En la cara meridional del Monte Carmelo, en una finca de 17 hectáreas con vistas a Barcelona y al mar, el Park Güell se despliega como un sueño real salido de la imaginación del genial arquitecto catalán Antoni Gaudí. Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, el parque atrae cada año a unos tres millones de personas que buscan perderse en un universo de caminos ondulantes y formas orgánicas, un mundo onírico donde arquitectura y naturaleza se funden. Considerado como uno de los máximos exponentes del modernismo catalán, el Park Güell es además una expresión única de la imaginación desbordante de Gaudí, quien ensayó aquí un estilo naturalista y organicista que después hallaría su culmen en la Sagrada Familia.

  1. Qué ver en el Parque Güell: recorrido por una fantasía modernista
  2. De urbanización de lujo fracasada a parque público
  3. La Casa-Museo Gaudí
  4. Dónde comer cerca del Park Güell

De urbanización de lujo fracasada a parque público

A finales del siglo XIX, el rico empresario catalán Eusebi Güell, que ya había encargado varios proyectos a Gaudí, le pide el mayor hasta la fecha: una urbanización de lujo para familias de la alta burguesía, una suerte de ciudad-jardín al estilo británico que debía construirse en una finca recién adquirida en la Montaña Pelada (hoy llamada Monte Carmelo). Las obras, que comenzaron en 1900, avanzaron rápido, y hacia 1907 Güell comenzó a ceder la gran plaza para la celebración de actos públicos y privados. Sin embargo, al mismo tiempo se hizo patente que el proyecto sería un fracaso comercialmente. El elevado precio de las parcelas y el hecho de que estaban lejos y mal comunicadas con el centro, entre otras razones, hizo que apenas surgieran compradores interesados. De las 60 viviendas planeadas llegaron a construirse dos: una encargada por un amigo abogado de Güell y una segunda de muestra en la que viviría Gaudí, con su padre y sobrina, entre 1906 y 1925. Finalmente, las obras se abandonarían tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Después de la muerte de Eusebi Güell, en 1918, el Ayuntamiento decidió comprar la finca, que sería finalmente abierta como parque público en 1926.

Qué ver en el Parque Güell: recorrido por una fantasía modernista

La monumental entrada del parque se concibe como la puerta del Paraíso. Está presidida por una reja de hierro inspirada en las hojas de palmito y flanqueada por dos pabellones al más puro estilo Gaudí en lo que destacan sus cúpulas recubiertas de cerámica de colores. Los muros de piedra del recinto están cubiertos por grandes medallones en los que se lee “Park” y “Güell”.

Escalinata del Dragón

En la explanada de acceso al Park Güell de Barcelona nos espera la gran Escalinata del Dragón, flanqueada por dos murallas con almenas de fantasía. El agua de una fuente baja por la escalinata canalizada a través de sus elementos más representativos: a medio tramo, el escudo de Cataluña; en lo alto, un dragón con recubrimiento de mosaico cerámico, o trencadís, que se ha convertido en uno de los iconos del parque.

Sala Hipóstila

Llegamos así a la Sala Hipóstila, un espacio de 1.500 metros cuadrados que soporta la terraza superior gracias a 86 columnas de orden dórico, revestidas de trencadís en su base. También están recubiertas con esta técnica las bellas bóvedas semicirculares del techo. El espacio fue ideado por Gaudí para albergar el mercado de la fallida urbanización y esconde una curiosidad: las columnas canalizan el agua de lluvia a un depósito subterráneo utilizado para regar el parque. El exceso de agua es expulsado por la boca del famoso dragón.

Entrada Monumental Park Güell
Entrada Monumental Park Güell

Teatro Griego

Sobre el techo de la sala se asienta la Plaza de la Naturaleza, un amplio espacio oval que Gaudí diseñó como teatro griego y espacio de reunión comunitario. Está delimitado por el gran banco ondulado recubierto de mosaicos de trencadís, el lugar favorito de los turistas para sacar fotos de Barcelona al atardecer. Aunque la mayoría de motivos del collage son abstractos, si uno se fija bien puede encontrar estrellas, rosas, peces, cangrejos, cruces, frases en homenaje a la Virgen María y hasta la letra J, inicial del colaborador de Gaudí que lo ejecutó, Josep Maria Jujol.

Sala Hipóstila
Sala Hipóstila

Pórtico de la Lavandera

Desde la plaza, una puerta de hierro nos conduce al Pórtico de la Lavandera, un recorrido por lo que fueron los jardines de la Casa Larrard, donde Güell vivió durante la construcción del parque hasta su muerte. Es otro de los iconos del conjunto por sus columnas dobles en forma de palmera, que se inclinan hacia un muro curvado dando la impresión de que se transita por el interior de una ola. Aunque quizá el más célebre, éste no es el único pasaje o viaducto del Parque Güell. Para salvar la pendiente del terreno y comunicar las diferentes partes del parque, Gaudí diseñó varios viaductos, soportados por columnas inclinadas y bóvedas de piedra sin desbastar, que pueden visitarse fuera de la zona de pago del recinto. La finca, además, está surcada por caminos y atajos peatonales que el arquitecto diseñó para facilitar el acceso a las parcelas.

Plaza de la Naturaleza Park Güell
Plaza de la Naturaleza

Jardines de Austria

Los Jardines de Austria ofrecen  una de las mejores vistas del parque y los alrededores. Ocupan las parcelas donde nunca se construyeron viviendas y deben su nombre a los árboles donados por Austria con motivo de la exposición Viena en Barcelona, celebrada en 1977. Otro lugar del Parque con vistas es El Calvario, el lugar en el que Gaudí proyectó construir una capilla con forma de flor de seis pétalos que simbolizara el fin de la ascensión espiritual. Ante el fracaso del proyecto, diseñó este sencillo monumento, con reminiscencias de talayot megalítico, en el que despuntan tres cruces; una de ellas, en forma de punta, señala al cielo.

Un paseo por el Parque Güell
Un paseo por el Parque Güell

De urbanización de lujo fracasada a parque público

La historia el Parque Güell merece contarse. A finales del siglo XIX, el rico empresario catalán Eusebi Güell, que ya había encargado varios proyectos a Gaudí, le pide el mayor hasta la fecha: una urbanización de lujo para familias de la alta burguesía, una suerte de ciudad-jardín al estilo británico que debía construirse en una finca recién adquirida en la Montaña Pelada (hoy llamada Monte Carmelo). Las obras, que comenzaron en 1900, avanzaron rápido, y hacia 1907 Güell comenzó a ceder la gran plaza para la celebración de actos públicos y privados. Sin embargo, al mismo tiempo se hizo patente que el proyecto sería un fracaso comercialmente. El elevado precio de las parcelas y el hecho de que estaban lejos y mal comunicadas con el centro, entre otras razones, hizo que apenas surgieran compradores interesados. De las 60 viviendas planeadas llegaron a construirse dos: una encargada por un amigo abogado de Güell y una segunda de muestra en la que viviría Gaudí, con su padre y sobrina, entre 1906 y 1925. Finalmente, las obras se abandonarían tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Después de la muerte de Eusebi Güell, en 1918, el Ayuntamiento decidió comprar la finca, que sería finalmente abierta como parque público en 1926.

Casa Museo Gaudí
Casa Museo Gaudí

La Casa-Museo Gaudí

Para quienes deseen conocer más sobre la figura del genial artista catalán, en el parque también puede visitarse la casa en la que Gaudí vivió entre 1906 y 1925, hasta solo unos meses antes de su trágica muerte, atropellado por un tranvía el 10 de junio de 1926. La bella mansión modernista, diseñada por su colaborador Francesc Berenguer, permite adentrarse en la intimidad de Gaudí recorriendo su dormitorio y su estudio, además de conservar un busto de bronce y varios objetos y mobiliario original diseñados por el artista.

Consejos para la visita 

Ante todo, conviene tener en cuenta que el Park Güell es uno de los espacios más visitados de la ciudad. Eso significa que son muchos los miles de personas que pasan por aquí a lo largo del día /unos 4,5 millones al año) y que, aunque se trata de un parque muy extenso (algo más de 17 hectáreas), lo cierto es que hay espacios que en horas de gran afluencia pueden resultar algo agobiantes. Esto ocurre, sobre todo, a mediodía y última hora de la tarde durante los fines de semana.

Por eso, lo mejor para visitarlo es elegir la primera hora de la mañana. El parque abre sus puertas a diario para visitantes no residentes del barrio a las 9:30 horas. En horario de invierno (de finales de octubre a finales de marzo) la última hora para entrar varía entre las 18 y las 18:30 horas, en función de la luminosidad. En verano el horario se extiende hasta las 20 horas. Aunque se puede permanecer en el parque hasta la medianoche, lo cierto es que no hay iluminación, así que durante las horas sin luz natural conviene evitar las zonas menos concurridas.

El precio de la entrada general es de 10 euros y de 7 para menores entre 7 y 12 años. La misma tarifa que para personas de más de 65 años o con la Tarjeta Rosa reducida. Se puede visitar de forma gratuita previa inscripción en el registro Gaudir Més, con el que también es posible acceder gratis a varios museos de Barcelona. Para ello hay que presentarse en alguna de las oficinas de atención ciudadana (OAC) y formalizar dicho registro. Después hay que descargarse la entrada de día gratuita en el teléfono móvil.

Al Park Güell se puede llegar cómodamente en metro hasta la estación Vallcarca de la línea 3 y luego caminar unos 600 metros. Bajando en la estación de Lesseps se puede seguir camino hacia el parque con la línea 116 de bus urbano. También tienen paradas cercanas al Park Güell los buses números 22 y 24.

Se desaconseja al acceso en vehículo privado, dado que las plazas de aparcamiento que hay en el entorno están reservadas para residentes y, como tal, marcadas con líneas verdes en el pavimento. La alternativa es utilizar los servicios de taxi o de vehículos de transporte de pasajeros con conductor, VTCs.

Vistas de Barcelona desde El Park Güell

Dónde comer cerca del Park Güell

Al tratarse de un destino tan turístico, el Park Güell está rodeado de bonitos restaurantes en los que podrás disfrutas de la deliciosa gastronomía catalana. No te olvides de probar la escalivada, la escudella, el suquet de peix, el fricandó o los mongetes con botifarra. Son tantos los restaurantes que puedes elegir, que resulta difícil seleccionar sólo unos pocos, pero te recomendamos los siguientes para que tu experiencia sea placentera: Bar Mono (Plaza Sant Josep Oriol, 4), Restaurante La Cartuja (Calle Larrard, 37), Restaurante Terra Mia (Carrer de Ramiro de Maeztu, 31), Restaurante Pousada Caballito Blanco (Larrard, 30), La Pantxa del Bisbe (Torrent de Les Flors, 158) o Restaurant La Salut (Carrer de la Mre de Deu de la Salut, 16-18).