En el interior del Occidente de Asturias se encuentran las tres Cascadas de Oneta. Sin duda, uno de los paisajes más inesperados y reconfortantes de la comarca, el orgullo del municipio de Villayón y el principal motivo de llegada de visitantes a la zona.

Se explica la visita a este rincón asturiano, tan poco conocido, al contemplar la hipnótica belleza del agua cayendo desde decenas de metros de altura hacia el curso del río Acebo. 

De los tres saltos, sin duda el llamado como Firbia es el más espectacular, con sus 38 metros de caída, creando a sus pies un remanso de agua. Lugar ideal para refrescarse después de la pequeña caminata que hay que acometer para llegar a la mayor de estas Cascadas de Oneta.

No muy lejos se encuentra la Cascada de Ulloa, de menor altura pero igualmente rodeada de un entorno idílico, casi mágico. En cuanto a la tercera de las Cascadas de Oneta, se trata de la llamada Maiserúa, en un plano inferior a las anteriores y cuyo acceso desde ellas no está exento de cierta dificultad. De hecho, no se recomienda llegar ella desde aquí a personas con dificultades motoras.

  1. Naturaleza
  2. Rutas

Naturaleza

Las Cascadas de Oneta se sitúan en un entorno de una gran riqueza biológica y geológica. Es tal la biodiversidad y singularidad de los parajes donde se encuentran que están consideradas como Monumento Natural y, como tal, gozan de una especial protección dentro de la legislación medioambiental del Principado de Asturias.

Aparte del llamativo elemento acuático, lo que originó la existencia de las cascadas fue la ruptura del terreno de cuarcitas que son el principal componente geológico de la zona. Estos minerales son conocidos también como Cuarcitas de Sabugo.

Respecto a la flora del entorno de las Cascadas de Oneta, en las paredes de los propios saltos, siempre húmedas, prosperan los musgos y los helechos. Mientras que en las riberas del río Acebo hay una gran abundancia de carbayos (robles), abedules, castaños, laureles, acebos y arraclanes.

En cuanto a las especies animales más representativas de la zona destaca la presencia de nutrias, auténtico termómetro de la calidad medioambiental que caracteriza a las cascadas de Oneta. Como también lo son las truchas comunes, que habitan en las zonas más movidas del río Acebo. 

Además, son habituales los avistamientos de otras especies acuáticas como anguilas, piscardos y en el capítulo de anfibios, de la salamandra rabilarga y de la rana bermeja.  

Rutas

A las Cascadas de Oneta solo se puede llegar a pie y para ello hay dos rutas principales, de no más de 4 kilómetros en total y bastante asequibles, incluso para personas que no estén acostumbradas a hacer trekking. Estas son:

Ruta Oneta-Cascada Ulloa

El recorrido parte de la parroquia de Oneta, a la que se puede llegar en coche sin mayor problema, dejándolo en el aparcamiento situado junto a la Oficina de Turismo. En ésta ofrecen información sobre las cascadas y el entorno. La ruta, perfectamente señalizada, tiene un recorrido circular total de unos 3,5 kilómetros y pasa primero por la Cascada Firbia, la mayor de las tres. El tiempo de ruta, con paradas, es de unas dos horas.

La Zorera-Cascada Maiserúa

Es la alternativa para aquellos que no quieran jugársela en la bajada desde la Cascada Ulloa. Una ruta lineal de ida y vuelta, de apenas 2 kilómetros, con una dificultad baja y a través de un entorno realmente atractivo. Se puede realizar en algo más de una hora.

Carretera a Boal-Pimpano

Hay otra ruta en la zona que también merece el esfuerzo. Es la que lleva desde la carretera de Villayón-Boal hasta la Cascada y Cueva del Pimpano. Su principal particularidad es que el salto de agua se encuentra en la boca de la cueva y que solo se puede admirar cuando hay lluvias abundantes. En el entorno también existe un viejo molino de agua. Se trata de una ruta también muy fácil, de menos de 1 kilómetro y con apenas media hora de duración.