Sal Rei, la apacible capital de Boa Vista, es la puerta de entrada a una de las islas más fascinantes de Cabo Verde. Situada en la costa noroeste, esta pequeña ciudad de apenas 10.000 habitantes es el resultado de mezclar la herencia colonial portuguesa con la fascinante y colorida cultura local criolla, ofreciendo al viajero la autenticidad de la vida isleña y una atmósfera relajada y hospitalaria. Aquí, el bullicio es sustituido por el sonido del océano, el ritmo pausado de sus habitantes y la brisa que acaricia las calles coloniales. En Sal Rei, los viajeros pueden pasear por su puerto pesquero, recorrer su casco urbano salpicado de casas de colores, disfrutar de playas de arena fina y degustar la gastronomía local en pequeños restaurantes familiares. Además, su ubicación estratégica permite explorar los paisajes desérticos de Boa Vista y sus playas vírgenes sin grandes desplazamientos.

  1. Historia del lugar: Sal Rei, la villa que nació de la sal y el comercio atlántico
  2. Qué visitar en Sal Rei: plazas coloniales, fortalezas y mercados locales
  3. Playas y actividades al aire libre: aventuras en las dunas y deportes acuáticos en el Atlántico
  4. Gastronomía local: sabores caboverdianos de la tradición criolla

Historia del lugar: Sal Rei, la villa que nació de la sal y el comercio atlántico

Sal Rei no fue siempre la apacible capital de Boa Vista. Su historia está marcada por la fiebre de la sal, las rutas comerciales del Atlántico y la amenaza constante de piratas que acechaban sus costas. Fundada en el siglo XVII, la localidad debe su nombre a las vastas salinas que se extendían en las proximidades y que convirtieron a Boa Vista en un enclave codiciado por comerciantes portugueses, británicos y franceses. Durante siglos, la sal extraída de estas lagunas fue un bien preciado, exportado hacia Europa, Brasil y las colonias africanas en barcos que partían desde su bahía natural, un puerto natural seguro para las embarcaciones al estar protegida por islotes, lo que favoreció el crecimiento de la ciudad.

Pero la prosperidad trajo consigo riesgos. En 1815, la isla fue atacada por el corsario francés Jacques François Ares de Saint-Félix, quien saqueó la ciudad, quemó almacenes y obligó a los habitantes a huir tierra adentro. Para proteger la población, los portugueses fortificaron el islote de Sal Rei, erigiendo en 1818 el Forte Duque de Bragança, cuyas ruinas aún dominan el horizonte.

El declive del comercio de la sal en el siglo XX sumió a la ciudad en un letargo, hasta que el turismo trajo un nuevo renacer. Hoy, Sal Rei conserva su alma marinera y colonial en sus calles adoquinadas, sus plazas sombreadas y su animado mercado, donde el aroma del pescado fresco se mezcla con la alegre algarabía de los vendedores. Es un lugar donde la historia no se cuenta solo en libros, sino en las fachadas gastadas por el tiempo y en las historias que los ancianos aún susurran a la orilla del mar.

Qué visitar en Sal Rei: plazas coloniales, fortalezas y mercados locales

Sal Rei es una ciudad para descubrir sin prisas, paseando entre plazas de reminiscencia portuguesa, calles de casas coloridas y mercados donde la vida late al ritmo pausado de Boa Vista.

La Praça de Santa Isabel, con su suelo adoquinado y su icónica iglesia azul y blanca, es el epicentro de la vida social. Durante el día, niños juegan bajo la sombra de las palmeras, mientras los vendedores ambulantes ofrecen frutas tropicales y tejidos de vivos colores. Por la tarde, cuando la luz del sol baña de dorado las fachadas coloniales, la plaza se convierte en el punto de encuentro de locales y viajeros.

Pueblo de Sal Rei

A unos metros, el Mercado Municipal es el lugar perfecto para sumergirse en los sabores de la isla. En sus pasillos, las mujeres caboverdianas venden mangos, plátanos y papayas recién cosechados, mientras los pescadores exponen doradas, atunes y langostas aún húmedas del Atlántico. Aquí no hay prisa: el mercado es un espacio de conversación, de regateo pausado y de intercambio de historias con los vendedores.

Pero si hay un rincón que habla del pasado turbulento de Sal Rei, ese es el Forte Duque de Bragança. Construido en el siglo XIX sobre el islote de Djeu, a pocos minutos en barca, la fortaleza fue el bastión defensivo contra los piratas que asolaban la isla. Hoy, sus muros erosionados por el viento y el mar aún conservan la memoria de aquellos tiempos. Desde la cima de las ruinas, las vistas son inmejorables: el azul infinito del Atlántico, la franja dorada de las playas y, en la distancia, las dunas que anuncian la inmensidad del desierto de Boa Vista.

Para los más curiosos, en las afueras de la ciudad se encuentran los vestigios de una antigua fábrica de cerámica, un recuerdo del pasado industrial de la isla. Entre los restos de hornos de ladrillo y herramientas olvidadas, se pueden imaginar los días en que Boa Vista no solo exportaba sal, sino también cerámica, utilizada tanto en la isla como en las rutas comerciales del Atlántico.

Playas y actividades al aire libre: aventuras en las dunas y deportes acuáticos en el Atlántico

Sal Rei es una ciudad bañada por el océano, lo que significa que algunas de las mejores playas de Boa Vista están a un paso del centro. Praia de Estoril, protegida del oleaje gracias a los islotes cercanos, es perfecta para nadar, relajarse y probar deportes acuáticos como el paddle surf o el snorkel. Sus aguas tranquilas y poco profundas la convierten en una opción ideal para familias o para quienes buscan un baño sin corrientes fuertes.

Para los amantes del windsurf y el kitesurf, Praia de Chaves, a pocos minutos de la ciudad, ofrece condiciones inmejorables con sus vientos constantes y su larga franja de arena dorada. Aquí, varias escuelas de deportes acuáticos permiten a los visitantes alquilar equipo o tomar clases con instructores experimentados.

Pero no todo es mar en Sal Rei. Desde la ciudad, se pueden organizar excursiones en quad o 4×4 hacia el Desierto de Viana, un paisaje de dunas de arena blanca que parece sacado del Sáhara, o visitar la Bahía de Varandinha, donde acantilados y cuevas esculpidas por el viento crean un escenario único para la fotografía y la exploración.

Gastronomía local: sabores caboverdianos de la tradición criolla

La cocina de Sal Rei es un reflejo de la identidad de Boa Vista: una fusión de influencias africanas, portuguesas y criollas con el Atlántico como protagonista. En los restaurantes locales, los viajeros pueden degustar el cachupa, el plato nacional de Cabo Verde, un guiso de maíz, judías y carne o pescado que varía según la isla y la tradición familiar.

Los mariscos frescos son imprescindibles en cualquier visita a Sal Rei. El lagarto grelhado (pez lagarto a la parrilla) y la lagosta con mantequilla de ajo son especialidades que se pueden disfrutar en restaurantes junto a la playa, como en Churrasqueira Sal Rei o el conocido Morabeza Beach Bar, donde la comida se acompaña de música en vivo y vistas al atardecer.

Para los que buscan sabores auténticos, los pequeños bares locales ofrecen bocados como el pastel de atún y el pão com chouriço, perfectos para una merienda rápida entre paseos. Todo ello acompañado de un vaso de grogue, el aguardiente de caña de azúcar típico de Cabo Verde, o un ponche de frutas casero.