo moverse por Marruecos

Rabat, la capital de Marruecos

De las cuatro ciudades imperiales, Rabat es la capital y el centro de la vida institucional de Marruecos. Situada entre Fez y Marrakech y muy cerca de Casablanca, merece la pena detenerse al menos un día para recorrer las calles de la medina y visitar alguno de sus monumentos más emblemáticos.

Podríamos comenzar el recorrido por la Kasbah de los Oudayas, una ciudadela que alberga una de las zonas más bonitas y características de Rabat. Una alcazaba, estrechas callejuelas, fachadas de color blanco y azul klein, jardines de herencia francesa y andalusí y la concurrida playa de Rabat son algunas de las cosas que podremos encontrar en este barrio, que nos llevará recorrer con calma de dos a tres horas.

A tan solo 10 minutos a pie desde los Jardines Andalusíes de la Kasbah, llegamos a la medina de Rabat. Déjate llevar por sus intrincadas calles hasta llegar a la zona más comercial, el zoco. Sin duda, el lugar perfecto para comprar, previo regateo, algún recuerdo típico como chilabas, babuchas, alfombras o lámparas.

Continúa el recorrido para conocer otros de sus monumentos más famosos: la Torre Hassan, las ruinas de una antigua mezquita de la que se conserva este minarete que recuerda a la Giralda de Sevilla (no en vano el arquitecto es el mismo), y el Mausoleo del rey Mohammed V.

Rabat
Rabat

Marrakech, la ciudad más popular y visitada

Protegida por la cordillera del Atlas, mucho más al sur que el resto de ciudades imperiales, en cualquier recorrido por Marruecos no puede faltar Marrakech.

Necesitarás al menos dos o tres días para hacerte una idea completa de la ciudad, considerada el centro cultural de Marruecos, y disponer de tiempo para relajarte visitando alguno de sus numerosos baños o hammam.

Tomando la medina como punto de partida, dado que lo más común es alojarse en alguno de sus numerosos riads, déjate llevar por la inercia de sus callejuelas mientras vas descubriendo edificios únicos, como la Medersa Ben Youssef, la más grande de Marruecos. Y así, hasta llegar a la animada zona del zoco, donde encontrarás casi cualquier cosa que busques, pero tendrás que ser ágil en el arte del regateo.

Pronto llegarás a la Plaza Jemaa el Fna, sin duda uno de los lugares más animados de la ciudad tanto de día como de noche. Ya sea mañana, tarde o noche, te recomendamos que subas a la azotea de uno de los cafés y restaurantes que la circundan para degustar un té moruno y disfrutar del espectáculo. A lo lejos, el minarete de la Mezquita Koutoubia, de estilo hispanomusulmán, domina el skyline de la ciudad.

Tras visitar la medina, merece la pena alejarse un poco para descubrir otros de los imprescindibles de Marrakech, como los palacios de El Badi y Bahía, o espacios al aire libre: el Palmeral, los Jardines de Menara, o los exóticos Jardines Majorelle, propiedad de Yves Saint Laurent, y uno de los rincones más evocadores de la ciudad.

Tengas mucho o poco tiempo para visitarla, de Marrakech te marcharás queriendo regresar.

Marrakech
Marrakech

Fez: medieval, religiosa y tradicional

Hay mucho que ver y hacer en Fez. Lo ideal es prolongar la visita uno o dos días para disfrutar de todo lo que esta ciudad medieval puede ofrecerte y cuya Medina Fez-el-Bali también es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Traspasando la famosa Puerta Azul o Bab Boujeloud ya estamos dentro de la medina. A partir de aquí todo es caminar y disfrutar de cada nuevo descubrimiento: los zocos, las antiguas fuentes con azulejos de colores y las pintorescas plazas con sus cafés. También encontrarás algunos edificios importantes, como las madrasas (escuelas coránicas) Bou Inania y Al Attarine, el Museo Nejjarine de Arte y Artesanía o el Mausoleo de Mulay Idrís II. En todos ellos podrás admirar cada detalle arquitectónico y decorativo con esa minuciosidad tan característica del estilo islámico.

Pero si hay algo que caracteriza a Fez son sus cuatro curtidurías tradicionales, de las cuales Chouwara es la más grande. El espectáculo es único y, a pesar del fuerte olor que se respira, bien merece la pena visitar al menos una y descubrir de cerca el método tradicional de trabajo: los curtidores sumergiendo el cuero en decenas de fosas de diferentes colores para teñirlo.

Para obtener una panorámica de toda la ciudad y hacerte una idea de las dimensiones de Fez-el-Bali, te aconsejamos subir a la azotea de alguna cafetería o restaurante y disfrutar de una agradable cena con comida típica de Fez mientras el sol se esconde detrás de tejados y minaretes.

Fez
Fez

Meknès, la gran desconocida de Marruecos

A tan solo 65 kilómetros de Fez encontramos la ciudad imperial menos turística de Marruecos, la más tranquila y la más auténtica, antigua capital del país en el siglo XVII. Meknès o Mequinez es, sin duda, la ciudad que más esencia marroquí alberga.

Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la ciudad te invita a pasear por las sosegadas calles de colores pasteles y ocres de su medina. Es un placer recorrer con tranquilidad los zocos en busca de alguna ganga; en Meknès los precios son más bajos y no necesitarás regatear tanto como en otras ciudades más turísticas. Camina después hasta la Plaza El-Hedim, el lugar de reunión por excelencia, para contemplar la majestuosa puerta de Bab El-Mansour. Dedica algo de tiempo, también a contemplar cada detalle arquitectónico de dos de sus edificios más importantes: la Medersa Bou Inania y el Mausoleo Muley Ismail. Sin duda, la sorprendente Meknès es el broche de oro perfecto para un circuito por las ciudades imperiales de Marruecos.

Meknès
Meknès

Qué podrás ver en la ruta, historia, naturaleza y otros atractivos

Entre las cuatro ciudades imperiales de Marruecos se extiende un fascinante territorio lleno de bellezas paisajísticas, naturales, históricas y monumentales. Por sí solas justifican un recorrido aparte de la visita a esas localidades.

Así, entre Marrakech y Rabat se puede conocer la pintoresca localidad de Essaouira, que preserva su ambiente como puerto pesquero y su fisonomía portuguesa. También merece una parada larga la ciudad de Casablanca, probablemente la más europea (por urbanismo y costumbres) de Marruecos. En ella, aparte de la mezquita de Hasán II, es muy interesante la visita al mercado y a la medina histórica.

En la ruta entre Rabat y Meknès se puede hacer una parada en Kenitra para disfrutar de sus kilométricas playas, admirar la avifauna de las lagunas y marismas que la rodean y pasear por sus zocos. Luego bien merece desviarse unos kilómetros para conocer el que está considerado como el sitio arqueológico más importante de Marruecos. Se trata de la ciudad romana de Volúbilis, que preserva ricos mosaicos y parte de su espectacular arquitectura.

Entre Meknès y Fez tiene parada casi obligada el Parque Nacional de Ifrán, en plena cordillera del Atlas Medio, con sus bosques de coníferas habitados por macacos, la estación de esquí Michlifen y la propia localidad de Ifrán. Ésta fue elegida por las autoridades militares de la época del Protectorado francés para su tiempo de descanso y se la conoce como “la Suiza marroquí” por su fisonomía alpina.

Además, unos kilómetros de desvío en la ruta entre Meknès y Fez están justificados si es para conocer la localidad de Mulay Idrís, que es uno de los principales puntos de peregrinación en Marruecos. Aquí se venera el mausoleo de Idrís I, considerado bisnieto de Mahoma y fundador de la ciudad imperial de Fez a finales del siglo VIII.

Essaouira
Essaouira

Cómo moverse por Marruecos, por carretera y en tren

Buena parte de quienes viajan a Marruecos se suelen mover en coches alquilados con conductor. Sin duda, es la manera más cómoda para llegar hasta cualquier lugar de ese país y, pese a lo que podría pensarse, es bastante económico en comparación con los precios europeos.

También está la opción de alquilar un vehículo sin conductor. En ese caso, conviene saber que aunque en los últimos años ha mejorado mucho la red viaria marroquí con la construcción de varias vías rápidas, lo cierto es que hay muchos lugares donde las carreteras tienen un estado deficiente. Además, la conducción en Marruecos no está exenta de riesgos, por las habituales imprudencias al volante.

Desde luego, una buena opción para conocer y moverse entre las ciudades imperiales de Marruecos son las excursiones programadas por los touroperadores locales. Suelen forman parte de los paquetes turísticos contratados en origen y se suelen realizar en buses modernos, que cuentan con todo tipo de comodidades.

También está la posibilidad de moverse en tren por Marruecos. Las principales localidades del país están unidas por la red de ferrocarriles ONCF, cada vez más extensa y con mayor calidad. De hecho, hay una línea de alta velocidad entre Tánger y Casablanca, con parada en Rabat. Con este sistema se puede llegar a Marrakech, Meknès y Fez con frecuencias diarias y trayectos bastante razonables en cuanto a duración. Y, lo mejor, a unos precios sorprendentes.