La ejecución del proyecto del Metropol Parasol mantuvo en vilo a muchos sevillanos entre 2006 y 2011, aunque especialmente a los vecinos de la céntrica plaza de la Encarnación, que serían los más afectados por las obras, en primera instancia, y, más tarde, por su resultado final. Y es que esta intervención vanguardista planeada por el arquitecto alemán Jürgen Mayer, más conocida actualmente como las Setas de Sevilla o las Setas de la Encarnación, ha dado —y sigue dando— mucho que hablar por su estética rompedora. En este artículo te explicamos las razones y te ofrecemos toda la información para que disfrutes visitándolas.
Las Setas de Sevilla: el proyecto de Jürgen Mayer
Lo más habitual en ciudades con un pasado histórico tan relevante como el de la capital andaluza es encontrar vestigios relativos a sus antiguos pobladores cada vez que se acometen reformas y es necesario excavar. Esto es lo que sucedió en la plaza de la Encarnación en 1992, cuando se descubrieron restos de la antigua Hispalis, es decir, de la Sevilla romana.
Anteriormente, dicho solar había albergado un convento medieval y, más tarde, el primer mercado de abastos de la ciudad. Sin embargo, en 1973 fue demolido por una serie de problemas estructurales, lo que provocó que el solar permaneciera vallado cerca de 40 años, mientras los comerciantes ejercían su actividad en un establecimiento provisional.
Para poner fin a esta situación, el Ayuntamiento de Sevilla convocó en 2003 un concurso destinado a rediseñar la plaza. Su objetivo era que la solución ganadora respetara y enfatizara el valioso patrimonio existente en el subsuelo. El proyecto vencedor fue el de Jürgen Mayer, quien se mostró decidido a apostar por una estética que rompía claramente con el entorno y buscaba aunar estética y funcionalidad. Su propuesta, además de ganar el concurso, fue finalista en el prestigioso premio europeo de arquitectura Mies Van der Rohe, en la edición de 2013.
El arquitecto alemán concibió el Metropol Parasol de Sevilla como una monumental estructura de madera compuesta por seis parasoles que forman una retícula ondulante, y que están sustentados en voluminosas columnas de hormigón. Su extensión es de 150 metros de largo por 70 m de ancho, habiéndose empleado un total de 3.500 piezas de madera y unos 16 millones de tornillos. La obra consiguió multiplicar el espacio útil de la plaza estableciendo un total de cinco niveles, en los que se alberga: un museo arqueológico, un mercado de alimentación con 40 puestos, una plaza elevada y un mirador.
El mirador panorámico del Metropol Parasol
Si hemos de resaltar una virtud del proyecto es sin duda el haber dotado a la ciudad de un mirador realmente atípico, con una pasarela de 250 metros de longitud que permite apreciar todos los detalles del skyline de la ciudad del Guadalquivir.
Nuestra recomendación es que subáis al mirador a última hora para contemplar cómo la ciudad se va transformando mientras el sol se marcha y las luces comienzan a iluminar sus edificios más bellos, como la catedral y su Giralda o las diferentes iglesias barrocas que pueblan el centro histórico. Conviene también posar nuestra mirada sobre la cúpula de la vecina iglesia de la Anunciación, templo renacentista en el que yace Gustavo Adolfo Bécquer, y observar los puentes que cruzan el Guadalquivir.
También se trata del lugar idóneo para apreciar algunas de las intervenciones contemporáneas que, al igual que las Setas, han modificado considerablemente el paisaje urbano de la capital andaluza, como el puente del Alamillo, del valenciano Santiago Calatrava; la Torre Peggy, con su imponente altura de 180,5 metros; y los pocos edificios conservados de la Expo de Sevilla, evento que marcó un antes y un después en el devenir de la ciudad.
El Antiquarium de Sevilla
Sin embargo, para comprender mejor la Sevilla contemporánea, una ciudad que mira a la modernidad sin dejar por ello de mimar sus tradiciones, vale la pena adentrarse en el Antiquarium, es decir, en el espacio museístico situado en el subsuelo del Metropol Parasol.
Allí, a poco más de 5 metros bajo el nivel de la plaza de la Encarnación, podemos contemplar interesantes vestigios de la Sevilla romana —entre los que se incluyen tramos de calles y antiguas viviendas—, las ruinas de una factoría de salazones del siglo I y una residencia almohade construida entre los siglos XII y XIII.
El parasol de Sevilla: cuando la arquitectura contemporánea aterriza en un centro histórico
El proyecto que pretendía traer un soplo de aire fresco al centro de la capital andaluza se acabaría convirtiendo en un importante foco de polémicas, tanto por su impactante diseño como por una serie de decisiones constructivas que no resultaron fáciles de entender.
Entre ellas, destaca especialmente la elección de la madera microlaminada recubierta de poliuretano como material constructivo, pues, como sostienen muchos arquitectos locales, es bien sabido que Sevilla es una tierra en la que se producen importantes cambios de temperatura, lo que significa que la madera se ensancha y agrieta, y, por tanto, el agua acaba penetrando en ella y estropeándola. Este problema se vería incrementado por el uso de tornillos para juntar las placas de madera. Así pues, desde la inauguración se empezó a sospechar que el mantenimiento de la obra podría acabar siendo excesivamente costoso para la ciudad. Del mismo modo, hay quien critica que un edificio tan moderno no cuide la accesibilidad para personas de movilidad reducida, cuestión que podría haberse solventando instalando unas sencillas rampas de acceso.
A fin de cuentas, las propuestas arquitectónicas que afectan de manera tan rotunda al espacio público suelen ir acompañadas de un fuerte debate social, agradando a unos y provocando el enfado de otros. Por ello, lo mejor que puedes hacer es visitar el Metropol Parasol, y sacar tus propias conclusiones.