La Universidad de Granada, inaugurada en 1531 por Carlos I y considerada como una de las históricas de España, no puede presumir, sin embargo, de ser la primera de la ciudad. Y es que mucho antes, en 1349, el entonces todopoderoso sultán nazarí Yusuf I fundó en el centro de la medina la Madraza, el primer templo del saber granadino y escuela coránica donde reputados profesores árabes enseñaron durante 150 años medicina, derecho y matemáticas, entre otras disciplinas. Todo se acabó con la conquista de Granada en 1492: tras unos años de tolerancia, el recién llegado confesor de la reina Isabel I, Gonzalo Jiménez de Cisneros, aprovechó la revuelta de los moriscos en el Albaicín para asaltar a finales de 1499 la Madraza y quemar toda su biblioteca en una hoguera pública. Se calcula que más de 5.000 libros ardieron en la cercana Plaza de Bib-Rambla bajo el argumento de que todos eran coranes. Al año siguiente los Reyes Católicos rebautizaron el edificio como Casa del Cabildo y se convirtió en la sede de Ayuntamiento, una utilidad que conservará hasta el siglo XIX. Hoy, el conocido como Palacio de la Madraza, muy remodelado a través de los siglos, ha vuelto a su fin original: es propiedad de la Universidad, y constituye la sede de la Real Academia de Bellas Artes de Granada.

  1. Los vestigios nazaríes: el Oratorio de la Madraza
  2. El Palacio de la Madraza cristiano

Los vestigios nazaríes: el Oratorio de la Madraza

En la actual calle Oficios, junto al mercado de la Alcaicería y la ya desparecida Mezquita Mayor, una bella portada de mármol dio acceso desde 1349 al interior de la Madraza, con la que el sultán Yusuf I, que fue un apasionado de las ciencias y las artes, quiso convertir a Granada en un faro de luz y saber en la oscura Edad Media.  Hoy, de aquella portada solo quedan algunos restos en el Museo Arqueológico de Granada, y la entrada, como el resto de la fachada, ha cambiado y es de estilo barroco. Dentro, sin embargo, quedan algunos vestigios de cómo fue la universidad árabe de Granada. Y la imaginación nos permite imaginar el resto.

 

 

El palacio barroco construido en el siglo XVIII sigue articulándose, como la antigua Madraza árabe, en torno a un patio central. Por las crónicas antiguas y recientes investigaciones arqueológicas, sabemos que desde este patio se accedía al piso superior, donde estaba la gran biblioteca, varias aulas y los aposentos de la residencia de estudiantes. También había un observatorio astronómico. Gracias al poeta andalusí Ibn Hazm, autor de la célebre obra El collar de la paloma, hoy sabemos lo que se estudiaba en las madrazas: «Consagran las primicias de su inteligencia a las matemáticas e inauguran su formación científica por el estudio profundo de las propiedades de los números. Pasan luego gradualmente a estudiar la posición de los astros, la forma aparente de la esfera celeste, el modo de verificar el paso del sol, de la luna y de los cinco planetas (…) todos los demás fenómenos y accidentes físicos y atmosféricos. Añaden a esto la lectura de algunos libros de los griegos en que se determinan las leyes que regulan el razonamiento discursivo», dejó escrito en el siglo XI.

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Detalles del interior de la Madraza

En el centro del patio, una fuente servía a los fieles para realizar las abluciones anteriores al rezo, al que se entregaban en el oratorio que se abría y –buenas noticias- aún se abre al fondo. Y es que el Oratorio de la Madraza de Granada es la joya del edificio, lo único que ha sobrevivido al paso del tiempo desde el reinado de Yusuf I. Un arco de herradura nos da acceso a esta sala, donde se conserva un bellísimo mihrab –un pequeño nicho en la pared, precedido por un arco, que orientaba el sentido del rezo en dirección a La Meca- y una impresionante cúpula octogonal de madera en cuyo centro se abre un tragaluz. La profusa decoración de mocárabes, yeserías y arcos árabes supone un placer visual que nos da la medida de la riqueza y complejidad decorativa de los tiempos de esplendor del reino nazarí de Granada.

El Palacio de la Madraza cristiano

Tras la conquista de Granada, los nuevos regidores cristianos de la ciudad construyeron en la segunda planta de la Madraza el llamado Salón de Caballeros XXIV, donde se reunían los ediles del Ayuntamiento y hoy puede verse una valiosa armadura mudéjar del siglo XVI. Aunque entonces se hicieron algunas reformas, el edificio no cambió radicalmente hasta el siglo XVIII, cuando entre 1722 y 1729 se levantó su actual fachada barroca, se dio al patio su configuración actual y se construyó una bella escalera monumental cubierta con una cúpula churrigueresca. Como curiosidad, en los escudos de la fachada exterior puede leerse el anagrama F Y, iniciales que se corresponden con Felipe V de Borbón y su segunda esposa Isabel de Farnesio. No es casualidad, sin embargo, que las letras también coincidan con Fernando e Isabel (Ysabel), los Reyes Católicos; y es que el rey Felipe V, el primero de la dinastía borbónica, quiso así simbolizar ante el pueblo que su familia de origen francés aceptaba y continuaba la tradición real hispánica.

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Detalles de la fachada de la Madraza.

La Madraza en el siglo XXI: vuelta a sus orígenes

Desde que pasó a manos del Estado en 1942, la Madraza ha sido sometida a varias restauraciones que han velado por la conservación de este Bien de Interés Cultural (desde 1989). En 1976, unas obras consiguieron que el Oratorio volviera a lucir muy parecido al de la época nazarí. Y durante la primera década del siglo XXI, una minuciosa restauración devolvió a la Madraza algunos de sus restos originales, que fueron colocados bajo suelos acristalados. Reabierta al pública en 2011, hoy el edificio es la sede de la Real Academia de Bellas Artes de Granada, y lugar de reunión constante para asistir a las numerosas conferencias, talleres, presentaciones de libros y exposiciones temporales organizadas por el Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. Siete siglos después, la Madraza ha recuperado la vocación original de templo del saber que proclamaba felizmente uno de los versos que la decoraron entonces: «Si en tu espíritu hace asiento el deseo del estudio y de huir de las sombras de la ignorancia, hallarás en ella el hermoso árbol del honor”.