En una ciudad histórica como Estambul, situada entre dos continentes, es inevitable que uno de sus atractivos más fuertes sea el Museo Arqueológico. Habiendo sido de manera sucesiva capital del Imperio Romano, del Imperio Bizantino o del Imperio Otomano, no es de extrañar que en cuestión de antigüedades la ‘Perla del Bósforo’ tenga mucho que decir. Para todos los amantes del patrimonio arqueológico esta es una visita totalmente imprescindible.
A pesar de haber sufrido numerosos expolios a lo largo de los siglos, son muchos los tesoros que se conservan en el Museo Arqueológico de Estambul. Situado en el distrito de Fatih, en pleno corazón de la urbe, y a pocos pasos del Palacio de Topkapi, la huella del paso del hombre se hace más fuerte que nunca en este espacio.
El Museo Arqueológico de Estambul, una historia apasionante
Los orígenes de este museo, uno de los más destacados en su campo de Turquía, hay que buscarlos a finales del siglo XIX y en el deseo de Osman Hamdi Bey. Este pintor y arqueólogo fue quien se empeñó en fundar un museo de este tipo en los jardines externos del Palacio de Topkapi.
Dicho personaje, que también ejerció como alcalde de uno de los distritos de la provincia de Estambul, fue un
artista otomano pionero que se formó con Jean-León Gérôme. En 1881 lo nombraron director del Museo Imperial, el cual reformó con un criterio científico, organizando las primeras expediciones arqueológicas del país. Muy preocupado por los problemas de expolio que existían, instauró un nuevo reglamento y en 1882 abrió la Academia de Bellas Artes de Estambul.
Hamdi Bey llevó a cabo excavaciones en Anatolia, en el templo de Hécate y, entre otros, en la necrópolis de Sidón, donde descubrió el magnífico sarcófago de Alejandro, una de las estrellas del museo. De hecho, fue a raíz de los hallazgos de los sarcófagos de Sidón cuando decidió que se necesitaba un lugar específico para albergarlos. Se iniciaron las obras para levantar una nueva construcción en los anexos del Palacio Topkapi y en 1891 se inauguró el Museo Arqueológico. El primer director fue el mismo Osman Hamdi Bey.
El arquitecto del edificio principal, Alexander Vallaury, se inspiró en el Sarcófago de las Plañideras, que podrás conocer en el museo, para realizar el pórtico de entrada.
Dado el colosal número de piezas, en el año 1991 se decidió ampliar el espacio con un nuevo edificio de cuatro plantas. Aun así, el volumen del patrimonio es tan enorme que irás encontrando restos arqueológicos en las aceras próximas al museo conforme te vayas acercando.
Colecciones que debes ver en el Museo Arqueológico de Estambul
Cuando se visita un museo de estas características es importante organizar bien el tiempo y saber cuales son las obras que no te puedes perder, de lo contrario puedes pasar horas desorientado entre las salas.
En el Museo Arqueológico de Estambul se guardan algunas de las piezas más famosas de la Antigüedad, por lo que contemplarlas de cerca es muy emocionante. La colección se encuentra distribuida a lo largo de 20 salas que ocupan tanto el edificio principal como las cuatro plantas del complejo nuevo. Están divididas en diferentes galerías, en función de su contenido:
- Arqueología clásica.
Estas salas se localizan en el edificio principal del museo. Los protagonistas absolutos son los cuatro sarcófagos que descubrió Osman Hamdi Bey en Sidón, el actual Líbano. El sarcófago de Alejandro es el más famoso de todos ellos, fechado en el siglo IV a.C., y decorado con unos complejos bajorrelieves que representan a Alejandro batallando contra los persas en la Batalla de Issos. Realizado con mármol del Pentélico, aún conserva algunos restos de policromía y su morfología imita a un templo griego. Su perfecto grado de conservación y su belleza estética llena de equilibrio son sus principales rasgos. El sarcófago de las Plañideras y sus delicadas figuras también merece unos minutos de atención. La colección de esculturas clásicas desde la Grecia Arcaica hasta el período helenístico y muchos otros grupos de sarcófagos espectaculares, como los de Sidamara, completan esta muestra.
- Colección de arte oriental.
En estas galerías el museo presenta una destacada colección de antigüedades procedentes de Anatolia, Egipto, Mesopotamia y el Próximo Oriente. Entre las piezas más valiosas, no te puedes perder los relieves originales de leones, dragones y toros que se conservan de la Puerta de Istar, una de las ocho puertas monumentales de la muralla interior de Babilonia. Una tablilla del Tratado de Qadesh, un tratado de paz entre el faraón egipcio Ramsés II y el rey hitita Hattusili III, es otro de los objetos más alabados de esta sección y un documento de incalculable valor.
- Colección de cerámicas y joyas.
Se encuentra alojada en el llamado Pabellón de los Azulejos, un edificio que ordenó construir Mehmed II en 1472 como pabellón de recreo y que es una de las construcciones más antiguas que componen todo el complejo del Museo Arqueológico. Solo por ver la hermosa puerta con los característicos azulejos azules de Iznik ya merece la pena.
- Los jardines del museo.
Están llenos de sarcófagos y numerosos restos arqueológicos con los que podrás retroceder en el tiempo. Para descansar un poco tras tu visita, puedes tomar un té en la cafetería que hallarás en estos jardines, mientras disfrutas de un merecido respiro entre las huellas del pasado.