Por la vieja estación de tren de Almería ya no pasan viajeros. Los nuevos tiempos en el mundo ferroviario traen modernas estaciones intermodales, donde la funcionalidad de los grandes espacios se conjuga con las áreas comerciales que entretienen esos tiempos muertos de los viajeros. En Almería, la antigua estación de ferrocarril convive con su contemporánea heredera. Sin embargo, el moderno contenedor de hormigón no podrá vencer en belleza y elegancia a la centenaria estructura de hierro y piedra que resiste, pared con pared. Bienvenidos, queridos viajeros, a la antigua estación de tren de Almería, una de las estaciones más bonitas de España.
Atrás quedaron los tiempos en los que por la estación de Almería circulaban trenes cargados de minerales hacia el Cable Inglés y el Cable Francés, los dos históricos cargaderos del puerto de la ciudad. El hierro de las minas de Alquife, en Granada, necesitaba una salida hacia el mar y la línea Linares-Almería se convirtió en la solución para acercar la materia prima a las rutas marítimas que ponían el mineral granadino en la mismísima Escocia.
Pero la estación de tren de Almería también fue lugar de emociones, despedidas y reencuentros durante más de 100 años. Desde su apertura en 1893, hasta la entrada en servicio de la nueva terminal en 2005, la histórica estación fue la casa de los viajeros desde esta particular y alejada esquina de la Península Ibérica. Hoy, el trasiego de viajeros sigue por allí, pero en el moderno edificio anexo que opera de manera independiente sobre la misma playa de vías que el original.
La emblemática estación de tren de Almería
La estación de Almería se construye entre los años 1890 y 1893, con el proyecto trazado por Laurent Farge, ingeniero jefe de la compañía Fives-Lille, bajo el encargo de la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España. Esta era la encargada de la construcción de las líneas Linares-Almería y Moreda-Granada. El objetivo de la línea almeriense era trasladar el hierro de las minas granadinas a un puerto de mar.
Se levanta una estación emblemática que conjuga tintes modernistas con lo más característico de la arquitectura industrial del siglo XIX, con detalles eclécticos e incluso mudéjares de ladrillo a la vista. Un edificio bello donde la piedra, el hierro y el cristal conforman una estructura clásica de estación de tren, como sus coetáneas de Atocha en Madrid, la estación de Francia en Barcelona, o la estación del Norte de Valencia.
El edificio tiene un formato de pabellón con tres cuerpos. Impone la estructura que compone el cuerpo central, de hierro y vidrio, que se eleva sobre los dos cuerpos laterales de piedra. Guarda cierto parecido con la estación de Delicias de Madrid, actual Museo del Ferrocarril. La cristalera, replicada también por la fachada posterior que apunta a las vías, sirve para aportar luz al vestíbulo. En este se conservan varios murales cerámicos de Francisco Cañadas con escenas del mundo del ferrocarril y paisajes de Almería.
En el vestíbulo también se aprecian los diferentes espacios dedicados a los servicios que tenía la estación, tales como las taquillas, la facturación, el despacho del jefe de estación, la sala de telégrafos o tres salas de espera, una por cada clase (primera, segunda y tercera).
Una de las curiosidades del edificio es que no tiene el formato tradicional de estación término, sino que es un edificio lateral paralelo a las vías, como si de una estación de tránsito se tratase. Esto se debe a la continuación del ramal hasta el puerto almeriense.
La estación de Almería y la Guerra Civil
La antigua estación de Almería fue atacada durante la Guerra Civil. El 31 de mayo de 1937, un bombardeo nazi perjudicó a la estación; sufrieron daños el famoso reloj de Paul Garnier, la vidriera frontal y la balaustrada de hierro del techo del edificio.
Los hechos ocurrieron durante el bombardeo propiciado por el propio Hitler, en reacción a la muerte de 31 alemanes a bordo del crucero Deutschland tras un ataque de aviones republicanos sobre este buque fondeado en la bahía de Ibiza. El dictador alemán se cobraba venganza sobre la ciudad almeriense con un ataque que afectó, junto a la estación, a la Catedral, el Ayuntamiento, la iglesia de San Sebastián y otros muchos edificios. Es el conocido Bombardeo de Almería.
La vieja terminal guarda más recuerdos de la contienda bélica española. Durante el conflicto, en la ciudad almeriense se construyeron varios refugios antiaéreos subterráneos que podían acoger al 90% de la población en sus cuatro kilómetros de longitud. En 1988, unos trabajos de reforma de la estación descubrieron la entrada a dos de estas galerías, diseñadas por el arquitecto Guillermo Langle y visitables parcialmente en la actualidad.
La nueva estación intermodal de Almería
La adaptación de las vetustas líneas ferroviarias españolas de ancho ibérico a la alta velocidad de ancho internacional ha exigido la construcción de nuevas infraestructuras de viajeros en todo el país, como lo es la nueva estación intermodal de Almería. Ahora se busca la intermodalidad, es decir, facilitar el intercambio de transportes en un mismo lugar.
Bajo esas premisas nació la nueva terminal almeriense, construida en 2005 junto al viejo edificio del siglo XIX. Trenes y autobuses en el mismo espacio. El área ferroviaria utiliza los mismos andenes que la vieja estación, solo que unos metros más adelante en el mismo lateral de la playa de vías. Hay que recordar que la estación de Almería es terminal. En el recuerdo queda el antiguo ramal de continuidad hasta el histórico Cable Inglés del puerto, del que se conserva parcialmente su trazado.
Además de la estación intermodal, Almería cuenta con otro pequeño apeadero en la misma línea, en las afueras de la ciudad. Se trata de la estación de Huércal-Almería, que aunque está fuera de servicio se empleó provisionalmente durante las obras de adaptación de las vías al futuro AVE.