Los espectaculares y emblemáticos jardines de la Taconera, situados en el corazón histórico de Pamplona, son un verdadero vergel de 90.000 metros cuadrados. Son los más antiguos de la ciudad y fueron diseñados en 1830 en estilo francés. Siguen conservando ese aire romántico que tuvo en sus orígenes. Se encuentran junto al baluarte de la Taconera, que fue construido en el siglo XVII como refuerzo del flanco oeste de la ciudadela de Pamplona.
Son muchos los árboles diseminados por el territorio que ocupan los jardines de la Taconera. Hay hayas esbeltas, frondosos magnolios y exóticos ginkgos biloba. También encontramos laureles, acebos y una impresionante secuoya de unos 40 metros de altura. Sin embargo, uno de los árboles que más atrae la curiosidad de los paseantes es la mágica sófora japónica péndula, que se encuentra en el coqueto Café Vienés, un antiguo quiosco donde se alquilaban bicicletas. También merece la pena descubrir el tejo en espiral, el fresno “superviviente”, el más antiguo del parque, y un paseo central de flores que atrapa al visitante por su gama de colores y texturas.
Historia y patrimonio de los jardines
Aunque el nombre de los jardines de la Taconera (Pamplona) ya aparece en textos del siglo XIII, su nombre oficial de “La Taconera” sólo lo tiene desde 1992. Hasta el siglo XX, este espacio comprendía el actual Paseo de Sarasate y sus calles colindantes, o lo que es lo mismo, la zona del Primer Ensanche, que se encuentra frente a los burgos medievales de San Cermín y la población de San Nicolás.
Cuando se construyeron las murallas después de la conquista, toda la superficie del actual parque quedó intramuros, como un espacio libre entre la nueva ciudadela y los edificios de la ciudad. Poco a poco, este terreno fue utilizado por los pamploneses como zona de esparcimiento público, y se construyeron unos jardines en el siglo XIX con un frontón en el llamado Salón Viejo de la Taconera (hoy Plaza del Vínculo y aledaños). Incluso había amplias zonas de paseo por la actual calle de las Navas de Tolosa que llegaban hasta el Portal Nuevo.
Poco a poco se fueron levantando construcciones, como la piscina Larraina y la piscina de los militares, ambas en uno de los extremos del casco histórico de Pamplona. Se sabe que en la muralla de los siglos XVI y XVII había una puerta que recibió el nombre de Portal de la Taconera, pero ésta fue derribada en 1907 y reconstruida en 2002 reutilizando algunos materiales la puerta original. Hoy se puede ver al final de la calle de las Navas de Tolosa.
Monumentos y esculturas
Los elementos decorativos abundan en los Jardines de la Taconera de Pamplonapara que la experiencia del paseante sea más singular si cabe. Se puede decir que constituye un pequeño museo al aire libre, ya que se pueden contemplar varias esculturas y monumentos. En el paseo central de este parque de Pamplona, está el Monumento a Julián Gayarre, obra de Fructuoso Orduna (1950), y en uno de los pasillos laterales se halla el busto del compositor Hilarión Eslava, realizado por Juan Quevedo y León Barrenechea. Y cerca del Café Vienés, podemos ver el Monumento a la Beneficencia, más conocido como “la Mariblanca”, obra de Julián San Martín.
Minizoo de la Taconera
Los Jardines de la Taconeraconstituyen un delicioso y refrescante espacio para descansar del ajetreo y el ruido de la ciudad. También para programar una tarde con niños o idear un plan romántico en pareja. Además, desde comienzos de los años 60, en los fosos del antiguo baluarte de la Taconera existe un pequeño zoo con casi 300 animales, entre los que hay ciervas, patos, cisnes, pavos reales, faisanes, ocas, peces, ardillas, etc. Además, junto a la Taconera, el Parque de Antoniutti tiene un amplio espacio dedicado a la práctica del patinaje, con una pista de velocidad y un “skatepark”.