Fuerteventura ofrece al viajero un sinfín de atractivos turísticos. Y es que posee 150 kilómetros de playas espectaculares de arena blanca y aguas color turquesa —ideales para desconectar o practicar windsurf y kitesurf—, así como atractivos parajes volcánicos y seductoras zonas de dunas. De hecho, su belleza paisajística le valió en 2009 la declaración de Reserva de la Biosfera por parte de la Unesco. Si a ello le sumamos una temperatura agradable durante todo el año y una gastronomía tentadora, convendremos que la isla majorera es un buen destino para perderse.
Hoy, sin embargo, queremos poner el foco en una Fuerteventura menos conocida y descubrir la intrigante historia de la Villa Winter, una construcción levantada en la década de los cuarenta del siglo pasado y sobre la cual han surgido infinidad de leyendas que la vinculan con dirigentes nazis. ¿Quieres saber qué hay de cierto en ellas? Sigue leyendo, en este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre la Casa Winter de Fuerteventura.
La Villa Winter y su sospechoso emplazamiento al sur de Fuerteventura
La Villa Winter pasaría probablemente inadvertida si se hallara integrada dentro de cualquier núcleo urbano. Se trata de una construcción distribuida en forma de U, con doble altura y un patio similar al que podemos encontrar en otras viviendas tradicionales de la arquitectura canaria. Entre sus elementos ornamentales más destacables destaca la terraza abalaustrada y su torre circular con pequeños arcos de medio punto.
No obstante, como advertíamos, lo que llama poderosamente la atención de la Villa Winter es su insólito emplazamiento en un paraje árido de complicado acceso que se halla a corta distancia de la localidad de Cofete y a medio camino entre la cordillera que atraviesa de norte a sur la península de Jandía y la propia playa de Cofete, considerada una de las extensiones vírgenes de litoral más impresionantes del archipiélago canario. Sus dificultades de acceso y la ausencia de construcciones cercanas son algunos de los aspectos que alimentaron las sospechas sobre su pasado entre muchos habitantes de la isla.
El escritor Alberto Vázquez-Figueroa (cuya novela Fuerteventura es una ficción que trata sobre el espionaje nazi, en la cual aparecen submarinos alemanes fondeando la orilla de la isla) fue uno de los primeros en sembrar la duda. En sus palabras: “a nadie se le ocurre hacer un caserón como aquel en un lugar tan perdido. Si ahora para llegar te juegas la vida, en los cuarenta debía ser mucho más peligroso. Algo muy importante tenían que esconder para construir ese monstruo en un sitio absolutamente inaccesible”.
La presencia de restos de metralla en la fachada y de otros elementos cuando menos intrigantes (quienes han residido en la villa refieren la existencia de habitaciones tapiadas, pasajes estrechos, vagonetas de tren, probetas, misteriosos sistemas de comunicación…) han hecho florecer todo tipo de hipótesis: desde las que consideran que la Casa de Winter de Fuerteventura era un punto de soporte logístico para submarinos y aviones alemanes durante la Segunda Guerra Mundial hasta las que manifiestan que en ella se pudieron haber realizado cirugías faciales para ocultar el verdadero rostro de antiguos militares nazis tras la guerra. Las teorías, por supuesto, no acaban aquí. También hay quien aventura la presencia de túneles ocultos que conectarían la vivienda con la playa de Cofete y quienes creen, incluso, que la residencia pudo servir de refugio del mismísimo Adolf Hitler y su esposa Eva Braun.
Gustav Winter, el ingeniero alemán que hizo levantar la villa
Las teorías que convierten la Casa Winter en un punto de apoyo para los submarinos nazis y las que sostienen que pudo servir de refugio para el dictador alemán resultan bastante disparatadas. Sin embargo, el remoto emplazamiento de la construcción, su torre vigía que domina por completo la playa de Cofete y la certeza de que por aquel entonces esta zona del sur de Fuerteventura permanecía separada mediante una valla del resto del territorio insular alimentan la creencia de que, en efecto, la misma pudo servir de refugio de militares nazis tras las Segunda Guerra Mundial. Y es que es bien sabido que al terminar la contienda muchos de los criminales del régimen nacionalsocialista alemán huyeron hacia los puntos más recónditos del planeta, como por ejemplo la Patagonia.
Como no podía ser de otra forma, la polémica comienza en el personaje que tomó la decisión de edificarla: el ingeniero alemán Gustav Winter. Del mismo sabemos que nació en 1893 en la Selva Negra y que viajó a Argentina en 1913. Al año siguiente, mientras cruzaba el Atlántico de regreso al continente europeo, su barco fue interceptado por los ingleses en el Canal de la Mancha, y Winter, del que los servicios secretos británicos sospechaban que podía ser un espía, fue apresado. No obstante, consiguió escaparse en febrero de 1915 y poner rumbo a España. Ya en la península ibérica, está documentado que trabajó en Zaragoza, Ciudad Real y Valencia en diferentes proyectos de centrales eléctricas.
Diez años después, en 1925, lo encontramos en las Canarias, donde intervino en la edificación de la central eléctrica que la empresa CICER (Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riesgos SA) situó en la playa de las Canteras (Las Palmas de Gran Canaria). Pero sería ya en la década de los treinta cuando Gustav Winter se dirigió a Fuerteventura con la intención de emprender diversos proyectos empresariales, entre ellos, la industrialización de la isla. La siguiente noticia que se tiene del ingeniero alemán es que en 1937 firmó un contrato en el que alquilaba toda la península de Jandía.
Es en este punto cuando varios investigadores sostienen que llegaron a la zona diferentes ciudadanos alemanes para llevar a cabo proyectos económicamente importantes para el Tercer Reich.
Resulta muy difícil saber a ciencia cierta cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en los centenares de páginas que se han escrito sobre la Villa Winter de Fuerteventura. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que se trata de una de esas construcciones misteriosas que consiguen despertar un extraordinario interés en investigadores, periodistas, escritores y curiosos. Prueba de ello es la cantidad de viajeros que se acercan cada año hasta un paraje tan recóndito para conocer junto a Pedro Fumero, quien reside en ella actualmente, sus intrigantes dependencias.