El Parque de Collserola es, Mar Mediterráneo aparte, la superficie natural más grande de Barcelona. Un espacio verde que toca cuatro distritos de la capital, pero que también se extiende por otros ocho municipios del área metropolitana de Barcelona.

En total, más de 8.000 hectáreas repletas de especies vegetales y animales, conformando una de las mejores excursiones de día, tanto para los barceloneses como para quienes los visitan. Además, dentro de esta sierra se encuentran lugares tan atractivos como la montaña del Tibidabo y su Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Aparte de miradores como el de Torre Baró o el collado de Finestrelles, desde los que se contempla toda la ciudad y su entorno casi a vista de pájaro.

Cómo es la Serra de Collserola

La Serra de Collserola es un pequeña cordillera litoral que discurre casi en paralelo al Mar Mediterráneo. Está considerada como espacio protegido desde 1987. Pero mucho antes de esta declaración, tanto los barceloneses como sus vecinos de Cerdanyola del Vallès, Esplugues de Llobregat, Molins de Rei, Montcada i Reixac, El Papiol, Sant Cugat del Vallès, Sant Feliu de Llobregat y Sant Just Desvern ya disfrutaban de los paisajes de este parque.

 

 

De hecho, lugares como los merenderos de Les Planes o el Paseo de les Aigües están de lo más frecuentado los fines de semana y, en general, con la llegada del buen tiempo. Costumbres como la que en primavera lleva a miles de barceloneses a recolectar espárragos por el parque; por no hablar de la búsqueda de setas, con las primeras lluvias del otoño.

Además, la Serra de Collserola es también un espacio residencial, con algunas colonias de viviendas que están entre las más envidiadas y cotizadas de la ciudad.

Rutas en la Serra de Collserola

Una superficie tan extensa como la de Collserola permite recorridos a pie y en bicicleta con diversos niveles de dificultad. Entre los más populares e interesantes desde el punto de vista paisajístico están:

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Collserola
  • Barcelona a tus pies: con una dificultad media y algo más de 8 kilómetros de recorrido, conecta el mirador de Torre Baró con el Tibidabo. Sin duda, permite contemplar algunas de las panorámicas más espectaculares de Barcelona, con el Mediterráneo al fondo.
  • El parque y el pantano de Vallvidrera: una ruta de dificultad media y unos 7,5 kilómetros de longitud. Tiene constantes subidas y bajadas hasta llegar al núcleo urbano de Vallvidrera. Antes se pasa por un bosque de auténtico cuento de hadas.
  • De Sant Cugat a Cerdanyola: buena parte del recorrido discurre por la ribera del Vallès. Pese a tener una longitud de algo más de 13,5 kilómetros, es una ruta de dificultad baja. Una de sus ventajas es que se puede llegar y regresar a Barcelona en tren desde las correspondientes estaciones de esas localidades.
  • El drágón misterioso: una ruta muy indicada para ir con niños de a partir de diez años. Antes de llegar a Can Ribes (masía del siglo XVII), punto de retorno de la ruta, se puede disfrutar de impresionantes vistas a los macizos de San Lorenzo y de Montserrat.
  • Los dos castillos: es uno de los recorridos de mayor dificultad en el Parque de Collserola. En total 27 kilómetros, que son los que separan las localidades de Sant Feliu de Llobregat y El Papiol, pasando por Molins del Rei.

Valores naturales del Parque de Collserola

En el espacio protegido de Collserola se pueden encontrar hasta cinco hábitats diferenciados, en función del tipo de vegetación que predomine en cada uno de ellos: encinares, pinares, bosques de ribera, ambientes acuáticos y matorral.

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Collserola

Así, entre las especies vegetales más habituales del parque están los pinos blancos, las encinas, y los robles cerrioide. En cuanto a los arbustos, predominan la genista y el torvisco. Pero es que, además, el grado de protección de este espacio natural permite que un 7% de la superficie de Collserola está dedicado a cultivos de todo tipo.

Por su parte, el rey de los animales que pueblan esta sierra es el jabalí, tan acostumbrado a los humanos que es habitual su presencia, en busca de restos de comida y basura, en los barrios más altos de Barcelona.

Bastante más tímido es el comportamiento de otros mamíferos, como jinetas, zorros, comadrejas, tejones, conejos, erizos y ratones de campo. En el campo de las aves, destaca la presencia del herrerillo capuchino, el carbonero común, el mirlo, el petirrojo, el gavilán, el azor, el cárabo común y la curruca. También se pueden avistar algunas salamandras comunes. Y en los cursos de agua del parque habita el barbo colirrojo.

Las huellas humanas en el parque

Probablemente el elemento paisajístico que más destaque en esta sierra sea la Torre de Collserola. Se trata de una construcción para telecomunicaciones levantada con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos del año 1992. Tiene una altura de 288,40 metros y fue diseñada por el arquitecto británico Norman Foster.

Pero mucho antes de esa torre, el hombre ya había dejado en el parque abundantes huellas de su presencia. Algunos de los yacimientos y construcciones más relevantes son:

  • Poblado íbero de Ca n’Oliver: está datado hacia el año 550 a. de C. Se conserva parte de los muros fortificados de sus casas y destaca por la gran diversidad de formas cerámicas tanto propias, como importadas.
  • Cueva de la Torre Negra: es un yacimiento funerario datado en el Neolítico. En él se han encontrado enterramientos individuales, osarios colectivos y vasos de tipo campaniforme.
  • Poblado de la Peña del Moro: aquí hay evidentes huellas de la ocupación de la zona por parte de los layetanos (pobladores íberos), aparte de ruinas de una fortificación medieval. Los primeros restos están datados en torno al año 550 a. de C.
  • Santa María de Valldonzella: restos de un antiguo monasterio cisterciense de monjas. Lo que quedan es parte de los muros de la iglesia románica (siglo XII).
  • Castillo del Papiol: del siglo XI, domina todo el valle del Llobregat. Fue reconstruido tras el terremoto del 1448. Se trata de un castillo privado, que ha estado habitado hasta hace muy poco por la familia propietaria.
  • Torre Baró: fue residencia de esa familia burguesa a principios del siglo XX. En la actualidad alberga un centro de información y educación ambiental.
  • Pantano de Vallvidrera: fue inaugurado en 1864. La casa del guardián del pantano es hoy el Espacio de Interpretación del Pantano de Vallvidrera, con una interesante exposición sobre los valores naturales del parque.

Observatorio Fabra: realizado por Doménech Estapà, está en una las estribaciones del Tibidabo y su misión inicial fue la observación astronómica. Es uno de los edificios más reconocibles de Barcelona.