La Basílica de Santa María es un templo aparentemente perfecto en su diseño y equilibrado. Sin embargo, muchos de sus elementos guardan secretos de lo que ha significado este lugar para la ciudad de Alicante. Además de ser el templo más antiguo de la ciudad, por sus muros han pasado reyes como Alfonso X el Sabio, que fue quien la purificó, pero también incendios casi mortales y asaltos y mutilaciones.
Quizás por ese espíritu de supervivencia es uno de los lugares más queridos por los alicantinos.
Historia
Los restos de esta basílica, considerada el templo cristiano más antiguo de Alicante, se levantan sobre la mezquita mayor que los musulmanes erigieron durante su dominio de la ciudad. Fue en el año 1248 cuando Alfonso X el Sabio la conquistó y derribó todo símbolo religioso islámico. Él mismo ordenó reedificar sobre la aljama una iglesia que purificó y rebautizó como de Santa María de la Asunción. Cuentan algunas fuentes que la invocación la decidió su mujer Violante, que se quedó embarazada mientras estaban en tierras alicantinas.
Fue en el siglo XIV cuando se levantó una nueva estructura de estilo gótico valenciano y con una sola torre en su fachada. Se sabe que tenía también un coro y una capilla en honor a San Blas que han desaparecido. Y es que en 1484 sufrió un terrible incendio que obligó a reconstruirla parcialmente gracias al fervor del pueblo que vio cómo de las llamas se salvó un cofre donde se guardaban hostias sacramentadas. Se habló de este acontecimiento como el milagro del Santísimo Sacramento.
Fue en el siglo XVI cuando se construyó una capilla para la Inmaculada Concepción, se compró la pila bautismal que aún sigue utilizándose y que está considerada una de sus joyas escultóricas, y se añadieron otras capillas por la Vila Vella.
Durante la Guerra de los Nueve años, en el siglo XVII, volvió a sufrir daños por un bombardeo francés y aún hoy se pueden apreciar las huellas de los proyectiles en algunas zonas de la fachada.
Fue uno de los factores que hicieron que empezase a entrar en declive, sobre todo con el auge de la concatedral de San Nicolás, que se reformó n esos tiempo, pero de nuevo resurgió el espíritu de supervivencia de esta basílica y consiguió recuperar su esplendor con una nueva torre y una fachada de estilo barroco, obra de Juan Baustista Borja, y un altar dorado rococó.
Al principio de la Guerra Civil, la entonces iglesia de Santa María fue saqueada y algunas de sus obras acabaron en una hoguera gigante en la plaza que toma su nombre. También fue usada como almacén militar, dejándola de nuevo en muy mal estado.
La reforma final se realizó en 1995 y en 2007 se pidió al Papa que se la ascendiera a basílica, que es el título que ostenta ahora.
Información de la visita
La visita a esta magnífica basílica puede hacerse de lunes a sábado, en horario de 10 de la mañana a siete de la tarde, y los domingos desde las dos del mediodía hasta las siete, igualmente. Hay que tener en cuenta que los últimos tickets se venderán hasta 40 minutos antes del cierre por lo que no podemos esperar a última hora.
La tarifa general es de seis euros, pero los mayores de 65 años pagan 5 euros y los universitarios y estudiantes de 13 a 17 años, sólo 4 euros. También hay una entrada especial de cuatro euros para los grupos de más de 20 personas y de tres euros si se trata de colegios.
La visita es gratuita para los menores de 12 años con un adulto como acompañante, los niños de familia numerosas y las personas con diversidad funcional.
Recorrer la Basílica de Santa María lleva, como mínimo, 40 minutos y el ticket te da derecho a una audioguía en tres idiomas: español, inglés y francés.
Se puede recorrer la Sala Capitular-Museo, el coro, la capilla del Baptisterio y la capilla de la Comunión, además de la sala general del templo.