La iglesia de San Nicolás, situada en la esquina noroeste de la plaza de la Ciudad Vieja de Praga, es un monumental templo barroco construido entre 1732 y 1737, durante el período de recatolización de la región checa tras la guerra de los Treinta Años. ¡Atención! No ha de confundirse con la iglesia homónima del cercano barrio de Malá Strana, erigida en la misma época, con el mismo estilo y por el mismo arquitecto. Tradicionalmente, dicha iglesia ha conformado, junto con los edificios del antiguo Ayuntamiento y la iglesia de Nuestra Señora de Týn, el llamado triángulo monumental de la plaza de la Ciudad Vieja de Praga. Un lugar emblemático, identificado de manera notable con el famoso Reloj Astronómico, que recibe cada año la visita de miles y miles de turistas.
Hoy en día, la iglesia de San Nicolás se erige como una de las construcciones barrocas más interesantes de Centroeuropa. Su soberbia cúpula, flanqueada por dos altas torres, es sólo la antesala a un interior repleto de tesoros del patrimonio histórico-artístico checo. Por su parte, la iglesia alterna la posibilidad de visitarla por dentro gratuitamente por las mañanas; con la celebración de conciertos de música clásica por las tardes. Y, además, cada domingo por la mañana el templo queda reservado a los oficios de la Iglesia husita, la cual es legítima propietaria del mismo desde la finalización de la II Guerra Mundial.
Historia de la iglesia de San Nicolás de Praga
Aunque resulta paradójico, la historia de la iglesia de San Nicolás de Praga comienza mucho antes de su construcción. Ya desde el siglo XIII, se sabe que el solar sobre el que se asienta estuvo dedicado al culto por medio de una pequeña parroquia de estilo románico. Adquirida más tarde por el consistorio, la parroquia hizo las veces de asamblea hasta la construcción del Antiguo Ayuntamiento en 1338. Del mismo modo, la parroquia también acogió las prédicas de pensadores reformistas como Jan Milíč o Jan Hus, profundamente críticos con la iglesia católica de aquel entonces. Más tarde, el estallido de la guerra de los Treinta Años (1618-1648) —y la posterior victoria católica en tierras checas—, hizo que la parroquia pasara a manos de la orden benedictina. Sólo tras el incendio del templo en 1689, los monjes mandarán levantar la iglesia barroca que hoy conocemos.
Finalizada en 1737 por el arquitecto alemán Dientzenhofer, durante los siguientes 100 años la iglesia pasó a alternar su función religiosa con otros usos dispares, tales como el de granero o archivo general. Desde 1871 hasta 1914 la comunidad ortodoxa rusa tomó el relevo del templo, siendo utilizado más tarde como capilla militar durante los combates de la II Guerra Mundial. Al término de la contienda, la iglesia de San Nicolás pasaría a manos de la Iglesia husita, propietaria actual del templo.
La iglesia de San Nicolás desde la plaza de la Ciudad Vieja de Praga
A pesar de que hoy en día la entrada principal la encontramos mirando al interior de la plaza, vale la pena recordar que esto no fue siempre así. Hasta el día en que se produjo el desesperado bombardeo nazi que derrumbó el ala norte del Ayuntamiento, la entrada original a la iglesia de San Nicolás se ubicaba en una pequeña plaza situada en la actual calle Maiselova, antiguo mercado de aves y puerta de entrada al Barrio Judío.
De cualquier manera, hoy en día el portón principal de la iglesia de San Nicolás nos aguarda a un costado de la plaza que Jan Hus preside en forma de escultura en su centro. De estilo Barroco y dotada de unas dimensiones monumentales —46 metros de altura en su parte más alta—, la iglesia husita destaca en el skyline praguense gracias a su cúpula y a sus dos altas torres rematadas por linternas. Como curiosidad: hasta 1904 tan sólo una de las torres poseía escalera, por lo que para acceder a la otra había que hacerlo a través de un puente de madera móvil suspendido entre ambas.
Por lo demás, la fachada de la iglesia de San Nicolás destaca por las numerosas estatuas de arenisca de santos benedictinos que Antonín Braun, famoso escultor tirolés, construyó expresamente para la iglesia entre los años 1732 y 1737.
Una visita a la iglesia de San Nicolás de Praga
Se dice que el arquitecto alemán Kilian Dientzenhofer se inspiró, para el interior de la iglesia, en el Palacio Nacional de los Inválidos de París, famoso por albergar los restos del emperador Napoleón I Bonaparte. Nada más entrar, podemos admirar la cúpula y los frescos –que muestran la vida de San Nicolás– que la recubren por dentro. También la espectacular lámpara de cristal de Bohemia de 1.400 kilogramos que permanece suspendida de esta cúpula —un regalo del zar ruso a la Iglesia ortodoxa a finales del siglo XIX—.
Por su parte, las paredes aparecen estupendamente adornadas con murales estucados de Bernard Spinetti; y el altar Mayor, fabricado a base de mármol artificial, nos espera soberbio al fondo de la nave. Incluso, si ponemos atención, podremos comprobar cómo algunas bóvedas inferiores mantienen partes de los restos que se salvaron durante el incendio de la iglesia románica anterior.
Además, entre las actividades que incluye la iglesia, encontramos la posibilidad de subir a una de sus torres, desde donde se obtienen vistas impresionantes del barrio histórico de la Ciudad Vieja. También, tal y como adelantábamos antes, al caer la noche la iglesia celebra de manera regular conciertos programados de música clásica. Y si nos pica la curiosidad, debemos saber que el culto husita, que tiene lugar cada domingo por la mañana, permanece abierto al público.