En pleno corazón de la sierra Alhamilla, un sistema montañoso dominado por los tonos ocres, se encuentra uno de ‘Los pueblos más bonitos de España’, al menos así es reconocido desde que en 2013 fuera incluido en dicha lista. Con apenas 600 habitantes y hermosas casas blancas, Lucainena de las Torres es una visita indispensable si recorres la provincia de Almería.
Todo apunta a que este pueblo, enmarcado por altas montañas, tuvo su origen en la época hispanorromana (cuando la península ibérica formaba parte del Imperio Romano). Se cree que aquí estableció su villa el patricio Lucainus, que dio nombre al pueblo. Los patricios eran aristócratas descendientes de los primeros padres de Roma, por lo que su nobleza de sangre era ampliamente aceptada.
- Lucainena de las Torres, descubre la historia de esta villa
- Qué ver en Lucainena de las Torres
- Rutas por miradores y barrancos
- Qué comer en Lucainena de las Torres
- Excursiones desde Lucainena de las Torres
Lucainena de las Torres, descubre la historia de esta villa
Durante la Edad Media y la ocupación árabe de la Península, los musulmanes rodearon la pequeña villa con una muralla y siete torres para protegerla de los asedios. En aquella época ya se conocía como Locaynena, aunque en 1488, cuando fue entregada a los Reyes Católicos, su nombre cambió a Lucainena de las Siete Torres. Tras la expulsión de los musulmanes del territorio, la población quedó despoblada hasta que, en el siglo XVI, llegaron 19 colonos. En ese momento se llevó a cabo la construcción de la primera iglesia (1505) sobre la base de la antigua mezquita.
El pueblo creció durante años hasta alcanzar en 1900 un máximo de 2.455 habitantes. Gracias a la abolición de los señoríos, muchas tierras de nobles y clérigos pasaron a manos del pueblo llano. La agricultura y la minería convivieron con una gran cantidad de nuevos oficios y un floreciente comercio debido a la aparición de telares, molinos, alfarerías y fábricas de jabón y licores.
Qué ver en Lucainena de las Torres
Las estrechas calles de Lucainena de las Torres ocultan hermosas casas antiguas de impolutas fachadas blancas. No hay rincón en todo el pueblo donde no haya una maceta con flores, ya sea colgando de las paredes o apoyadas en suelos y ventanas. Los vecinos de la localidad cuidan a diario de las miles de flores que adornan cada recoveco del casco, y es que los diversos colores de sus pétalos alegran las despobladas y tranquilas calles de la localidad.
Un paseo por la plaza del Pueblo permite empaparse de la historia y cultura de la zona. Visita los antiguos lavaderos públicos, donde los vecinos se reunían para lavar la ropa, llenar los cántaros de agua o dar de beber a los animales. Y no te olvides de la iglesia Nuestra Señora de Montesión, destruida y saqueada por el pirata Omar-Al Askenn y, más tarde, reconstruida en el siglo XVII.
Rutas por miradores y barrancos
Desde lo alto, el pueblo se extiende por el valle como un lienzo salpicado de pequeñas motas blancas. Las mejores vistas se obtienen desde el mirador del Poyo de la Cruz, un cuidado balcón con bancos donde sentarse a contemplar la vista panorámica de Lucainena. Otra interesante perspectiva, que también permite apreciar los pliegues montañosos de esta hermosa sierra, es el mirador del Garruchete.
Sin duda alguna, uno de los principales atractivos del lugar es su pasado minero. Éste se puede conocer paseando por la Vía verde, un camino que acoge los principales edificios y construcciones mineras que hicieron prosperar a la población. El sendero lineal, de unos 5 kilómetros, era una antigua línea férrea que se utilizaba para transportar materiales. Hoy día se puede recorrer a pie o en bici. Uno de los vestigios arquitectónicos más importantes de la época son los 8 hornos de calcinación, medían unos 20 metros y tenían capacidad para unas 50 toneladas de mineral al día.
En lo alto de la colina más elevada del pueblo se encuentran los restos de la torre vigía principal, de las siete que había antiguamente. Esta torre, también conocida como El Molinillo, protegía la muralla de posibles intrusos, aunque años más tarde se reconvirtió en un molino de viento para moler harina.
El imponente peñón de Lucainena es el telón de fondo de la localidad. Según cuenta la leyenda, un cabrero encontró un tesoro allí bajo una piedra. Se lo comentó a sus vecinos pero no creyeron el relato. Cuando fueron a comprobarlo, vieron brillar las monedas que el pastor había tirado colina abajo. Cuando la guardia civil se enteró de la historia peinó la zona en busca del tesoro, pero parece ser que muchos vecinos se negaron a entregar las monedas encontradas.
Al este de la población, en el barranco de Juagarí, se ubica una fuente de aguas sulfurosas con fama de milagrosas. El origen de dicha fama está en la curación de un cerdo enfermo que se revolcó en las aguas. La fuente pronto se convirtió en unos baños públicos donde la gente acudía para tratar sus dolencias.
Qué comer en Lucainena de las Torres
Esta localidad almeriense cuenta con exquisitos platos como los gurullos, una pasta de harina de trigo, agua y azafrán que suele servirse con carne de conejo. Otros sabores tradicionales son las pelotas de maíz, el guiso de perdiz y la olla de trigo, un plato ideal para los días fríos –con garbanzos y diferentes carnes–.
En cuanto a los dulces y postres típicos, te recomendamos los roscos, bollos de nata y los ‘cuajaos de almendras’.
Excursiones desde Lucainena de las Torres
Muy cerca de Lucainena se encuentra el pueblo de Agua Amarga, desde cuyo embarcadero partía antaño el mineral que se enviaba a los Altos Hornos de Vizcaya, la mayor empresa de España en el siglo XX.
A unos 30 minutos en coche se encuentra Níjar, una bonita población ubicada en el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar. También te recomendamos recorrer los alrededores de Lucainena en coche, para descubrir por tu cuenta las impresionantes joyas olvidadas que esconde la provincia de Almería.