La Santa Faz de Jesús, el supuesto lienzo con el que la Verónica secó el rostro de Cristo camino del calvario, es protagonista de una de las grandes festividades religiosas de Alicante desde 1489. Se conserva en una capilla de planta hexagonal, construida en el siglo XVII, que es conocida como el Camarín de la Santa Faz. Un pequeño espacio, ubicado dentro del monasterio de las religiosas clarisas franciscanas, que congrega cada año a miles de peregrinos que acuden a contemplar esta reliquia que ha generado ríos de tinta.
- La Santa Faz, orígenes inciertos
- El monasterio de la Santa Faz de Alicante y el milagro de la Lágrima
- La romería de la Santa Faz
- La promesa de Juan Sebastián Elcano
- Protección de reyes y papas
La Santa Faz, orígenes inciertos
Una tela cuyo origen aún no se ha esclarecido del todo, aunque se piensa que pudo llegar procedente de Jerusalén, vía Chipre, Constantinopla y Roma. Al parecer, el lienzo llegó a Alicante desde el Vaticano de la mano del sacerdote Pedro de Mena a finales del siglo XVI, si bien su trayectoria se pierde en los vericuetos de la Historia. Se cree que, debido a las persecuciones que los cristianos padecían en Jerusalén, la reliquia pasó a manos del rey de Chipre y que en el año 640 se trasladó a Santa Sofía, en Constantinopla. Hasta que en 1453, con la toma de los turcos, los hijos del emperador Constantino XI ofrecieron al Papa Nicolás V algunas reliquias, entre ellas la Santa Faz de Alicante.
El monasterio de la Santa Faz de Alicante y el milagro de la Lágrima
Los hechos sobrenaturales que en Alicante se atribuyen a la Santa Faz se han ido transmitiendo de generación en generación. Se cuenta que el 17 de marzo de 1489, cuando la ciudad padecía una terrible sequía, se celebró una procesión, desde San Juan hasta Alicante, para implorar a Dios el codiciado agua. Al parecer, al llegar al barranco de Lloixa, donde hoy se encuentra el monasterio de la Santa Faz de Alicante, el religioso que portaba el lienzo sintió un gran peso en sus brazos y todos los asistentes pudieron comprobar cómo del ojo derecho de la Santa Faz brotaba una lágrima que se deslizó hasta la mejilla. Un noble alicantino llegó a tocar dicha lágrima y quedó tan impresionado que pidió al rey añadir a su título nobiliario la coletilla “de la Verónica”.
Aquella procesión detuvo allí su recorrido, pero se reanudó una semana más tarde, el 25 de marzo. Aquel día, cuando los penitentes se estaban acercando a su destino, que no era otro que la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, el religioso que sujetaba el lienzo se quedó como en éxtasis y aparecieron otros dos rostros de Jesús en el cielo. En aquel momento, se dice, comenzó a llover de forma abundante.
La romería de la Santa Faz
Para recordar aquellos singulares hechos, cada año se celebra la gran romería de la Peregrinación de la Santa Faz que parte de la Concatedral de San Nicolás de Alicante, en dirección al santuario donde se encuentra el sagrado lienzo. En total, ocho kilómetros que son recorridos anualmente por cerca de 300.000 personas el segundo jueves después del Domingo de Resurrección. Es la segunda romería en importancia de España después de la del Rocío.
El milagro de la Lágrima, como también se le conoce, conmocionó a propios y extraños, hasta el punto de que un año después del mismo, en 1490, se levantó un templo para conservar el lienzo; el Papa Inocencio VIII otorgó indulgencias y el rey Fernando II de Aragón concedió a Alicante el título de ciudad. Después, en 1496, Fernando el Católico aprobó la cofradía de la Santa Verónica y en 1516 se fundó el actual monasterio de la Santa Faz.
En torno a este monasterio, se fue configurando una pedanía, denominada Santa Faz, cuyo territorio pertenece en su mayor parte a Alicante capital, y una zona al término municipal de San Juan.
La promesa de Juan Sebastián Elcano
Fue el 30 de enero de 1525 cuando el Papa Clemente VII consintió el oficio y misa de la Santa Faz y dio por buenos los milagros ocurridos. Como anécdota, diremos que, en 1526, Juan Sebastián Elcano, desde el océano Pacífico, dejó en su testamento que se cumpliera una
promesa suya en el monasterio de Alicante si no llegaba él para materializarla. Es tal la devoción que sienten los alicantinos por el lienzo de la Santa Faz que, desde 1636, se custodia bajo cuatro llaves, dos de las cuales están en manos de autoridades civiles y las otras, dentro del monasterio.
Y es que durante mucho tiempo, el lienzo estuvo expuesto sobre una tabla a la vista de todo el mundo en la iglesia de San Juan, pero como muchos nobles querían tener un trozo de la tela, se prohibió tocar el lienzo y conservarlo engarzado en un cerco de plata detrás de unas rejas de hierro. En 1829 el lienzo se colocó en el actual relicario de plata sobredorada, donde se puede ver, a través de un cristal, la pintura con la imagen bizantina de la Santa Faz.
Protección de reyes y papas
De hecho, los sucesivos reyes de España han protegido este lugar y han redactado normas para su mejor custodia, como las emitidas por Carlos II. Incluso Benedicto XVI concedió nuevas indulgencias y el Año
Jubilar de la Santa Faz.
La reliquia ha sido sometida a diferentes exámenes técnicos y pruebas de laboratorio. El primero se hizo a petición de la Santa Sede en 1690. El segundo tuvo lugar en 1732 y el último, en 1889, con motivo del cuarto centenario de los milagros. Viravens, entonces cronista de la ciudad de Alicante, dijo que los análisis confirmaron que se trataba de “una tela fina como de lino, de unos 60 centímetros cuadrados, con sombras y manchas como de sangre, con características faciales y con pintura artificial en los ojos, nariz y boca”.
El Camarín de la Santa Faz
Han pasado ya más de 500 años y el lienzo de la Santa Faz de Jesús sigue atrayendo a numerosos devotos. Entre 1677 y 1680, se construyó para esta reliquia, dentro del monasterio, el Camarín de la Santa Faz. En una de sus ocho paredes, se encuentra un altar con la hornacina que custodia la venerada imagen, y en el resto hay pinturas de un célebre artista valenciano, de nombre Conchillos, que representan el célebre milagro de la Lágrima y la aparición de los tres rostros de Jesús.