Lo que más sorprende al llegar a Cala Salada, después de una pequeña aventura por las estrechas carreteras de esta zona de la isla, es la transparencia de sus aguas. Tanto que desde los promontorios rocosos que enmarcan tanto Cala Salada como su hermana, Cala Saladeta, se distinguen a la perfección los espectaculares fondos marinos de ambas.
Por eso, quizás, éste sea uno de los mejores lugares para disfrutar del mar ibicenco de una manera tranquila y, por lo general, sin grandes bullicios.
Desde luego, con un estilo más natural que el de las masificadas playas que se pueden encontrar en otros lugares del Mediterráneo. Incluidas algunas de las playas más populares de Ibiza. Eso, pese a que en los últimos años parece haberse puesto de moda. Al menos, entre los visitantes estivales de la isla y, sobre todo, en agosto, cuando conviene venir pronto a este lugar para poder encontrar un buen lugar donde acomodarse.
- Cala Salada, una de las playas con más encanto de Ibiza
- Cala Saladeta, la hermana pequeña de Cala Salada
- Visita a Punta Galera
Pero, como decíamos, eso en verano, porque el resto del año el lugar resulta bastante tranquilo. Y recordemos que la temporada de baños en Ibiza suele comenzar en mayo y, a veces, se prolonga hasta bien entrado el otoño.
Cala Salada, una de las playas con más encanto de Ibiza
La Cala Salada apenas tiene 200 metros de longitud y unos 25 metros de anchura, siempre teniendo en cuenta las mareas. Su orientación es Oeste-Suroeste, así que en verano es un lugar ideal para pasar una tarde cálida y soleada. Este arenal, además, regala algunos de los más bonitos atardeceres de Ibiza.
Aunque en su entorno hay algunas viviendas y otras construcciones, que parecen trepar por los acantilados rocosos que la enmarcan, no se trata de una playa urbana. Por tanto, tampoco cuenta con los servicios típicos de ese tipo de arenales.
A cambio, está rodeada por un espeso pinar que asciende entre los riscos y sus aguas están consideradas como las más azules y transparentes de Baleares. Por eso, es una buena opción venir hasta aquí con unas gafas de buceo y un tubo de esnórquel. Con ayuda de ellos, resulta toda una delicia admirar la riqueza submarina de esta playa.
Cala Salada cuenta con numerosos servicios, entre ellos, alquiler de hamacas y sombrillas, duchas y aseos, parking, socorrista y accesibilidad para personas con discapacidad.
Cala Saladeta, la hermana pequeña de Cala Salada
Apenas un pequeño promontorio rocoso y unas casetas de pescadores separan Cala Salada de Cala Saladeta. De hecho, siempre que la marea no esté muy alta se puede ir caminando de una a la otra. En cualquier caso, acceder nadando a ella también es una opción muy agradable.
Mucho más pequeña que Cala Salada, Saladeta apenas tiene 100 metros y, aunque su superficie está cubierta de una arena blanca finísima, lo cierto es que la distancia entre la línea de costa y las rocas es también menor.
Esto significa que el espacio en el que dejar la toalla es bastante más reducido. Por tanto, si el plan es pasar largas horas en esta playa, en verano conviene madrugar bastante para hacerse con un lugar cómodo en el que disfrutar de la experiencia.
Un detalle a tener en cuenta es que, por su posición geográfica y durante la época estival, a última hora de la tarde queda bajo la sombra de un promontorio cercano. Lo cual resulta bastante disuasorio para los adictos al sol.
Si se tiene la suerte de acceder en barco a Cala Saladeta, también se puede observar la belleza de la cercana cala de Punta Galera. Ambas con unas impresionantes aguas azuladas, que contrastan de una forma impactante con el verdor de los pinos que conforman el bosque litoral que cubre buena parte de esta zona.
Visita a Punta Galera
Llamar “cala” a Punta Galera es no ser demasiado realista respecto a las características de este lugar. Porque aquí no hay arena, sino unas losas de piedra que se adentran en el mar, como si se tratara de plataformas horizontales.
Esto, lejos de quitarle belleza a este lugar, le aporta un encanto adicional al hecho de bañarse en estas aguas. Pero, eso sí, no se trata de un lugar indicado para todos los públicos.
De hecho, entre los que consiguen llegar hasta este lugar suele ser habitual la práctica del nudismo.
El acceso desde tierra resulta bastante complicado, no tanto por el mar. De hecho, llegar hasta aquí en barco y anclar frente a ella supone una de las experiencias más gratificantes entre las rutas en barco alrededor de la isla.
Todo en el mismo entorno natural que caracteriza a Cala Salada y Cala Saladeta, con acantilados cubiertos de pinos, aguas de un azul intenso y dotadas de una agradable transparencia.
Restaurante en Cala Salada
Como ya hemos comentado, al no tratarse de una playa urbana, Cala Salada no cuenta con los servicios habituales en ese tipo de arenales. De hecho, buena parte de los que vienen aquí lo hacen con sus propios picnics, que disfrutan sobre la propia arena de la playa, o buscando la sombra entre los pinares.
Pero también existe la posibilidad de comer en el pequeño restaurante situado en la propia Cala Salada. Un negocio de tipo familiar, sin pretensiones ni artificios innecesarios, donde disfrutar de algunos de los mejores platos de la comida típica de Ibiza.
Pero no solo. De hecho, este restaurante ofrece también una interesante carta de arroces, e, incluso, una suculenta caldereta de langosta. Tiene también una parrilla para pescados y carnes rojas, que es muy de agradecer por estos lares.
Durante el buen tiempo se puede comer en su terraza, prácticamente sobre la playa. Y es un lugar ideal para tomar un cóctel, una cerveza o un refresco durante los mágicos atardeceres que suele regalar Cala Salada.