En el Valle de Cuelgamuros, al sur de la madrileña Sierra de Guadarrama, se alza una gran cruz de piedra de 150 metros de altura como recordatorio permanente del episodio más oscuro de la historia reciente de España. Visible desde 40 kilómetros a la redonda, la mole forma parte del conjunto monumental del Valle de los Caídos, construido entre 1940 y 1958 por orden del dictador español Francisco Franco para “perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada” –en referencia a la sublevación militar de julio de 1936 que dio lugar a la Guerra Civil y concluyó en 1939 con la derrota del Gobierno republicano y el comienzo de la dictadura-. Construida en parte por miles de presos republicanos bajo condiciones durísimas, esta obra arquitectónica está integrada por una abadía, una hospedería para visitantes y la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, un impresionante templo excavado en la roca que ha dejado de ser mausoleo del dictador, tras su exhumación, y es la mayor fosa común de España.
El Valle de los Caídos es, por todo esto, uno de los monumentos españoles más controvertidos. Su grandilocuente belleza, rodeada de naturaleza y unas impresionantes vistas de los alrededores, esconde un pasado oscuro y violento, lo que hace del monumento una visita obligada para todos aquellos que quieran conocer mejor la reciente historia de España.
Visita al Valle de los Caídos: qué ver
Más allá de ser uno de los lugares más simbólicos del Franquismo, el Valle de los Caídos merece una visita por su arquitectura monumental y el entorno natural único en el que se levanta. En plena sierra de Madrid, a solo 10 kilómetros del famoso monasterio de El Escorial, el monumento ostenta varios récords por su exagerada envergadura. La cruz de 150 metros -a los que se podrían sumar otros 150, si se tiene en cuenta como pedestal el risco de la Nava sobre el que se asienta- está considerada la cruz cristiana más alta del mundo. Un camino con rampa y escaleras lleva hasta su mismo pie (hasta 2009 funcionó un funicular ahora cerrado), desde donde pueden apreciarse mejor las enormes esculturas de los cuatro evangelistas, en el basamento, y de las cuatro virtudes cardinales, en el cuerpo intermedio de la cruz.
La Basílica de la Santa Cruz, de 260 metros de largo, también puede presumir de ser el templo excavado en roca granítica más grande del mundo. Realizada, como el resto del conjunto, por los arquitectos Pedro Muguruza y Diego Méndez, la basílica destaca por su gran nave central, a la que se accede desde una amplia explanada frontal, tras atravesar una escalinata, el pórtico de entrada y una reja de inspiración plateresca. A izquierda y derecha, bajo una impresionante bóveda excavada en roca viva, se abren seis pequeñas capillas, además de las dos del Santísimo y del Sepulcro, en el crucero, tras las cuales se hallan los columbarios con miles de restos humanos de ambos bandos, todos entremezclados. Tras la Guerra Civil, el régimen franquista trajo aquí miles de cuerpos desde fosas comunes de toda España, muchos de ellos sin el consentimiento de sus familiares.
Entre la profusa iconografía religiosa de la basílica, que repasa la historia de España como nación católica, destacan las grandes imágenes de cuatro grandes arcángeles de bronce, de 7 metros cada una, en torno al presbiterio; y el mosaico del Pantocrátor que decora la cúpula del crucero, realizado por Santiago Padrós. Enfrentados a ambos lados del altar mayor, en un lugar central que convertía el espacio sin duda en un mausoleo, se encontraban las tumbas de Francisco Franco y José Antonio. La del primero ya inexistente, tras su exhumación en octubre de 2019.
En la parte posterior de la basílica y la gran cruz, en torno a una gran explanada de 300 metros de largo, encontramos los edificios que componen la abadía benedictina del Valle de los Caídos, con su claustro, monasterio, noviciado, escolanía, biblioteca, cementerio y una hospedería con restaurante que acoge eventos espirituales y convenciones, además de servir como residencia de descanso y de estudiantes que preparan oposiciones. Como curiosidad: la escolanía forma a unos cincuenta niños que cantan a diario en la basílica la misa solemne junto a los monjes benedictinos. Se trata de la única escolanía del mundo que canta gregoriano todos los días durante el curso académico.
El Valle de los Caídos, una fuente permanente de polémica
Tras 40 años de democracia en España, cada vez son más las voces críticas con la existencia de un monumento que las fuerzas progresistas ven como un homenaje a los vencedores de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Si bien es cierto que el monumento nació con ese espíritu, Franco modificó el propósito inicial mediante un decreto-ley que en 1957 pretendió presentarlo como un símbolo de “reconciliación” en homenaje a “todos” los caídos.
A esa supuesta intención, sin embargo, no ayudó que el dictador fuera enterrado aquí con honores, a modo de mausoleo, en 1975, ni la tenebrosa historia del monumento. Aunque la controversia perdura, la mayoría de historiadores de prestigio coinciden en que el Valle de los Caídos fue construido con el trabajo forzado de unos 20.000 presos republicanos, algunos llegando incluso a morir por las duras condiciones. Todavía hoy, el monumento es frecuentado por algunos nostálgicos de la dictadura que acuden a rendir honores al caudillo.
Por todo ello, en los últimos tiempos existe un debate político que apunta a la re-significación del monumento como centro de interpretación de la dictadura franquista y verdadero espacio de homenaje a sus víctimas, incluidos los presos que lo levantaron.