Situado en mitad del fértil valle de La Orotava, en las estribaciones septentrionales del omnipresente Parque Nacional del Teide, el municipio costero de Los Realejos sorprende al visitante con su rico patrimonio histórico-artístico, sus playas de ensueño y sus delicias culinarias. A tan sólo 42 km de la capital tinerfeña, dicho municipio es, además, uno de los más protegidos de toda la isla. De sus cerca de 57 kilómetros cuadrados de extensión, prácticamente la mitad están protegidos bajo leyes ambientales; y sus dos cascos históricos —Realejo Alto y Realejo Bajo—, unificados a mediados del siglo XX, permanecen declarados como Bienes de Interés Cultural desde 2005 y 2014, respectivamente.
Los Realejos es también un destino único a la hora de realizar deportes de naturaleza, con una amplia red de rutas interiores, bellos miradores desde donde lanzarse en parapente, y playas salvajes donde practicar windsurf.
A todo esto, ha de añadirse un hecho tan curioso como digno de ser celebrado. Los Realejos es el municipio con más fiestas de España —cerca de un centenar al año—, por lo que nuestra visita, muy probablemente, coincidirá con alguna de sus celebraciones. Suena bien, ¿verdad?
- Los Realejos, un viaje breve por su historia
- Qué ver en Los Realejos
- Playa del Socorro y playa de la Fajana, dos playas a tener en cuenta
- Rambla de Castro, paisaje protegido a pie de costa
Los Realejos, un viaje breve por su historia
El territorio sobre el que hoy se despliegan las callejuelas de Los Realejos formó parte, en época anterior a la conquista castellana del siglo XV, del Menceyato de Taoro, el territorio más poderoso de los nueve que conformaban la isla de Tenerife bajo dominio guanche.
Es por ello que la recta final de la conquista castellana tuvo lugar sobre estas tierras; y tanto guanches como castellanos desplegaron aquí sus campamentos militares —llamados realejos—. De hecho, según una teoría (más bien leyenda), a partir de estos dos campamentos habrían surgido los dos pueblos que hoy en día conforman el municipio: Realejo Alto, vinculado a los conquistadores; y Realejo Bajo, a los conquistados.
De cualquier modo, desde el siglo XV la zona conocerá una época de gran esplendor económico, en gran parte debido al asentamiento de grandes comerciantes y órdenes religiosas, tal y como revela su vasto legado arquitectónico.
Algún tiempo después, ambos Realejos iniciarán su camino hacia la unión bajo un mismo ayuntamiento. Es más, la historia moderna de este municipio podría resumirse, en gran medida, como la lucha de dos pueblos por lograr su unificación, a pesar de las trabas impuestas por reyes, políticos y diversos lances históricos. Finalmente, y tras numerosas tentativas, la unificación de ambos pueblos se producirá el 6 de enero de 1955, bajo la actual denominación de Los Realejos.
Qué ver en Los Realejos
El (doble) núcleo urbano de Los Realejos ofrece, ante todo, un importante patrimonio histórico-artístico, con especial mención a su abundante arquitectura religiosa. La mejor forma de comprobarlo pasa por perderse en el entramado empinado de calles y casas que conforma el municipio. Aún así, os recomendamos un punto de partida y un esbozo de ruta, para que sepáis exactamente donde poner el ojo.
En Realejo Alto, uno de los dos núcleos originarios y el más alejado de la costa, se encuentra la casa donde nació, en 1731, el escritor Viera y Clavijo, una de las personalidades más importantes del municipio y máximo exponente de la Ilustración canaria. Declarada Bien de Interés Cultural por el gran aporte multidisciplinar que hizo a la cultura su antiguo propietario, hoy en día este edificio alberga la biblioteca pública del pueblo. Compartiendo plaza con dicha casa, encontramos también la iglesia Matriz de Santiago Apóstol, casi con toda seguridad el primer templo católico levantado en Tenerife al término de la conquista castellana. En la pila bautismal de su interior, por cierto, se dice que fueron bautizados los nueves jefes guanches como forma de tránsito a su nueva religión cristiana.
Buscando el norte en dirección al mar, alcanzaremos la línea divisoria entre Realejo Alto y Realejo Bajo, este último considerado el de mayor importancia arquitectónica, dado que el 70% de su conjunto permanece intacto. Durante el recorrido, salvando el precipicio del barranco de la Caldera, nos cruzaremos con el drago del Cementerio, uno de los ejemplares más longevos y bellos de esta especie arbórea tan común en el municipio.
Desde aquí, la calle el Medio nos conducirá a otra joya del patrimonio arquitectónico realejero, la Hacienda de los Príncipes, datada en el siglo XV. Mandada construir por el primer gobernador de Tenerife, Alonso Fernández de Lugo, esta finca sería de las primeras en introducir el cultivo de la caña de azúcar en la isla, marcando el devenir socioeconómico de Los Realejos. Recorrerla es, casi sin exageración, un viaje al pasado más primitivo de la isla.
La iglesia Matriz de Nuestra Señora de La Concepción, o el santuario de Nuestra Señora del Carmen, son los otros dos grandes edificios religiosos cuya bella traza y lejano origen hacen recomendable su visita.
Playa del Socorro y playa de la Fajana, dos playas a tener en cuenta
A su vez, las afueras del municipio de Los Realejos ofrecen una impresionante red de entornos naturales digna de ser visitada, desde bellos miradores como son el de San Pedro y el de La Corona, hasta impresionante calas y playas salvajes de arena negra. Respecto a estas últimas, las que gozan de mayor fama en la zona son:
- La playa del Socorro. Es, antes que nada, punto surfer por excelencia en la costa norte de Tenerife. Gracias a sus altas cualidades para la práctica de dicho deporte, su impresionante entorno de acantilados suele acoger cada verano importantes campeonatos de surf. Presume, además, de bandera azul desde el año 1999.
- La playa de la Fajana. Se muestra menos concurrida, puesto que para llegar a la misma hace falta caminar previamente 30 minutos por un sendero. Una vez allí, la playa deleita al recién llegado con 130 metros de longitud y un entorno tan bello como salvaje. Ahora bien, sin equipo socorrista en la zona, el baño ha de realizarse con estricto cuidado.
Rambla de Castro, paisaje protegido a pie de costa
De las 3.295 hectáreas de espacio natural protegido que posee Los Realejos, 45 pertenecen a la Rambla de Castro, un entorno colmado de palmerales canarios, tabaibales y dragos, y toda una serie de edificaciones, a pie de mar, que nos revelan el pasado de la comarca.
Según vayamos descendiendo hacia el mar, podremos visitar la ermita de San Pedro, construida en el siglo XVIII en lo alto de un acantilado; después la casona de los Castro, antigua hacienda del siglo XVI reconvertida en centro de visitantes; y más tarde el fortín de San Fernando, un magnífico ejemplo de fortaleza defensiva construida a fin de frenar las incursiones piráticas de los siglos XVI y XVII. También resultará imposible posar la mirada en el antiguo elevador de Aguas de Gordejuela, una obra ingenieril adelantada a su tiempo cuya misión consistía, fundamentalmente, en bombear agua y dirigirla a los cultivos de plátano del vecino valle de la Orotava.