Aficionados a la espeleología o no, la Cueva del Viento es uno de esos escenarios a los que cuesta resistirse. Ya sea por la adrenalina que genera el hecho de adentrarse en las profundidades de la Tierra o, sencillamente, por acercarse a uno de los caprichos de la naturaleza, lo cierto es que las cuevas de Tenerife reclaman su protagonismo. Y no es para menos. El interior de esta cavidad tinerfeña es un conjunto laberíntico de galerías que miles de años atrás fueron excavadas por la lava.
La visita a la Cueva del Viento es, por tanto, una de las mejores cosas que hacer en Tenerife. Los antiguos guanches ya conocían al detalle esta formación de la que, oficialmente, no se tuvo referencia alguna hasta el siglo XVIII. Las sucesivas incursiones de los expertos, desde la década de los 70, permitió dibujar el mapa topográfico del conjunto volcánico. La riqueza geológica descubierta fue tal que, ya en los 90, empezaron las obras de acondicionamiento necesarias para hacer visitable parte de este tubo volcánico.
La Cueva del Viento al descubierto
Con 18 kilómetros topografiados, la Cueva del Viento en Tenerife puede presumir de ser el quinto túnel volcánico más largo del mundo, sólo superado por cuatro ubicados en el archipiélago de Hawái. Su red laberíntica de pasajes subterráneos invita a pensar en ampliaciones futuras aunque, lo conocido hasta la fecha, es ya reclamo suficiente para incluirla entre las cuevas de Tenerife dignas de visitar.
Origen de la Cueva del Viento
Vulcanismo en estado puro. Eso es lo que representa la Cueva del Viento en Icod de los Vinos. El túnel volcánico, que debe su nombre a las intensas corrientes presentes en su interior, se formó hace 27.000 años. La primera fase eruptiva de Pico Viejo, el volcán tinerfeño considerado el segundo pico más alto de la isla, dio origen a este túnel volcánico que cuenta con tres niveles superpuestos, algo único en el mundo. En el interior de la Cueva del Viento, se suceden maravillas geológicas en forma de estalactitas de lava, cascadas lávicas, terrazas laterales y hasta lagos de lava, entre otras, aunque aún hay más. Su fauna subterránea ha maravillado a multitud de expertos en las últimas décadas y, a día de hoy, sigue siendo fuente de nuevos descubrimientos.
Cómo visitar la Cueva del Viento de Tenerife
Aunque hay distintas cuevas en Tenerife abiertas al público, la Cueva del Viento es una de las más recomendables. No sólo lo es porque la ruta permita conocer de cerca los encantos del propio túnel, sino porque el recorrido se disfruta antes, durante y después del paseo por el interior de la cavidad volcánica.
El particular tour por la Cueva del Viento en Icod de los Vinos comienza en el Centro de Visitantes de la propia localidad. La explicación teórica, apoyada en diferentes módulos y recursos informativos, permite al visitante sumergirse de lleno en la historia de una de las cuevas de Tenerife más populares. Cómo es el fenómeno eruptivo en general y en Canarias en particular, qué es el Pico Viejo o las singularidades propias de los volcanes son algunos de los aspectos que aborda la completa introducción.
Con la teoría aprendida, arranca el viaje. Desde el propio centro, los organizadores trasladan al visitante hasta las proximidades de la entrada de la Cueva del Viento para emprender un camino a pie de lo más interesante. Patatas, cebollas y viñas salpican el terreno fértil que dibuja el paisaje volcánico que precede a la boca de la cueva tinerfeña; una estampa que a la vuelta se torna en las ruinas de antiguas construcciones de campo propias de la riqueza etnográfica de la zona.
Adentrarse en el interior del túnel volcánico puede resultar sobrecogedor y es que, sólo la linterna de los cascos acompaña a los turistas en su visita a la Cueva del Viento de Icod de los Vinos. Eso, y las explicaciones detalladas del guía sobre el extraño relieve dibujado por la lava que compone la formación. Oscuridad, silencio y naturaleza en estado puro para conquistar al observador.
Recorrido y tramos visitables de la Cueva del Viento
Tras realizar las dos primeras partes de la visita, en el Centro de Interpretación y en el camino hasta la cueva, comienza lo más espectacular: el recorrido por la Cueva del Viento. Como la gruta no tiene iluminación artificial, la luz de los cascos será la única compañera. Los ojos se acostumbran poco a poco a las penumbras y a un mundo inesperado bajo tierra. Si el grupo camina en silencio, es una experiencia muy emocionante ir observando los distintos fenómenos geológicos en los túneles, la coloración de las paredes, las zonas rugosas petrificadas, el agua que se desliza levemente…
Aunque las galerías son muy extensas –como ya comentamos inicialmente–, sólo se pueden visitar unos 200 metros del interior de la Cueva del Viento. Eso sí, es un tramo muy provechoso. El guía explica cada fenómeno de una forma sencilla y didáctica, y también existen paneles –en español e inglés– en el interior del túnel con datos sobre geología y fauna. La duración completa de la visita, desde el Centro de Interpretación, es de unas dos horas pero dentro de los túneles se permanece 45 minutos.
Hasta ahora nos hemos centrado en el fenómeno geológico, pero es también interesante saber que en el interior viven especies cavernícolas que se han adaptado al medio y a la escasez de luz. Tras muchos estudios se han hallado 43 especies de animales entre las que hay nueve troglobias. Algunos de estos animales se han adaptado al medio: la cochinilla de humedad ha dejado de tener pigmentación, ya que es innecesaria al no recibir luz solar; la cucaracha cavernícola ha perdido el sentido de la vista y su piel es extremadamente sensible; y el escarabajo Domene vulcanica compensa la ceguera con el desarrollo de otros sentidos, como sus sensibles antenas. El metabolismo de estos animales, además, se ha ralentizado para poder aguantar largos periodos de ayunos debido a la escasez de alimentos en el interior.
La vegetación, que también se observa en el paseo por la Cueva del Viento, es igualmente curiosa. Sorprende ver helechos, líquenes, musgos e, incluso, raíces colgando del techo, aunque estas pertenecen a plantas que se han colado desde el exterior a través de grietas.
Recomendaciones para la visita
La ruta por la Cueva del Viento en Tenerife es un recorrido de dificultad media –y con una duración de unas dos horas– para el que no es necesario contar con una preparación específica. Eso sí, hay que tener en cuenta que no está recomendada para menores de cinco años, personas que sufran de claustrofobia o aquellos que tengan problemas de movilidad. En cualquier caso, los guías aportarán todo tipo de indicaciones y es imprescindible atenderlas para aprovechar al máximo la experiencia y que el trayecto transcurra sin sobresaltos. No obstante, puestos a visitar ésta u otra cueva de Tenerife conviene tener presentes ciertas recomendaciones básicas como ir convenientemente vestido (con pantalón largo y botas o deportivas apropiadas), no dejar basura ni alterar la cueva, no llevarse material del entorno y comunicar cualquier incidencia al guía.
Qué ver cerca de la Cueva del Viento
La Cueva del Viento está enclavada en Icod de los Vinos, una localidad que cuenta con numerosos atractivos más allá de la cavidad volcánica. En sus apenas 90 km2 al norte de Tenerife permite disfrutar de unas vistas de impresión del Teide. Además, el municipio alberga el Drago Milenario, que fue declarado Monumento Nacional en 1917.
Su seductora playa de San Marcos es sólo un paisaje más de los muchos que salpican la ciudad, cuyo casco histórico encierra un interesante patrimonio artístico y cultural. La Plaza de América, la iglesia de San Agustín, el antiguo convento de San Francisco o la Iglesia de San Marcos son algunos puntos de interés que pueden completar la visita a la Cueva de Viento.
Y si la jornada abre el apetito… ¡Nada como disfrutar de la gastronomía tinerfeña y su tradición etnográfica!