El Mirador del Río es uno de los rincones más especiales de la isla de Lanzarote. Su localización en lo alto del Risco de Famara –un macizo montañoso de 22 kilómetros de longitud– le otorga unas panorámicas únicas del parque natural del Archipiélago Chinijo. Al mismo tiempo, la obra se halla sobre las Salinas del Río, las cuales llaman la atención por la tonalidad rojiza que aportan al paisaje.
Un mirador esculpido en la roca
Como es habitual en las creaciones de César Manrique –el artista más célebre que ha dado la isla–, el Mirador del Río muestra una magnífica integración entre arquitectura y naturaleza, siendo el edificio prácticamente inapreciable desde el exterior. Este camuflaje responde a una clara intencionalidad por parte de su artífice de fundir la obra con el entorno paisajístico, huyendo en todo momento de un posible impacto o agresión medioambiental.
El ingreso al mirador se realiza a través de un pasillo flanqueado por hornacinas, las cuales acogen cerámicas tradicionales ejecutadas por el artesano local Juan Brito. El corredor desemboca en el corazón del edificio, es decir, en la gran sala central, donde se encuentran los espectaculares ventanales que cumplen la función de “ojos del mirador”. A través de ellos se divisa el conjunto de islotes que conforman el parque natural del Archipiélago Chinijo, entre los que destaca la isla de La Graciosa, considerada la octava isla canaria. Asimismo, en primer término, se puede vislumbrar el tramo de mar que separa las islas de Lanzarote y La Graciosa, al que los locales denominan “río”, siendo por tanto la toponimia de este elemento natural la que da nombre al mirador.
Un proyecto tremendamente ambicioso
El Mirador del Río es una de las obras que mejor representa el lenguaje artístico de César Manrique, un polifacético creador que aspiraba a la consecución de obras de arte totales, pues abordaba de manera conjunta disciplinas tan disímiles como la pintura, la escultura, el urbanismo o el paisajismo. Además, podemos afirmar que acostumbraba a solventar con éxito esa pretendida integración en cada una de sus intervenciones arquitectónicas. Manrique se distinguió en todo momento por la búsqueda de una conjugación armónica entre arte y naturaleza, la cual alcanza de forma memorable en este bello mirador.
De hecho, su buen hacer y su implicación en la defensa de los valores medioambientales lo llevaron a cosechar reconocimientos tales como el Premio Mundial de Ecología y Turismo (1987) y el Premio Europa Nostra (1985); este último debido a su labor artística y medioambiental en la isla de Lanzarote.
Sin embargo, no debemos otorgar todo el mérito de este excepcional mirador a César Manrique, pues en el proyecto también intervinieron el arquitecto Eduardo Cáceres y el artista Jesús Soto. Juntos culminarían una obra que, pese a su aparente sencillez externa, supone un verdadero alarde técnico, ya que para erigirla fue necesario excavar el terreno, construir el edificio y cubrirlo posteriormente con piedra volcánica.
El resultado es una hermosa construcción en la que destaca la bicromía que forman el blanco, presente en paredes y techos, y el marrón de los suelos interiores y de la roca, ya en el exterior. Además, el lenguaje arquitectónico encuentra un magnífico complemento en las diferentes esculturas del mirador. Los visitantes se topan con la primera de ellas en el exterior, una esquemática composición que fusiona las figuras de un pájaro y un pez. Ya en el interior, sobresalen las esculturas abstractas ubicadas en el techo cóncavo de la sala central, las cuales, además de embellecer el conjunto, ayudan a tamizar la reverberación del sonido.
Una cafetería única
La sala principal del Mirador del Río alberga una agradabilísima cafetería, especialmente cuando tienes la suerte de encontrar libre una de las mesas ubicadas junto a las cristaleras. En ella puedes degustar algunos de los productos típicos de la tierra, como los quesos o las mermeladas, o simplemente saborear un café disfrutando del espectáculo visual.
Del mismo modo, el conjunto arquitectónico posee una tienda emplazada en una sala independiente, accediéndose a ella por medio de una escalera curva. Este espacio comercial llama la atención por su claridad casi nívea.
Finalmente, el Mirador del Río nos permite, además de contemplar el paisaje desde las entrañas del edificio, o lo que es lo mismo, desde el corazón del risco, asomarnos a sus balcones exteriores o a la atalaya y enamorarnos más si cabe del singular paisaje de la isla de Lanzarote y el parque natural del Archipiélago Chinijo.
Dónde dormir cerca del Mirador del Río
Una buena opción para alojarse en Lanzarote es el Barceló Lanzarote Active Resort. Un moderno alojamiento que, al estar situado en la parte central de la isla, permite llegar en poco más de media hora de coche a cualquier punto de Lanzarote, incluido el Mirador del Río. Concebido como un entorno energético y activo, este resort lo tiene todo para convencer a todo tipo de públicos: desde parejas, familias y grupos de amigos hasta aquellas personas que prefieren viajar solas. Y desde los más deportistas hasta quienes anhelan disfrutar del sol, del mar o las piscinas, de la buena gastronomía y de todo tipo de espectáculos, entre otras muchas opciones.
Sin salir del complejo, pero concebido como un entorno aparte de exclusividad y servicios diferenciados está el hotel Barceló Lanzarote Royal Level. Entre esos servicios está la posibilidad de disfrutar de actividades deportivas como buceo, windsurf, golf y una piscina de dimensiones olímpicas con diez calles. Y, junto a ellas, una escogida oferta gastronómica que hará las delicias de los más gourmets.
En el mismo municipio y, por tanto, muy céntrico dentro de Lanzarote está el hotel Barceló Teguise Beach, solo para adultos. Renovado por completo, la decoración de sus 155 habitaciones se inspira en la arquitectura local y, por eso, en cierta forma también en el universo creativo de César Manrique. Después de un día de excursiones por la isla, incluida la visita al Mirador del Río, el hotel Barceló Teguise Beach ofrece también un completo Centro Wellness en el que relajarse mediante las más innovadoras técnicas y tratamientos.