Ubicada junto a unos impresionantes acantilados en la localidad de Cadavéu (Asturias), y con unas magníficas vistas al cielo y al mar, la Ermita de Santa María de Riégala es el lugar desde el que todos los años, el último domingo de agosto, se celebra la fiesta de la Regalina, un evento muy particular que fue el sueño de un sacerdote humanista e intelectual asturiano que la instauró en el año 1931 y que, desde entonces, hoy continúa celebrándose.
Cadavéu o Cadavedo es un bonito municipio asturiano de la comarca de Valdés que, en 2022, recibió el título de Pueblo Ejemplar, galardón que le fue entregado por los Reyes de España, y es que el pueblo, con sus vistas 360 grados, llama la atención. Además, es un espacio que parece haberse detenido en el tiempo. Los que llegan hasta aquí dicen que es un sitio para olvidarse del mundo.
Historia de la ermita de la Regalina
La fotogénica Ermita de la Regalina (Cadavedo) es una verdadera joya escondida, ya que a su belleza sencilla y encanto particular se suman los del entorno. Curiosamente, no es un lugar muy conocido.
Fue en el año 1931 cuando el Padre Galo Antonio Fernández (1884-1939), natural de Cadavedo y un gran defensor de la lengua y el folclore asturianos, decidió construir esta ermita y convertir su espacio en un lugar de peregrinación para honrar a su patrona, la Virgen de Riégala, llamada con cariño “la Regalina”. Dicen que esta decisión se tomó después de que un campesino encontrara la imagen de la Virgen en el interior del tronco de un castaño. La construcción se hizo frente al campo de La Garita y destaca por sus llamativos colores azules y blancos. La ermita está rodeada de césped y es, por su singularidad, muy “instagrameable”. Y por si fuera poco, en las inmediaciones de la ermita hay varias playas, de las que la de la Ribeirona es la más concurrida. También merece la pena descubrir la cercana playa del Silencio, el Cabo Busto y el Cabo Vidio. Junto a la ermita, descubrirás un bonito hórreo asturiano, que tiene dos carros del país debajo.
Fiesta de la Virgen de Riégala
Con sus colores añil y blanco deslumbrantes, la ermita de la Regalina acoge una de las fiestas de interés turístico regional más singulares del entorno. Se lleva celebrando aquí, junto a los acantilados rocosos que se hunden en el Cantábrico, desde hace más de 70 años. Se trata de una gran fiesta al aire libre que comienza por la mañana, en el barrio de la Rapa, con un desfile de carrozas engalanadas que llevan las flores y los ramus de alfiladas (bollos elaborados con manteca, huevo, harina, anís y nueces) y en el que toman parte unas 700 personas vestidas con trajes tradicionales y varias agrupaciones gaiteras. Tras la lectura del pregón junto a la ermita, se entregan los premios de poesía Fernán Coronas, seudónimo del Padre Galo; se baila la Danza Prima y, después de una misa solemne, comienza la procesión por el campo con la Virgen de Riégala. Posteriormente, se celebra una comida campestre y, por la tarde, tienen lugar los bailes del grupo folclórico gijonés Jovellanos y el tradicional sorteo de alfiladas. Aunque la fiesta fue creada en 1931 por el Padre Galo Fernández, la historia de la Virgen de la Regla (o de la Riégala) es legendaria y va mucho más allá del tiempo de los musulmanes.
Información de visita
Hay que decir que el pueblo de Cadavedo, donde se encuentra la ermita, es una parada habitual del Camino de Santiago, en su variante de la Costa o del Norte. Se halla a medio camino entre Luarca y Cudillero, otros dos pueblos con encanto muy célebres de la costa occidental asturiana. Para llegar a la ermita de la Regalina, hay que tomar la A8 y desviarse en la salida 450 (si se viene desde Avilés) o la 451 (si venís de Galicia) y continuar por las indicaciones que señalan La Regalina Turismo Rural. El interior de la ermita suele estar cerrado al visitante. Eso no te impedirá hartarte a tomar fotos a este hermoso y encantador espacio.
Trevías es un lugar que está a unos minutos de esta ermita y que bien merece un paseo. Y si hay algo más de tiempo, también es interesante conocer el concejo de Tineo y el Monasterio de Obona.