El Festival de teatro de Mérida traspasa fronteras. Y es lógico, porque a la calidad de las obras que se interpretan durante esta gran cita estival con el teatro clásico, hay que sumar la escenografía del que, sin duda, es uno de los teatros romanos mejor conservados del mundo.
Pero el Festival de Mérida va mucho más allá de las representaciones escénicas. De hecho, durante todo el verano se programan en la ciudad numerosas actividades relacionadas con el mundo antiguo. Estas abarcan desde conferencias por parte de expertos en la materia, a encuentros de profesionales de las artes escénicas y el espectáculo, exposiciones, pasacalles y talleres de teatro para aficionados.
También tienen una gran importancia las actividades de la escuela de verano de la Academia de las Artes Escénicas de España, que se desarrollan en las salas para actos del Museo Nacional de Arte Romano, también en Mérida.
Festival Internacional de Teatro de Mérida
El Festival de Mérida es el más veterano de todos los festivales de teatro que se celebran en España. De hecho, comenzó su andadura en el año 1933 con la interpretación de Medea por parte de la que está considerada la gran dama de la escena en este país: Margarita Xirgu.
También es el más importante de este tipo de festivales, con permiso del certamen de Almagro (Ciudad Real), del Festival de Cáceres, de Alcántara (Cáceres), de Olmedo (Valladolid) y de Olite (Navarra).
El Festival de Mérida sufrió un parón, como consecuencia de la Guerra Civil y la dura posguerra, pero reinició su programación en el año 1953. Y así ha continuado hasta nuestro días, conformándose como uno de los grandes acontecimientos culturales (y también sociales) de cada verano.
Así, el Festival de Teatro Clásico de Mérida congrega a miles de espectadores llegados desde los más diversos lugares del país y también a un importante número de aficionados internacionales. Todos ellos disfrutan de la representación de algunas de las obras más conocidas del teatro clásico griego, romano y español.
Que sea clásico no quiere decir que el Festival de Mérida no esté abierto a las nuevas tendencias en materia de artes escénicas. De hecho, muchas de las compañías que participan en este festival, siempre sin perder de vista los textos originales, realizan montajes muy creativos, incluso de una rabiosa vanguardia.
Las representaciones, que tienen lugar al anochecer (durante el día sería imposible por las altas temperaturas que se experimentan en esta ciudad durante el verano), se prolongan durante buena parte de los meses de junio, julio y agosto.
Como todo festival internacional que se precie, también existe una programación alternativa, un Festival de Mérida Off. En este caso, en los últimos años se han representado diversas obras en la sede alternativa del templo de Diana, otro de los monumentos más representativos de la ciudad, con una interesante conjunción entre el arte clásico romano y el renacentista.
Teatro Clásico de Mérida
El Teatro Clásico de Mérida no solo es uno de los principales monumentos de Mérida, también es el escenario donde tienen lugar la mayor parte de las representaciones del Festival de Mérida. Un conjunto monumental con más de 2.000 años de historia, pues se levantó entre los años 16 y 15 antes de nuestra era.
Para abaratar los costes de construcción de este enorme teatro se aprovechó parte de una ladera, sobre la que se apoya el graderío, tal y como hacían los griegos varios siglos antes.
Las dimensiones de este teatro, con cabida para unos 6.000 espectadores sentados, se corresponden con la importancia que pretendió otorgarse a Augusta Emerita como capital de las provincias lusitanas del Imperio Romano.
Pese a esa relevancia, con la caída de aquella civilización y la llegada de otros pueblos a esta zona de la Península Ibérica, el Teatro de Mérida quedó en el olvido, cubierto por metros y metros de tierra y escombros.
De hecho, cuando comenzó la excavación con vistas a la recuperación de este espacio, en 1910, solo era visible parte de la grada superior del teatro, lo que era conocido por los emeritenses como Las Siete Sillas. Por fortuna, el equipo de arqueólogos, con el madrileño José Ramón Mélida al frente, pudo recuperar buena parte de la antigua construcción. Incluido el escenario, con un muro de unos 30 metros de altura, estructurado a través de varias columnas. Entre ellas se pueden admirar las esculturas que representan a diversos emperadores romanos.
La parte central la preside una imagen sedente de la diosa Ceres que, en realidad y según los expertos, sería una representación divinizada de Livia, cónyuge del emperador Augusto, de quien tomó su nombre esta ciudad en la época romana.
Otras sedes del Festival de Mérida
Desde hace unos años, la dirección del Festival de Mérida, animada también por las autoridades autonómicas implicadas en la promoción y desarrollo de este evento cultural, han querido dar al certamen una proyección más allá de la propia capital extremeña.
Con ellos, se pretende poner en valor a otras localidades de la región, algunas de las cuales, como Medellín, cuentan con teatros clásicos de importancia.
Así, junto a esa localidad de Badajoz, también han sido (o son) sede de las representaciones del Festival de Mérida lugares como Regina (Badajoz) y Cáparra, en las inmediaciones de Oliva de Plasencia (Cáceres). Ambas cuentan con importantes hallazgos de la época clásica y en la primera las representaciones se celebran en su teatro romano, perfectamente estructurado.
Pero las representaciones “externas” del Festival de Mérida no tienen lugar solo en enclaves de Extremadura. Por ejemplo, en 2019 llegaron hasta Tarragona, ciudad catalana con importantísimos hallazgos de la Antigüedad Clásica.
Incluso varias de las obras de más éxito representadas a lo largo de la historia de este festival de teatro emeritense se han llevado a Madrid, en concreto al teatro de Bellas Artes, donde han cosechado un gran éxito.