A diez minutos en coche desde el pueblo de San Miguel se encuentra la playa de Benirrás (o Benirràs, en catalán). Podría ser una más en una isla llena de calas con encanto, pero se ha hecho muy popular por un acontecimiento que va más allá de sus bellezas naturales. Se trata de la fiesta hippie de los tambores. Cada domingo, durante los meses de verano, visitantes llegados de todos los rincones de Ibiza acuden a la zona para disfrutar de un encuentro de carácter popular que festeja la caída del sol.

En este rincón, privilegiado por sus espectaculares atardeceres, se pone de manifiesto el arraigo de la cultura hippie en la isla balear. A nivel internacional, Ibiza se hermana con San Francisco, Ámsterdam o Goa, territorios que a lo largo del tiempo han simbolizado la búsqueda de sociedades más libres, pacíficas y solidarias. La celebración de la fiesta en Benirrás, que se acompaña de visitas a chiringuitos y mercadillos hippies, suele ser la culminación de placenteras jornadas de playa y excursiones por el norte de la isla.

  1. Los tambores de Benirrás, el sonido del ocaso de Ibiza
  2. Orígenes de los tambores de Benirrás
  3. Ambiente hippie en Benirrás
  4. Benirrás, una cala familiar
  5. Vistas al islote de Es Cap Bernat

Los tambores de Benirrás, el sonido del ocaso de Ibiza

Benirrás es una cala pequeña, situada entre los pueblos de Sant Miquel y Sant Joan, en el norte de la isla. Sus impresionantes atardeceres, que deparan bellas tonalidades al cielo y al mar, ya son un motivo de peso para acercarse hasta ella. Pero el atractivo se incrementa con la fiesta hippie de los tambores, que la han convertido en un lugar emblemático de la isla.

 

 

Un par de horas antes de la puesta del sol, comienza a sonar el ritmo repetitivo y las improvisaciones de estos populares instrumentos de percusión. A medida que la tarde va avanzando se concentra un mayor número de gente y se suman más tambores, timbales, bongos y platillos. El efecto es altamente energizante. El público absorto sigue el espectáculo o se lanza a bailar al son de la música.

Orígenes de los tambores de Benirrás 

El encuentro comenzó siendo una reunión espontánea de gente bohemia, que encontraron aquí un rincón mágico gracias a la luz que se proyecta desde el mar. Con el tiempo se ha convertido en una cita habitual para los visitantes y para muchos lugareños que disfrutan y participan del ritual. El ambiente tranquilo del entorno se rompe los domingos de verano. En invierno, si el día está soleado, también es posible encontrarse en el lugar a grupos de tamboristas.

benirras
Ambiente Hippie en Benirras

La alegría y simbolismo de la concentración merece mucho la pena, pero hay que tener en cuenta su carácter cada vez más masificado (sobre todo durante los meses de julio y agosto), por lo que es aconsejable acudir a la zona con bastante tiempo de antelación y pasar allí todo el día. Es la mejor manera de disfrutar de una buena ubicación, evitar los atascos y los problemas de aparcamiento.

Ambiente hippie en Benirrás

La celebración de los tambores se suele acompañar de un recorrido por el mercadillo hippie, que cuenta con puestos de moda, joyería y comida. Pocos visitantes se resisten a adquirir algún recuerdo de su paso por la fiesta de los tambores. Se pueden encontrar piezas de artesanía, brazaletes, tobilleras y otros productos realizados por los hippies de la isla. También se organizan malabares con fuego y otros pasatiempos que animan el festejo. Mucha gente se queda a pasar la noche en la cala, en un ambiente relajado, bajo las estrellas.

 

 

La celebración se inscribe en los homenajes al sol tan típicos de esta cultura, atravesada por las corrientes espirituales de Oriente, con una gran carga budista. La población hippie (“els peluts”, como les llamaban los payeses), ha convivido con los ibicencos durante mucho tiempo y ha dotado a la isla de una imagen positiva, de sana rebeldía, que ha atraído a turistas de todo el mundo. Fue en la década de los 60 cuando muchos jóvenes europeos y estadounidenses que rechazaban la Guerra de Vietnam, empezaron a llegar a Ibiza, movidos por su afán pacifista y su amor por la naturaleza. Con anterioridad, este tranquilo enclave balear había sido descubierto por viajeros europeos y nacionales que huían de las duras posguerras tras la II Guerra Mundial y la guerra civil española.

Ibiza, del mismo modo que la vecina Formentera, se ha ubicado en el mapa mundial como un punto indispensable en la ruta de peregrinación de este mítico movimiento contracultural, junto con otros enclaves como San Francisco, Ámsterdam o Goa, en la India. Aunque nada es hoy como en los 60, el legado hippie se percibe en las actuales sendas del ecologismo.

Benirrás, una cala familiar 

La celebración de los tambores conduce muchas veces a los viajeros hasta este hermoso rincón de Ibiza. En otras ocasiones quienes recorren la zona descubren este encuentro musical tan especial. En cualquier caso, merece la pena acercarse hasta Benirrás.

 

 

La cala está ubicada en el municipio de Sant Joan de Labritja  y es una playa de carácter familiar con aguas muy tranquilas. Rodeada de bosque mediterráneo y de colinas rocosas que la protegen, también sirve como puerto natural para las embarcaciones que se acercan al área. Cuenta con varios restaurantes y un chiringuito, así como con servicios de hamacas, sombrillas y velomares (patines). El exterior es arenoso y el interior también, aunque con algunos tramos de grava.

Atardecer en Benirrás
Atardecer en Benirrás

Vistas al islote de Es Cap Bernat

El islote de Es Cap Bernat, con su peculiar forma, se contempla en todo su esplendor desde Benirrás y es una de las imágenes más fotografiadas de la isla. Su silueta recortada en el horizonte, durante la puesta de sol, resulta espectacular. Y cuando los sonidos tribales de los tambores se escuchan de fondo la experiencia se graba en la memoria.

Benirrás se encuentra apenas a diez minutos de Sant Miquel de Balansat (San Miguel, en castellano), una visita muy recomendable. Este pueblo, situado en la costa más abrupta del norte de la isla, es conocido por su iglesia fortaleza, construida entre los siglos XIV y XVIII. También es muy visitada la Cueva de Can Marça, un antiguo escondrijo para contrabandistas. En la localidad hay buenos restaurantes donde degustar marisco y pescado fresco.