Oeste de Madeira
Días largos, puestas de sol mágicas, miradas hacia un mar eterno que conduce a América… El oeste de Madeira nos ofrece una isla diferente. Del verde de la laurisilva al azul del Atlántico en escasos kilómetros. Alejados de Funchal y del desarrollado lado oriental de la isla, el oeste de Madeira nos da esa pausa que, con uno o dos días de recorrido, nos cargará las pilas.
Para recorrer el oeste de Madeira contamos con la carretera de la costa y otras dos que atraviesan la zona interior, uniendo los lados norte y sur por las montañas. Aquí no hay ciudades, apenas son pequeñas poblaciones que van salpicando nuestro camino.
Partimos desde Ponta do Sol, en el sur de la isla. Dejamos atrás Cámara de Lobos, el Cabo Girao o Ribeira Brava. El perfil de la costa empieza a virar hacia el norte, conformando el lado occidental de Madeira. A sus espaldas, la chepa montañosa del interior va perdiendo altura poco a poco, con barrancos y valles cada vez menos pronunciados. Las cimas apenas alcanzan ya los 1.200 metros de altitud.
Muy cerca de Ponta do Sol aguarda la cascada de Anjos, una hermosa caída de agua que precipita directamente sobre la antigua carretera. Si quieres una ducha creada por la naturaleza, no tienes más que ponerte debajo del chorro, en pleno asfalto. Un poco más adelante, la costa se abre a una larga playa, la de Madalena do Mar.
La siguiente parada en esta parte suroccidental de Madeira es Calheta, donde su dique artificial guarda dos pequeñas playas con arena traída del Sáhara. Esta localidad cuenta con la sede del Museo de Arte Contemporáneo de Madeira, cuyo edificio asoma como una atalaya hacia el mar.
Siguiendo la costa hacia el norte, el siguiente hito es Ponta do Pargo, el extremo occidental de la isla, el Finisterre de Madeira. Un centenario faro corona este singular cabo al que nos asomaremos para contemplar el imponente Atlántico.
De Ponta do Pargo hacia el noroeste, la costa crece en altitud y los acantilados toman el protagonismo en el litoral. Se suceden varios miradores donde merece la pena parar: Garganta Funda, Pico Vermelho, Boa Morte, Achadas da Cruz, Ponta da Ladeira… Así, hasta llegar a la localidad de Porto Moniz, ya en la costa norte de Madeira, uno de los pueblos más antiguos de la isla y famoso por sus piscinas naturales volcánicas en el borde del mar.
Uno de los principales atractivos de Madeira son las levadas, que no son otra cosa más que canales de regadío que conducen el agua desde las partes altas hacia zonas de cultivo, como acueductos romanos. Hay más de 2.000 kilómetros de levadas y constituyen un importante atractivo ya que son aprovechadas para hacer senderismo por Madeira, atravesando sus bosques de laurisilva.
Muchas de estas levadas se encuentran en la zona oeste de Madeira. Una de las más famosas es la levada das 25 fontes, en el interior de Calheta, muy popular por las fuentes y cascadas que hay en el recorrido. También están la levada do Moinhos, la de Ponta do Pargo, la da Ribeira da Janela o la de Rocha Vermelha. Para los amantes del senderismo que visiten Madeira es indispensable hacer una o dos levadas y descubrir la belleza del interior de la isla y de su laurisilva. No tienes más que elegir la que más se adapte a tus condiciones físicas y a tus planes, y echarte a andar.
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