Mahón, la capital de la isla de Menorca, debe su nombre al general cartaginés Magón Barca, hermano del famoso Aníbal, quien la fundara allá por el siglo 3 a.C. Desde entonces, su posición estratégica y el hecho de estar guarecida por un puerto natural de seis kilómetros de largo –el segundo más grande de Europa– hicieron que esta ciudad portuaria fuera codiciada por numerosos pueblos a lo largo de la Historia: pasaría por manos de romanos, bizantinos y árabes, hasta que el rey Alfonso III de Aragón conquistara la isla para los cristianos en 1287. Junto a estas influencias, hay que añadir la imborrable huella de los británicos, quienes ocuparon Menorca en 1708 y la mantuvieron bajo su poder durante 70 años, cambiando la capitalidad de Ciutadella a Mahón, que experimentaría un fuerte desarrollo económico y comercial. Esta etapa, por cierto, solo se vería interrumpida por siete años de breve ocupación francesa –durante la Guerra de los Siete Años, entre 1756 y 1763– en los que, según varios estudiosos, los galos “descubrieron” la mahonesa, una salsa menorquina que harían internacionalmente famosa. Por toda esta accidentada historia, la actual Mahón es una pequeña pero apasionante ciudad –unos 28.000 habitantes– llena de patrimonio histórico cuya vida transcurre alrededor de su hermoso puerto. Aquí te contamos todo lo que te está esperando.

  1. El puerto de Mahón
  2. Las mejores playas de Mahón
  3. Descubriendo el centro histórico de Mahón
  4. La fortaleza de la Mola
  5. La isla del Rey
  6. Comer en Mahón: los mejores restaurantes

Qué ver y hacer en Mahón

El puerto de Mahón

El corazón de Mahón es su puerto natural, el mayor del Mediterráneo, que podemos recorrer por un bonito paseo marítimo repleto de terrazas, restaurantes y salas de fiesta. Paseando nos deleitaremos con la vista de los enormes cruceros que entran en el puerto, las casitas blancas encaramadas a los acantilados y las dos islas que se encuentran en su centro: la isla de Rey y la isla del Lazareto.

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El puerto de Mahón

Las mejores playas de Mahón

La región de Mahón atesora hasta 23 playas y calas para todos los gustos, desde largas playas de arena hasta calas vírgenes rodeadas de acantilados. Entre las primeras recomendamos la playa de Es Grau, una larga ensenada familiar protegida por la isla de Colom que se encuentra en el Parque Natural de S’Albufera des Grau, una preciosa reserva de la biosfera al norte de Mahón en la que conviven diversos ecosistemas marinos y terrestres. En este mismo espacio natural también está cala de sa Torreta, una salvaje playa virgen llamada así por una antigua atalaya que se alza en el cercano saliente de es Colomar.

 

 

Otra de las playas más recomendables de la zona es Sa Mesquida, a 4,5 kilómetros de Mahón, una salvaje playa de arena que está dominada por el cerro de Es Pa Gros y una torre defensiva del siglo XVIII. Para los amantes de la historia: fue aquí donde desembarcaron en 1781 las tropas franco-españolas dirigidas por el duque de Crillón que reconquistaron la isla a los ingleses.

Descubriendo el centro histórico de Mahón

El centro histórico de Mahón nos deja interesantes detalles de la influencia británica, como el reloj de la torre central del Ayuntamiento, que trajo de Londres el gobernador inglés Richard Kane. Se dice que fue el primer reloj no solar que tuvo la isla. Entre los monumentos imprescindibles que hay que ver está la iglesia de Santa María, que aunque data del siglo XVIII se levanta sobre otra anterior que mandó construir Jaime II de Aragón en 1294. Aquella iglesia sería expoliada por el temible pirata turco Barbarroja durante el saqueo al que sometió a Mahón en 1535. No lejos, en el carrer de Sant Roc, podemos ver el puente de San Roque, una de las puertas de las antiguas murallas medievales, que fueron construidas en el siglo XIV para proteger la ciudad de las incursiones piratas, y el único resto que se conserva de ellas.

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Centro histórico de Mahón

Si queréis visitar algún museo, os recomendamos el Museo de Menorca y la Colección Hernández Sanz-Hernández Mora. El primero, ubicado en el antiguo convento franciscano de Jesús, del siglo XV, acoge 200.000 objetos históricos y arqueológicos que nos permiten recorrer la historia de la isla desde la Prehistoria hasta nuestros días. El segundo ilustra cómo era la vida en la Menorca británica a través de la historia de la familia Oliver, que vivió en este palacete y era uno de los mejores exponentes de la burguesía mahonesa en los siglos XVIII y XIX.

La fortaleza de la Mola

La entrada al puerto de Mahón, en el extremo este, está dominada y protegida por la fortaleza de la Mola, que se alza en la península del mismo nombre, el punto más oriental de toda España. Merece la pena visitar esta imponente mole de piedra rodeada de un profundo foso, que fue construida a mediados del siglo XIX ante el temor de la reina Isabel II a que ingleses o franceses intentaran reconquistar el puerto de Mahón, un enclave estratégico por el que pasaban sus principales rutas coloniales.

La fortaleza se levantó sobre el antiguo fuerte de San Felipe, construido durante el reinado de Felipe II, en el siglo XVI, y demolido en el siglo XVIII por orden de Carlos III, quien pensó que si no había fortaleza los ingleses dejarían de estar interesados en tomar Menorca.

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La fortaleza de la Mola

La isla del Rey

Fue en esta isla del centro del puerto donde desembarcaron el rey Alfonso III de Castilla y sus tropas cuando llegaron a Menorca para conquistársela a los musulmanes, en 1287. Mucho tiempo después, los ingleses le darían el macabro nombre de Bloody Island (isla sangrienta), pues aquí instalarían en el siglo XVIII un hospital militar. Aquel hospital, cuya inquietante silueta sigue dominando la isla, estaría en funcionamiento hasta los años 60 del siglo XX. En la isla también encontramos los restos de una basílica paleocristiana del siglo VI. Tras décadas en un lamentable estado de abandono, la isla del Rey fue rehabilitada y recuperada para el turismo hace apenas unos años, y puede visitarse con una excursión en barco.

 

 

Comer en Mahón: los mejores restaurantes

La gastronomía menorquina se ha ido fraguando durante siglos y siglos, remontándose a tiempos de los cartagineses. Se trata de una rica y sana cocina mediterránea en las que destacan platos típicos como la oliaigua con tomate, una sopa que en verano se acompaña con higos frescos o aceitunas, la caldereta de langosta, los calamares rellenos al horno o las berenjenas rellenas a la menorquina. Por supuesto, en Mahón no pueden faltar la salsa mahonesa, como acompañamiento, y la típica sobrasada.

Aunque por el paseo marítimo y el centro podéis decidir entre una gran variedad de restaurantes donde probar estas delicatesen, os recomendamos estos tres locales: El Rais, ideal para comer arroces y, además, tiene vistas al puerto de Mahón; Ses Forquilles, tapas gourmet y cocina de temporada en el casco antiguo; y Can Bernat des Grau, si os apetece un plan diferente en una casa de campo típica, en las afueras, donde sirven el pescado y marisco más fresco de la isla.