Ciertos personajes célebres a lo largo de la historia quedan unidos a una ciudad de una forma especial. Igual que le sucede a Franz Kafka con Praga o a Miguel Ángel con Florencia, Leonardo da Vinci creó un vínculo único con Milán.
En esta urbe vivió el artista toscano casi 20 años, entre 1482 y 1500, trabajando a las órdenes de Ludovico Sforza. Realizó algunos de sus trabajos más reconocidos, y hoy en día es posible seguir su huella por Milán. En el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie encontramos una de sus mejores obras, el conocido Cenacolo Vinciano donde Leonardo plasmó su bellísima Última Cena y marcó un hito en la historia.
Si estás cerca de esta iglesia y deseas conocer otras facetas del artista humanista por excelencia, como la de científico, sin duda tienes que acercarte hasta el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología Leonardo da Vinci, a pocos metros del convento. Es el museo de mayor tamaño en este campo de toda Italia.
De monasterio a Museo Nacional de Ciencia y Tecnología
En el número 21 de la calle San Vittore de Milán se levantaba un monasterio del siglo XVI, San Vittore al Corpo. Curiosamente, no demasiado lejos de este lugar, Leonardo da Vinci poseía unos terrenos con vides. En torno a 1560, las instalaciones del monasterio se ampliaron, construyendo una nueva iglesia y retocando el claustro. Pero este edificio no sería siempre un espacio religioso, pues en 1805 –y con motivo de la ocupación napoleónica– se convirtió en un hospital militar, con las correspondientes remodelaciones.
Tiempo después, bajo el mandato de los duques de Austria, el monasterio pasó a manos del ejército italiano para usarlo como cuartel: el cuartel Caserma Villata. Los añadidos y adaptaciones continuaron sucediéndose. En 1943, durante la II Guerra Mundial, los bombardeos sobre Milán lo dañaron gravemente, y el posterior abandono tampoco ayudó. Afortunadamente, desde la década de 1930 se estaba planeando crear un museo de carácter científico en la ciudad. La decisión de que dicho museo se instalara en el antiguo monasterio de San Vittore al Corpo se tomó en 1947.
Tras las diversas funciones que este singular edificio había tenido, el arquitecto Piero Portaluppi ideó una restauración para recuperar el encanto primigenio de la construcción y darle la modernidad necesaria para acoger un espacio expositivo. La inauguración oficial del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología Leonardo da Vinci tuvo lugar en febrero de 1953. Posteriormente, la organización ha conseguido ampliar sus pabellones con nuevas colecciones. Actualmente ocupa un espacio de más de 40.000 metros cuadrados, y cuenta con más de 15.000 objetos y artefactos para su muestra.
Qué ver en el Museo Leonardo da Vinci de Milán
Con el paso de los años, este enorme museo se ha vuelto más interactivo y puede ser una visita estupenda para realizar durante los viajes familiares a Milán. Su incansable labor dedicada a la difusión de la ciencia se comprueba tanto en sus diferentes salas como en los laboratorios especiales donde los niños pueden experimentar por ellos mismos.
Su amplia colección se une a un potente archivo de documentos y fotos, además de una gran biblioteca con más de 40.000 volúmenes. La exposición permanente la forman tanto piezas científicas como artísticas, unidas para dejar constancia de la evolución en la historia de la tecnología y la industria italiana, desde el siglo XIX hasta hoy.
Se dividen en áreas de lo más diversas, como la energía, la astronomía, la relojería, la informática o la aeronáutica. Una mención especial merece el sector dedicado al transporte, pues aquí podrás contemplar maquinaria de gran tamaño, como por ejemplo la primera locomotora que funcionó en Italia, diferentes barcos y hasta un submarino.
Leonardo da Vinci, la estrella de este museo de Milán
La joya de la corona en este museo es el espacio dedicado al gran Leonardo da Vinci. Tener la oportunidad de conocer con todo detalle algunos de los inventos más ingeniosos que diseñó es algo realmente emocionante. De ahí que sea el que tiene un mayor atractivo para los visitantes.
El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología Leonardo da Vinci puede presumir de contar con la colección histórica más destacada a nivel mundial de máquinas y maquetas basadas en rigurosas interpretaciones de los dibujos del artista.
Los estudios que realizó Leonardo sobre ingeniería son tan soberbios como sus obras de arte. En las miles de páginas que comprenden sus cuadernos de notas y sus diarios se puede comprobar la mente tan avanzada a su tiempo que tenía: diseños de helicópteros, carros de combate o, incluso, submarinos que fueron fundamentales para avanzar posteriormente en todas estas áreas de conocimiento.
Son estos valiosos dibujos y bocetos los que se utilizaron en la década de 1950 para crear un conjunto de más de 130 piezas que muestran los campos tan diferentes en los que Da Vinci mostraba interés, desde máquinas voladoras a artefactos con implicaciones militares o soluciones arquitectónicas. Muchos de estos proyectos se sacaron del conocido Codex Atlanticus, una colección de textos y dibujos de Da Vinci que consta de doce volúmenes. Diseños para vuelo, armas o ingeniería que forman un conjunto que hoy se conserva en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, otro lugar donde seguir los pasos de Leonardo.
Además de todos los modelos que puedes contemplar, entre naves, alambiques, soportes para caminar sobre el agua o incluso una maqueta de la “ciudad ideal” del artista, los más pequeños podrán disfrutar en el laboratorio de Leonardo. Es un espacio interactivo donde aprender con sus increíbles inventos, conectando el mundo de la ciencia y el arte.