Al norte de Madrid, una valla rodea una inmensa zona boscosa que se extiende cerca de 16.000 hectáreas. No está permitido el paso. Se trata del Real Sitio del Pardo, un histórico cazadero de la monarquía española, gestionado en la actualidad por Patrimonio Nacional, donde sí es posible visitar su más escondido tesoro: el Palacio Real del Pardo.

Construido originalmente como pabellón de caza en 1405 por Enrique III, fue el emperador Carlos I quien, ya en el siglo XVI, decidió construir un palacio sobre la estructura del antiguo castillo medieval. El edificio, que sufriría diversas reformas y ampliaciones a lo largo del tiempo, se convirtió en residencia temporal de sucesivos reyes hasta que, ya en el siglo XX, el dictador Francisco Franco se instaló aquí permanentemente.

Desde 1983, el palacio se utiliza para alojar a los jefes de Estado extranjeros durante sus visitas oficiales a España.

  1. El Pardo: el palacio real más desconocido
  2. Franco, el último inquilino de El Pardo
  3. Qué verás en El Pardo
  4. La rica decoración de El Pardo
  5. Qué ver cerca del Palacio del Pardo

El Pardo: el palacio real más desconocido

El Monte del Pardo ha sido, desde la Alta Edad Media, el cazadero predilecto de los monarcas castellanos, que ya a principios del siglo XV contaban aquí con un pequeño castillo donde alojarse durante sus cacerías. Sería Luis de Vega, arquitecto del Palacio de Valsaín, quien a mediados del siglo XVI transformara bajo dictado de Carlos I aquel antiguo castillo medieval en un palacio renacentista que, sin embargo, heredaría la estructura de su antecesor. Eso explica que el palacio actual conserve torres en los ángulos y esté rodeado por un foso. Las obras se terminarían bajo Felipe II, quien decoró el palacio al modo italiano con frescos y retratos de estilo renacentista tardío. En 1604, sin embargo, casi todo se perdería en un espantoso incendio en el que sí se salvaría la célebre Venus de El Pardo, de Tiziano, que hoy puede contemplarse en el Louvre de París. “Si ese cuadro se salvó, lo demás no importa”, cuentan que dijo Felipe III, quien encargó la reconstrucción al arquitecto Francisco de Mora y redecoró el palacio manteniendo el estilo que había dictado su padre.

 

 

La decoración de El Pardo sufriría un gran cambio con la llegada de los Borbones, que comenzaron a utilizar el palacio como residencia de invierno y lo acondicionaron a tal fin. A Felipe V, que lo visitó por primera vez en 1701, le pareció un lugar anticuado y poco acogedor, así que reformó su interior por completo y se deshizo de la antigua decoración para cubrir las paredes con tapices de la Real Fábrica de Tapices. En 1772, Carlos III, quien pasaba tres meses al año en El Pardo, encontró pequeño el palacio para acoger a la corte real, por lo que ordenó su ampliación a Francesco Sabatini. El arquitecto del Palacio Real de Madrid decidió duplicarlo, añadiendo un nuevo cuerpo idéntico al original y homogeneizando el exterior en un estilo barroco afrancesado. El Patio de los Austrias del viejo palacio halló así su reflejo en otro, en la parte nueva, conocido como Patio de los Borbones. Del siglo XVIII data también la valla que, desde entonces, rodea y protege los bosques del Pardo, lo que probablemente ha convertido al palacio en el más desconocido e inaccesible para el gran público.

Ya en el siglo XIX, Fernando VII sería el último rey que habitaría regularmente el palacio, que volvió a redecorar con nuevos tapices y mobiliario de estilo Imperio. También sería muy aficionado a El Pardo Alfonso XII, quien vino ocasionalmente buscado tranquilidad hasta que, en 1885, se instaló definitivamente para buscar una mejoría de su tuberculosis. Aquí, sin embargo, moriría ese mismo año.

Palacio de El Pardo
Entrada al Palacio de El Pardo

Franco, el último inquilino de El Pardo

Terminada la Guerra Civil en 1936, el militar golpista Francisco Franco, autoproclamado Jefe del Estado, ordena habilitar el palacio para convertirlo en su residencia, donde permanecería hasta su muerte en 1975. El edificio se convertiría en el centro del poder en España, pues aquí celebraba el dictador los consejos de ministros y recibía autoridades. No dudó en hacer y deshacer a su antojo: convertiría el Comedor de Carlos III en su despacho oficial y la capilla mortuoria de Alfonso XII en capilla familiar, por ejemplo. En la visita pueden verse algunos objetos personales como su escritorio, cama o su antigua televisión, la primera que hubo en España.

Con la transición democrática, el Palacio del Pardo se abrió para visitas al público y es utilizado ocasionalmente como residencia de jefes de Estado extranjeros.

Jardines del Palacio del Pardo
Jardines del Palacio del Pardo

Qué verás en El Pardo: principales estancias de la visita al palacio

Durante nuestro recorrido por el Palacio del Pardo, podremos ver salas históricas que han estado habitadas por reyes desde hace siglos. En la parte más antigua, en torno al Patio de los Austrias, encontramos los aposentos del Rey y de la Reina. El primero fue ocupado por los monarcas españoles desde tiempos de Felipe III, a finales del siglo XVI, hasta la reina Isabel II. Alrededor del Patio Central pasaremos por el Comedor Real, el mismo que Franco convirtió en su despacho oficial, y el Teatro de Palacio, del siglo XVIII, que el dictador transformaría en sala de cine.

En torno al más moderno Patio de los Borbones se hallan habitaciones históricas como el Aposento del príncipe de Asturias, que solía ocupar Alfonso XII y Franco convertiría en vivienda privada, y el Aposento de la princesa de Asturias, actual suite destinada a los mandatarios extranjeros en sus visitas.

 

 

La rica decoración de El Pardo: frescos, tapices y mobiliario de época

Cuando recorramos el palacio, debemos tener en cuenta que la decoración que vemos es lo que ha quedado de las sucesivas renovaciones que ha sufrido el edificio a lo largo de la historia. Los frescos, por ejemplo, son supervivientes de los diferentes estilos que se han ido superponiendo con el paso del tiempo. Así, apenas quedó nada de la importante colección de pinturas anterior al incendio de 1604, salvo el fresco Historia de Perseo, pintado por Gaspar Becerra. De época de Felipe III se han preservado en los aposentos reales algunos con escenas religiosasHistoria de Ester, de Jerónimo de Cabrera-, históricasLa Toma de Granada, de Francisco López- o de cazaCacería con Aurora, de Luis de Carvajal-. Ya en el siglo XVIII, el pintor Francisco Bayeu elaboró frescos barrocos como el célebre La Monarquía española rodeada por las artes y con los vicios a sus pies, ubicado en el Comedor del Rey. De la última gran redecoración, la de Fernando VII en el siglo XIX, también podemos ver en sus aposentos varios frescos de tema alegórico.

Los otros grandes protagonistas son los tapices dieciochescos con los que los Borbones decoraron el palacio para protegerlo del frío invernal. Entre ellos destacan los elaborados por la Real Fábrica de Tapices a partir de cartones diseñados por artistas como Francisco Bayeu, José del Castillo y Francisco de Goya, a quien Carlos III encargó varias series de tapices.

En el mobiliario de palacio, que combina el estilo Imperio de tiempos de Fernando VII con piezas neobarrocas añadidas durante el franquismo, destacan unas grandes lámparas de araña fabricadas en bronce, de principios del siglo XIX.

 

 

Qué ver cerca del Palacio del Pardo

Una vez que se ha recorrido el Palacio del Pardo, con sus salas repletas de joyas artísticas y recuerdos históricos es muy recomendable continuar la jornada turística en el barrio de El Pardo. En este lugar, que fue considerado población hasta 1950 cuando fue anexionado a Madrid, viven unos 3.500 vecinos. A pesar de ser pequeño cuenta con algunas visitas de interés. Entre ellas, la Casita del Príncipe que es un palacete del siglo XVIII construido por Carlos IV y María Luisa de Parma, Príncipes de Asturias, para que se convirtiese en una residencia de recreo en el campo. El arquitecto encargado del proyecto fue Juan de Villanueva y se dice que esta ‘casita’ fue un buen ensayo antes de comenzar el edificio del Museo del Prado. Tiene unos 400 m2, jardines y un interior con algunos tesoros, esculturas, tapicerías, bordados, sedas francesas, etc. Se puede visitar pero sólo de forma guiada.

También de interés es el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, más conocido como de los Padres Capuchinos o como Cristo del Pardo, debido a la imagen que se venera en su interior. Fue construido a comienzos del siglo XVII, entre los reinados de Felipe III y IV. Aunque se ha reformado mucho, merece la pena entrar para ver la escultura del Santo Cristo, obra de Gregorio Hernández. Se encuentra dentro de una bonita urna acristalada, obras del orfebre Félix Granada, pagada por Francisco Franco.

Muy cerca del palacio se sitúa la iglesia Virgen del Carmen, mandada construir por el Caudillo, en cuyo interior se pueden admirar un llamativo retablo y otros elementos curiosos como el sagrario con forma de templete. Relacionado también con el mundo religioso, está el convento de las Concepcionistas, del siglo XIX, en cuya iglesia siguen dando misas. Tampoco pasa desapercibida la Casa Infantes, de gran tamaño, levantada por Carlos III para que en ella viviesen las familias de varios infantes.

La visita puede seguir en el palacio de La Quinta, a unos 3 kilómetros de El Pardo, donde se levanta un palacete adquirido por el duque de Arco Alonso Manrique en 1717. Tras su fallecimiento, la viuda lo donó a Felipe V e Isabel de Farnesio. Por este lugar también pasaron posteriormente Manuel Azaña, en los años 30; la 5ª División del Ejército de la República en tiempos de Guerra Civil (lo que le ocasionó algún que otro daño); e, incluso, en 1974 el entonces príncipe Juan Carlos celebraba audiencias aquí.

Para terminar el día al aire libre te recomendamos dar un paseo hasta el embalse de El Pardo, en el centro de esta gran zona verde. Encontrarás merenderos por si quieres llevarte un pícnic y podrás admirar parte de la flora y las aves acuáticas del lugar.