Sofía, capital de Bulgaria, no es una ciudad que se imponga con grandes pretensiones, pero ese es precisamente su encanto. A simple vista, puede parecer un lugar de contrastes: amplias avenidas de la era soviética que desembocan en iglesias medievales, ruinas romanas escondidas bajo estaciones de metro, y mercados al aire libre junto a modernos centros comerciales. Sin embargo, al recorrer sus calles, se revela una ciudad llena de matices, donde más de 7.000 años de historia —por aquí pasaron tracios, romanos, bizantinos, otomanos y soviéticos— conviven con una energía contemporánea vibrante. Este es un destino donde los mosaicos romanos y las cúpulas doradas de las iglesias ortodoxas comparten espacio con cafeterías bohemias y galerías de arte urbano, haciendo de Sofía una ciudad no solo para visitar; sino también para explorar, perderse y, sobre todo, descubrir.
Historia de Sofía: de la Serdica tracia a la moderna capital de Bulgaria
Pocas ciudades en Europa pueden presumir de un pasado tan extenso y diverso como Sofía. Sus orígenes se remontan al siglo VIII a.C., cuando los tracios fundaron un asentamiento llamado Serdica en el valle donde convergen varias montañas. Posteriormente, la ciudad ganó importancia bajo el dominio romano, convirtiéndose en un próspero centro comercial y administrativo. Fue aquí donde se construyeron baños termales, acueductos, un foro y un anfiteatro, cuyas ruinas todavía pueden explorarse hoy, especialmente en la zona de la plaza Nezavisimost y la estación de metro Serdika.
En el siglo IV, Serdica ocupó un lugar especial en la historia del cristianismo. El emperador Constantino el Grande la describió como su ciudad favorita, llegando a decir: «Serdica es mi Roma». Bajo su reinado, se erigió la Iglesia de Sveti Georgi, una joya de ladrillo rojo que se mantiene como una de las iglesias cristianas más antiguas de Europa y cuyos frescos bizantinos todavía fascinan a los visitantes.

La llegada de los bizantinos y luego de los otomanos en el siglo XIV transformó Serdica en un crisol de culturas. Durante casi cinco siglos de dominio otomano, Sofía se convirtió en un importante enclave administrativo, aunque sus raíces cristianas fueron silenciadas por las nuevas mezquitas, como la Banya Bashi, que sigue en pie como testimonio de este periodo. Fue también en este tiempo cuando la ciudad adoptó su nombre actual, Sofía, en honor a la Iglesia de Santa Sofía, cuya austera arquitectura medieval contrasta con las opulentas catedrales ortodoxas que surgirían más tarde.
Con la liberación de Bulgaria del Imperio Otomano en 1878, Sofía fue elegida capital en 1879. Desde entonces, la ciudad comenzó a modernizarse, adoptando influencias de Europa Occidental mientras construía su propia identidad. Durante el siglo XX, el periodo comunista dejó su huella con grandes bulevares y monumentos de estilo brutalista, como el Palacio Nacional de la Cultura (NDK), que hoy sirven como un contraste fascinante frente a las estructuras más antiguas.
Sofía no solo es la capital administrativa de Bulgaria, sino también un mosaico vivo de las civilizaciones que han pasado por ella. Desde sus raíces tracias hasta su renacer como una ciudad cosmopolita europea, cada rincón cuenta una parte de esta historia rica y, a menudo, sorprendente.
Catedral de Alejandro Nevski: el emblema dorado de Sofía
La Catedral de Alejandro Nevski es, sin duda, uno de los monumentos más icónicos de Sofía y un símbolo de Bulgaria. Construida entre 1882 y 1912 en honor a los soldados rusos que murieron durante la guerra ruso-turca, esta majestuosa iglesia ortodoxa combina elementos arquitectónicos bizantinos y neoclásicos.
Con su característica cúpula dorada, visible desde varios puntos de la ciudad, la catedral impresiona tanto por su exterior como por su interior. Al entrar, te recibe un espacio amplio y solemne adornado con frescos, iconos dorados y una imponente lámpara de araña. No olvides visitar la cripta, que alberga una valiosa colección de arte religioso y algunos de los mejores iconos ortodoxos del país.

Iglesia de Boyana: frescos que marcaron un antes y un después
Ubicada a las afueras de la ciudad, al pie del monte Vitosha, la Iglesia de Boyana es una joya declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida en el siglo X, esta pequeña iglesia de piedra es célebre por sus frescos, considerados una de las primeras manifestaciones del Renacimiento europeo.
Las pinturas, realizadas en 1259, destacan por su detallado realismo y por las expresiones humanas de los personajes, rompiendo con las rígidas representaciones bizantinas. Cada rincón de la iglesia cuenta una historia: desde escenas de la vida de Cristo hasta retratos de los donantes y santos. Es un lugar donde el arte trasciende el tiempo, dejando una huella imborrable en la historia del arte europeo.

Bulevar Vitosha: la arteria principal de la Sofía
El Bulevar Vitosha es el corazón comercial y social de Sofía, donde locales y turistas se mezclan entre cafeterías, boutiques y restaurantes. Este paseo peatonal ofrece vistas espectaculares del monte Vitosha, especialmente al atardecer, cuando la luz resalta los edificios de estilo modernista que lo flanquean.
Aquí encontrarás tiendas de marcas internacionales, pero también joyerías y boutiques locales que venden productos típicos búlgaros. Es el lugar ideal para disfrutar de un café, probar un postre típico como el banitsa, o simplemente pasear mientras observas el bullicio de la vida urbana.

Catedral de Sveta-Nedelya: un refugio en el centro de la ciudad
La Catedral de Sveta-Nedelya, situada en pleno centro de Sofía, es un ejemplo perfecto de la arquitectura ortodoxa búlgara. Aunque su historia se remonta al siglo X, el edificio actual es una reconstrucción tras el atentado de 1925, que la destruyó casi por completo.
El interior de la iglesia es tranquilo y acogedor, con frescos que narran escenas bíblicas y una impresionante cúpula central. Es un lugar ideal para hacer una pausa y reflexionar mientras disfrutas de la atmósfera espiritual que lo envuelve.

La Iglesia de San Nicolás: un rincón de Rusia en Sofía
La Iglesia de San Nicolás, conocida como la Iglesia Rusa, es uno de los edificios más fotogénicos de la ciudad. Construida en 1914 para la comunidad rusa, su arquitectura típica rusa con cúpulas doradas y verdes la distingue de otros templos en Sofía.
El interior, aunque pequeño, es igual de fascinante, con iconos ortodoxos y un ambiente íntimo. Según la tradición, los visitantes dejan notas con deseos en la cripta de San Nicolás, esperando que se hagan realidad.

Visitar la Mezquita Banya Bashi: el legado otomano de Sofía
La Mezquita Banya Bashi, construida en 1566 durante el dominio otomano, es un recordatorio del pasado multicultural de Sofía. Su nombre, que significa «muchos baños», hace referencia a las aguas termales que fluyen bajo el edificio.
La mezquita, diseñada por el famoso arquitecto otomano Mimar Sinan, destaca por su minarete y su sencilla pero elegante decoración interior. Es un lugar de culto activo, pero también está abierta a visitantes interesados en aprender más sobre la herencia islámica de la ciudad.

Sinagoga de Sofía: un bastión monumental del judaísmo sefardí
La Sinagoga de Sofía, inaugurada en 1909, es la mayor sinagoga sefardí de Europa y un testimonio del legado judío en Bulgaria. Este edificio monumental, con capacidad para más de mil personas, impresiona por su arquitectura de estilo morisco, adornada con detalles en mármol, madera tallada y vidrio de colores.
En su interior destaca la inmensa araña de cristal, una de las más grandes de los Balcanes, que ilumina el templo con una luz cálida y acogedora. Además, el edificio alberga un pequeño museo que narra la historia de la comunidad judía búlgara, desde su llegada al país hasta la Segunda Guerra Mundial.

Mercado Central de Sofía: una inmersión en la vida local
Situado cerca de la sinagoga, el Mercado Central (o Tsentralni Hali) es un lugar ideal para sumergirte en el día a día de los habitantes de Sofía. Este mercado cubierto, inaugurado en 1911, combina arquitectura neorrenacentista con elementos típicos búlgaros, creando un espacio único para explorar.
En sus numerosos puestos encontrarás productos frescos como quesos, embutidos, especias y miel. No olvides probar el lukanka, un embutido típico, o llevarte un frasco de miel de rosa, una especialidad local. Además, el mercado cuenta con cafeterías y pequeños restaurantes donde puedes degustar platos tradicionales como el shopska, la ensalada nacional.
Dónde comer: cocina búlgara en las tradicionales ‘mehanas’
Sofía ofrece una rica escena gastronómica que combina tradiciones búlgaras con influencias balcánicas y mediterráneas. En el centro de la ciudad, restaurantes como Moma Bulgarian Food & Wine destacan por su enfoque en ingredientes locales y recetas tradicionales reinventadas, como el kavarma, un guiso de carne y verduras.
Si prefieres un ambiente más informal, las tabernas conocidas como mehanas —encontrarás varias en la ciudad— son el lugar perfecto para probar platos como el banitsa, acompañado de rakia, el aguardiente típico búlgaro. Para los amantes del café, Sofía está llena de cafeterías acogedoras, ideales para disfrutar de un espresso y un pastel de miel mientras observas la vida de la ciudad.
Museos destacados: una puerta al pasado y al arte
Sofía alberga museos para todos los gustos. El Museo Nacional de Historia, situado en un antiguo palacio comunista, ofrece una visión completa de la historia de Bulgaria, desde la época tracia hasta la era contemporánea. Entre sus piezas más destacadas se encuentran los tesoros de oro tracio, verdaderas obras maestras de la orfebrería antigua.
Por otro lado, el Museo de Arte Socialista transporta a los visitantes a la época comunista con su colección de estatuas, cuadros y carteles de propaganda. Para los amantes de la arqueología, el Museo Arqueológico Nacional, ubicado en una antigua mezquita otomana, es una parada imprescindible.
Iglesia de Sveti Georgi: el edificio más antiguo de Sofía
Escondida entre edificios modernos, la Iglesia de Sveti Georgi es el edificio más antiguo de Sofía, construido en el siglo IV. Este pequeño templo de ladrillo rojo, también conocido como la Rotonda de San Jorge, ha sobrevivido a la caída de imperios y a numerosos conflictos, convirtiéndose en un símbolo de resistencia.
En su interior, frescos medievales cubren las paredes, narrando escenas bíblicas con una riqueza de detalles impresionante. El contraste entre este antiguo templo y su entorno urbano lo convierte en uno de los rincones más fascinantes de la ciudad.

Consejos para la visita: recomendaciones para exprimir Sofía
Sofía es una ciudad fácil de explorar a pie, especialmente el centro histórico, donde se concentran la mayoría de las atracciones. Sin embargo, su sistema de transporte público, que incluye tranvías, autobuses y metro, es eficiente y económico, ideal para llegar a lugares como la Iglesia de Boyana o el monte Vitosha.
La mejor época para visitar Sofía es primavera y otoño, cuando el clima es suave y agradable, perfecto para pasear por sus calles y parques. No olvides llevar calzado cómodo, ya que muchas de las calles del casco antiguo están adoquinadas.