Arte, patrimonio, paisaje, historia, devoción… Covadonga, con su cueva de la Santina, su basílica neorrománica y sus fantásticos lagos glaciares, es un destino imprescindible en una escapada turística a Asturias.
Si se llega a Covadonga en vehículo propio en temporada alta, es obligatorio dejar el coche en el aparcamiento y zonas habilitadas para tomar después alguno de los autobuses que llegan en pocos minutos a las inmediaciones de los jardines del Príncipe, al santuario de Covadonga y a los lagos, ya que hacen paradas en todo el recorrido.
- El santuario y la Santa Cueva de Covadonga
- La basílica de Santa María la Real de Covadonga
- La virgen de Covadonga, una larga historia
- El tesoro de la Santina de Covadonga
- El exilio de la Santina
- Senderismo por los lagos de Covadonga
El santuario y la Santa Cueva de Covadonga
Enseguida descubriremos en qué lugar se encuentra la Santa Cueva o santuario de Covadonga porque a sus pies existe una cascada o chorrón que forma una poza. Junto a ella, veremos la fuente de los Siete Caños o “fuente del Matrimonio”, porque, según la creencia popular, las jóvenes que beben –“sin respirar”– de su agua se casan en menos de un año. Al menos es lo que dice la copla: “La Virgen de Covadonga/ tiene una fuente muy clara;/ la niña que beba en ella/ dentro del año se casa”.
A ambos lados de la carretera y custodiando la entrada al santuario, el visitante se encontrará con dos grandes leones esculpidos en mármol de Carrara y que son una copia exacta de otros realizados por Pompeio Marchesi.
Nada más fácil que acceder a la cueva que alberga a la Virgen de Covadonga, la imagen con más devoción de Asturias. Sólo hay que subir la denominada escalera de la Promesa, con 103 escalones, que algunos peregrinos incluso lo hacen de rodillas. Y también se puede acceder por la explanada de la basílica. El objetivo es descubrir la imagen de la Santina, que es una copia de la talla original que, en 1777, fue devorada por el fuego. El altar está decorado con imágenes alusivas a la batalla de Covadonga y muy cerca se encuentran las tumbas de Don Pelayo y su esposa Gauiosa, así como las de su yerno Alfonso I y Hermelinda.
Junto a la Santa Cueva, se encuentra el monasterio de San Pedro, que está habitado por una comunidad de canónigos en un edificio que cuenta también con una casa de ejercicios espirituales.
La basílica de Santa María la Real de Covadonga
Dirijamos ahora los pasos hacia la basílica del Real Sitio de Covadonga que encargó el obispo asturiano Ramón Martínez Vigil a Federico Aparici y Soriano, después de un intento fallido promovido por el también obispo Benito Sanz y Forés. Las obras finalizaron en 1901 y el templo fue elevado a la categoría de basílica por el Papa León XIII. Además, su estructura recuerda a las catedrales románicas normandas. Por eso, la fachada tiene dos grandes torres gemelas y un pórtico, en este caso con los bustos de los obispos citados que promovieron la basílica.
¿Qué obras guarda en su interior la basílica de Santa María la Real de Covadonga? Son muchas, pero destacan dos pinturas de la Anunciación, de Vicente Carducho, y la ‘Proclamación de Pelayo’, de Luis de Madrazo, así como una escultura de la Virgen con el Niño de Joan Samsó. Hay que referirse también a la campanona –la cual tiene un peso de 4.000 kilos y una altura de tres metros– que fue fundida en el año 1900 en La Felguera.
La virgen de Covadonga, una larga historia
Dicen que en la Edad Media Covadonga ya contaba con una especie de ermita, aunque fue a partir de la victoria del rey Don Pelayo contra los musulmanes cuando se difundió el culto de la Virgen de las Batallas. Primero se creó aquí un monasterio benedictino, con la iglesia de Santa María en la cueva, y después Felipe IV fundó una colegiata de canónigos de San Agustín.
En octubre de 1777, la iglesia de la Santa Cueva fue pasto de las llamas. Hay quien dice que la culpa la tuvo un rayo y hay quien asegura que fue a causa de la gran cantidad de cirios de los peregrinos. El caso es que aquel incendio se llevó por delante la capilla, que estaba construida con madera, y la imagen de la Santina, con todas sus joyas y ornamentos sagrados.
Cuando la noticia llegó al rey Carlos III ordenó que se levantara un nuevo templo monumental, para lo que envió a su arquitecto de cámara, Ventura Rodríguez, quien proyectó un gran santuario nacional.
Desde finales del siglo XIX hasta comienzos del XX, se construyó una nueva basílica que guarda cierta semejanza con el palacio da Pena de Sintra o el castillo de Neuschwanstelt, en Baviera. Y el 8 de septiembre de 1918 la imagen fue coronada por el arzobispo de Toledo en presencia del rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Como curiosidad, hay que recordar que de 1908 a 1933 funcionó un tranvía a vapor que comunicaba Arriondas con Covadonga.
El tesoro de la Santina de Covadonga
Después de descubrir el gran monumento erigido en honor a Don Pelayo, el visitante puede acceder al museo de la Basílica, situado en el edificio de la escolanía, que contiene una interesante exposición sobre la historia de Covadonga, la célebre batalla, la construcción de la basílica, las visitas regias, las fiestas señaladas, los exvotos, etc. Y también se puede contemplar el tesoro de la Santina, con su ajuar, sus ofrendas, etc.
Para completar la visita a Covadonga, hay que dirigirse a los lagos Enol y La Ercina, conocidos popularmente como “los lagos de Covadonga”. Están a 12 kilómetros del santuario y durante la temporada alta está prohibida la circulación con vehículos privados. Así que, para acceder al lugar, es necesario tomar un autobús lanzadera que sale cada 10 minutos desde la estación de autobuses de Cangas de Onís y que realiza paradas a lo largo de todo el recorrido.
El exilio de la Santina
En 1939, la imagen de la Santina fue secuestrada y llevada a París durante la Guerra Civil, aunque al parecer no fue objeto de profanación. En la capital francesa estuvo en calidad de rehén para ser canjeada, hipotéticamente, por algún mando militar o político. Pero el trueque nunca llegó a realizarse y la talla de madera policromada de la virgen fue encontrada casualmente, después de la guerra, por el embajador de España en París, Pedro Abadal. Ni corto ni perezoso, después de comunicar el hallazgo, cruzó la frontera española con la imagen en su propio coche para que ocupara su puesto en la capilla de la Santa Cueva.
¿Más fechas importantes vividas en Covadonga? En 1954, el cardenal Roncalli, futuro Juan XXIII, rezó junto a la Santina, y en 1989 hizo lo mismo el papa Juan Pablo II. También en 1977 Felipe de Borbón fue proclamado aquí Príncipe de Asturias.
Senderismo por los lagos de Covadonga
Como es natural, los amantes del senderismo tienen aquí un paraíso, pues son múltiples las posibilidades de recorrer la zona a pie. Si no se dispone de mucho tiempo, se recomienda, al menos, completar la ruta circular que une los dos lagos y que tarda en hacerse una hora aproximadamente.
El lago de La Ercina está a 1.108 metros de altura, es fangoso y tiene mucha vida acuática. El lago Enol, por su parte, está a 1.060 metros y tiene 23 metros de profundidad. Y, al contrario que su hermano, cuenta con aguas transparentes, pero sin vida. Si tienes tiempo, dirígete hacia el mirador Interlagos, para divisar a la vez estos dos grandes espejos de agua. La vista es espectacular. Y si uno llega aquí el 8 de septiembre, se encontrará con la gran Fiesta Mayor de la Virgen de Covadonga.