La plaza de la Merced, un cuadrilongo de apariencia decimonónica rodeado de casas y antiguos palacios, recibe al visitante en el barrio homónimo en el que se inscribe, con un interesante y bello relato de siglos de historia a sus espaldas. Considerada una de las principales y más populares plazas de Málaga, en la actualidad acoge con frecuencia numerosos festivales, mercadillos y actos, así como toda una amalgama de bares y restaurantes en los que resulta común contemplar tapas suculentas y vinos dulces sobre las mesas de sus terrazas.

Estas, a su vez, conviven a diario con espacios de gran trayectoria histórica, como la Fundación Picasso, la cual se asienta en la casa natal del pintor malagueño, o el Monumento a Torrijos, un imponente obelisco de piedra erigido en 1842 a fin de honrar la gesta libertaria por la que este militar liberal y sus 48 compañeros murieron fusilados una madrugada de diciembre en la cercana Playa de San Andrés.

Poco a poco, y casi sin darse cuenta, uno va descifrando los secretos que esta plaza, reformada por última vez en el año 2011, esconde bajo el adoquinado. A esto ayudan otros tanto atractivos de la misma, como el Teatro Cervantes —sede actual del Festival (de cine) de Málaga—, el Mercado de la Merced —un antiquísimo mercado de barrio reconvertido en zona gourmet—, o el Palacio de Crópani —un bello edificio neoclásico datado de 1840—. Si te apetece conocer un poco más sobre la misma, sólo tienes que continuar leyendo.

 

 

La evolución histórica de la plaza

La plaza de la Merced o, mejor dicho, los terrenos sobre los que hoy se asienta, fueron testigos en su momento de la fundación de Malaka, la primera colonia fenicia de la que se tiene constancia en la zona. Poco tiempo después, y aunque no existan evidencias arqueológicas que lo confirmen, la misma servirá como emplazamiento para un supuesto gimnasio romano. Sin embargo, la caída de este imperio en el año 476 vaciará de actividad el lugar, y lo relegará a un simple espacio extramuros.

Tras la conquista musulmana de la península ibérica durante el siglo VIII, la plaza presenciará el levantamiento de la llamada Puerta de Granada, un arco en herradura incrustado en plena muralla nazarí que servirá como punto de acceso a los viajeros del reino. A propósito, será a través de esta misma puerta por donde los Reyes Católicos accedan a mediados de agosto de 1487, durante la liberación de la ciudad tras uno de los asedios más sangrientos de la reconquista cristiana. Será a partir de este momento cuando la plaza comience a acoger de manera semanal un mercado, del cual pronto heredará tanto su carácter popular, como su primer nombre —Plaza del Mercado—.

A principios del siglo XVI, la Orden de la Merced levanta aquí un convento y una iglesia, las cuales se encargan de otorgar su nombre definitivo a la plaza. Paradójicamente, hoy en día, ninguno de los dos edificios mencionados pervive. El convento fue reconvertido en cuartel militar tras la Desamortización de Mendizábal de 1836; y después, tras su demolición, su espacio fue aprovechado tanto por el actual mercado como por el Teatro Cervantes. Por su parte, la iglesia fue incendiada durante la “quema de conventos” de 1931, año de la proclamación de la II República Española.

 

 

Atractivos culturales de la plaza

En la actualidad, la plaza de la Merced alberga una colección considerable de atracciones culturales. A los más que habituales espectáculos de música en directo y representaciones teatrales que la plaza acoge a pie de calle, se suman propuestas tan emblemáticas como el Museo Casa Natal de Picasso. Ubicado al norte de la plaza, con vistas a la calle de la Merced, el que fuera en su momento hogar del pintor malagueño, hoy reabre sus puertas reconvertido en museo. Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1983, dicho centro se dedica al estudio y difusión de la obra y vida del pintor, además de exponer hasta cuatro mil cuadros de diferentes autores. A unos metros del mismo, sentado en un banco, un Picasso de bronce sirve como reclamo para los turistas que pasan por delante.

Por su parte, el Teatro Cervantes (calle Ramos Marín, 3), construido en 1870, representa uno de los espacios escénicos más antiguos de la ciudad. Con una altura de cuatro pisos, cerca de 2200 butacas, y una decoración interior que nos transporta a la Málaga del siglo XIX, este teatro ofrece una programación que es, ante todo, ecléctica. Desde sinfonías y dramas clásicos, hasta conciertos de jazz, flamenco o rock, pasando por una extensa variedad de óperas y ballets activos durante todo el año.

Por último, el otro gran atractivo de la plaza, mucho más contemporáneo que los anteriores, lo encontramos en el Cine Albéniz. En realidad, se encuentra a unos metros de la misma, junto a la ladera del monte Gibralfaro. Su importancia es doble, si consideramos, por un lado, su programación especialmente atenta al cine de autor —en versión original subtitulada—; y, por otro lado, su enlace con otras salas importantes de la zona, hoy desaparecidas, que en los años 70 supusieron la “década dorada” del cine en Málaga. Nos referimos al cine Victoria, al cine Andalucía y al cine Astoria, tres salas míticas que por aquel entonces se encontraban todos juntas encajadas en la misma plaza de la Merced, con enormes cartelones pintados colgando de sus fachadas.

 

 

Bares y restaurantes

Si el atractivo cultural es importante en la plaza de la Merced, el atractivo gastronómico no se queda atrás. Por un lado, nos encontramos con aquellos locales “de toda la vida”, sobre los que el paso del tiempo parece no hacer mella. La Cafetería Calle Bruselas —con sus tradicionales tartas y cafés—, el restaurante vegetariano Cañadú, o el rústico Restaurante El Cortijo de Pepe, resultan altamente recomendables si buscamos comer por la zona. Conviven con espacios más modernos como, por ejemplo, Café con libros: un espacio mágico y acogedor en donde poder degustar café o zumos de frutas mientras se lee un libro.

Y si buscamos una propuesta más compacta, en el vecino Mercado de la Merced podemos elegir entre una alta variedad de estilos culinarios. Dentro del mismo, puestos para tapear —nacionales e internacionales— comparten espacio con puntos tradicionales de venta al público. Puesto que está considerado como un punto de encuentro en la ciudad, su visita promete ser una apuesta segura.