Este paraíso natural, la Sierra de Urbasa y Andía, es en realidad casi una meseta altísima que hace unos 65 millones de años estaba cubierta por el mar. Ahora, son las nubes las que buscan estas tierras navarras para descargar un agua bendita que hace florecer maravillas entre bosques, nacimientos de ríos y roquedos.
Contexto natural y geográfico
Esta increíble sierra se encuentra muy cerca de Estella, en el corazón verde de Navarra. Conforma desde hace décadas uno de los parques naturales más importantes de España en su conexión con la Sierra de Andía.
En total son 21.400 hectáreas que guardan tesoros como el Nacedero del río Urederra, un espectáculo de tonalidades verdes y azules, un acantilado de más de 200 metros de altura que es un mirador único o uno de los mayores hayedos del país.
Hace más de 65 millones de años, esta zona estaba bajo el mar Cantábrico y ahora recibe sus ricas aguas cuando las nubes descargan sobre estas dos sierras. Además, las características especiales de su suelo y su relieve han generado tres tipos de vegetación: los bosques, los rasos y la flora que crecen en los roquedos.
En Urbasa dominan los bosques de haya con arces y fresnos y entre sus joyas naturales está el tejo de Otsaportillo y un haya gigantesca, llamada de Limitaciones, que son por sí monumentos naturales.
Puntos de interés
La Sierra de Urbasa cuenta con numerosos puntos de interés naturales, como el propio Nacedero de Urederra o el Hayedo encantado, pero también con miradores increíbles y un patrimonio cultural e histórico que incluye desde dólmenes a palacios y ermitas.
Uno de los puntos más importantes de la visita es el Monasterio de Santa María La Real de Iranzu, que se encuentra aislado en un valle de la zona de Andía. Este edificio gótico aúna la fuerza del agua, que no deja de escucharse en ningún momento, con un precioso claustro. Se pueden visitar igualmente la Iglesia de Santa María y hasta las celdas de castigo del monasterio.
Otro de los edificios más conocidos es el Palacio de Urbasa que construyó el marqués de Andía en el siglo XVII en un raso y fue refugio de pastores ya que nadie de la familia lo acabó habitando.
Entre las ermitas que bien merecen un vistazo están las de San Donato y San Cayetano y la famosa de San Adrián, ya en Andía.
Eso sí, no podemos irnos de Urbasa sin visitar el mirador del Balcón de Pilatos. Es un acantilado de más de 200 metros con unas vistas impresionantes y del que sale una plataforma que bien parece un balcón al abismo. Cuentan que en la guerra, varios hombres fueron ejecutados obligándolos a caminar con los ojos vendados hasta caer al vacío. De ahí, le vino el nombre de Pilatos.
Rutas senderistas y actividades
Esta parte del parque natural cuenta con muchas rutas senderistas espectaculares y fáciles de hacer, incluso con niños pequeños, como el famoso camino del Nacedero de Urederra. Pero también cuenta con algunos caminos para más especialistas, como la subida al Monte Beriain, a 1492 metros de altura, la cumbre de Urbasa.
Por suerte, las zonas más espectaculares de la sierra son accesibles para todos los públicos, como el Nacedero de Urederra, que es una de las más conocidas de Navarra. En total son siete kilómetros ida y vuelta, desde el municipio de Baquedano, para descubrir tonos de verde que no habíamos visto nunca, saltos de agua de hasta 100 metros de altura, en un bosque de hayas y robles.
Otro de los espectáculos naturales de Urbasa es el Hayedo encantado, un camino de ocho kilómetros, ida y vuelta, donde se asciende por un paisaje casi mágico, de ahí su nombre. Durante el recorrido, la luz juega a hacerse un hueco entre hayas y el remate final son las vistas que se tienen del Valle de la Barranca y la Sierra de Aralar y el macizo.
También podemos optar por una ruta más histórica, como la de los Dólmenes, sobre todo después de visitar el Balcón de Pilatos y sobrecogernos con su espectacularidad. En este caso, el camino es llano y muy sencillo y visita dos o tres de los restos arqueológicos que siguen en pie en esta zona de Navarra, el de Artekosaro o el de la Cabaña.
Ya en Andía, podemos optar por hacer la ruta de la Ermita de San Adrián, otro recorrido de nueve kilómetros que comparte igualmente la frondosidad de los paisajes con las alturas.