La Trienal de Milán se puede considerar un campo de prueba de nuevas ideas. Podríamos decir que es un museo, pero también encontramos en él obras de teatro, cocina, conciertos de jazz y de música barroca o un laboratorio químico para la experimentación. Tampoco podríamos indicar, fácilmente, qué tipo de museo es: cualquier expresión artística o intelectual imaginable tiene cabida aquí, siempre que ayude a proporcionar al conjunto algún tipo de reflexión o de apoyo.

En la Trienal de Milán encontramos una colección permanente, dedicada a los mejores ejemplos de arte contemporáneo italiano. No obstante, el plato fuerte para muchos lo constituyen las exposiciones temporales, de unos pocos meses de duración. Los temas pueden ser extremadamente diversos: urbanismo, biología, música, industria o soluciones ecológicas para el nuevo milenio.

¿Qué es la Triennale de Milano?

Lo que el museo de la Triennale de Milano busca es poner en relación todas estas disciplinas tan diversas en torno a una idea. Un problema humanitario o industrial puede ser explorado desde la escultura y la nanotecnología, la fotografía o el diseño de moda.  Las posibilidades son inmensas, pero lo importante es la forma en que se combinan todos esos puntos de vista para presentar el problema de una manera completa y orgánica, llena de vida y de múltiples variaciones.

Desde su fundación en 1923, y hasta 1996, en la Trienal de Milán se han realizado diecinueve muestras internacionales, con una pausa de veinte años hasta 2016, momento en el que se recupera el evento. Desde 2003, la Trienal cuenta además con otro premio, entregado cada tres años: la Medalla de Oro de la arquitectura italiana.

La Trienal de Milán, mucho más que un museo

El edificio que acoge el museo de la Trienal de Milán se encuentra al este del Parque Sempione, junto al impresionante castillo de los Sforza, que fue una de las familias más famosas y ricas de la región. El parque, cuyos senderos esconden un estanque y diversos monumentos, además del Acuario de Milán, acoge entre la espesura de sus árboles el edificio diseñado por el arquitecto Giovanni Muzio para el museo de la Trienal.

Es entre 1931 y 1933 cuando se construye el Palazzo dell’Arte, casa del museo de la Trienal de Milán. Giovanni Muzio se decidió a proyectar un edificio multifuncional, novedoso para la época, capaz de transformarse y de adaptarse a las necesidades de cada exposición en concreto, gozando de una versatilidad hoy muy apreciada. Lo primero que nos recibe es su imponente porche porticado, de granito, que adelanta su poderosa estructura al conjunto de ladrillo del edificio. Y es dentro del palacio donde nos esperan sus verdaderas riquezas.

Aparte de sus exposiciones, de cualquier temática imaginable, el museo de la Trienal cuenta con otras sorpresas que son del agrado de sus muchos visitantes:

  • Puente de Michele De Lucchi. Este arquitecto de renombre internacional, cuyos distintivos puentes despliegan ondulantes estructuras de metal, cristal y maravillosos juegos de luz, es el encargado de diseñar esta pasarela. Construida en madera de bambú, está situada en el interior del edificio, suspendida sobre unas escaleras. Estrecho y vertiginoso, más producto de la fantasía que de la funcionalidad, el puente de De Lucchi se ha convertido en uno de los puntos preferidos por los visitantes del museo, atraídos por las sensaciones que produce.
  • Design Café. Haciendo honor a su nombre, el café Design ofrece la posibilidad a los visitantes del museo de relajarse en uno de sus centenares de asientos y piezas de mobiliario, todos ellos obra de reconocidos diseñadores de diversos estilos. Es en este espacio donde también se albergan las exposiciones del Trienal Design Museum.
  • Teatro del Arte. Diseñado por Italio Rota, es una sala de conferencias, debates, convenciones o representaciones artísticas. Fíjate en el aroma de la madera de cedro del Líbano que recubre la sala. Este teatro cuenta con suficientes alternativas como para justificar la visita de aquellos que no tenían planeado, en un principio, visitar el museo.

Casi cien años de Arte Moderno

El museo de la Trienal de Milán nació en un período convulso para Europa, tras el final de la Primera Guerra Mundial, y también para Italia, con el acceso al poder de Mussolini, después de su famosa marcha sobre Roma acompañado de sus fieles “camisas negras”.

En estos primeros años del ascenso de Mussolini, son muchos los grupos artísticos que se reúnen en torno a la figura de il Duce, el “conductor” del pueblo italiano. Algunos de ellos, como los futuristas, son  auténticos revolucionarios y vanguardistas, atraídos por la modernidad, la maquinaria, o el ruido de las ciudades y las fábricas. Como dijo Tommaso Marinetti, su máximo representante: “un automóvil rugiente, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia”.

En el otro extremo se encontraba el Novecento italiano, que buscó la renovación del fascismo y lo italiano pero partiendo de su glorioso pasado, el quattrocento o el cinquecento en especial. Los novecentistas eligieron, por tanto, un nombre que tuviera esa bella evocación renacentista.

En esas fechas, la Triennale di Milano, que data del año 1923, comenzó en realidad como una exposición universal  trienal  de arquitectura y diseño industrial, radicada en Monza. Es en 1933 cuando se decide trasladar la Trienal de Milán al Palazzo dell’Arte, diseñado por el arquitecto Giovanni Muzio, gracias a la financiación proporcionada por la familia del industrial Antonio Bernocchi. Muzio fue un importante representante del Novecento, y su huella en la región se deja sentir en los innumerables edificios civiles y religiosos que ideó. Todo bajo el patronazgo de Margherita Sarfatti, escritora y crítica de arte, figura importante del Novecento, la cual, además de ser de origen judío, fue biógrafa y amante del propio Mussolini.