En el área central de la cordillera Cantábrica, a 100 kilómetros de Oviedo, se encuentra el parque natural de Somiedo, un paraíso de 29.122 hectáreas que fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en el año 2000. Visitar este espacio protegido del Principado de Asturias, que incluye el municipio que le da nombre, es un auténtico placer para los sentidos. De carácter salvaje y gran riqueza vegetal y faunística, el parque se extiende a lo largo de cinco valles con sus respectivos ríos.
La armonía entre el hombre y la naturaleza, preservada a lo largo de los siglos, se percibe en esta espectacular geografía de relieve accidentado, por donde se esparcen pequeñas aldeas, y que nos descubre un tipo de vida muy peculiar, el del pueblo trashumante de los Vaqueiros de Alzada. A ellos se deben las típicas construcciones de las cabañas de teito (con tejado vegetal y muros de piedra), seña de identidad de la zona. Refugio del oso pardo cantábrico, Somiedo regala paisajes bucólicos y sorprendentes rutas que entusiasman a los amantes del senderismo.
Somiedo y sus lagos, un auténtico tesoro
La riqueza geológica y el contraste entre cumbres y depresiones, con desniveles que oscilan desde los 400 a los 2.200 metros, son algunas de las características del parque natural de Somiedo. Un espectacular entorno conformado por cinco valles que se suceden: Somiedo, Pigüeña, Del Lago, Saliencia y Las Morteras, cada uno de ellos atravesado por un río. Entre los mayores atractivos del lugar están sus lagos. Situados al sur de la región, en lo alto de la cordillera que separa Somiedo de León, su belleza deslumbra a los caminantes. El lago del Valle, con su islote característico, es el mayor de Asturias. Pero igualmente soberbios resultan los tres pequeños lagos de Saliencia y las más ocultas lagunas de El Páramo, entre los valles de los ríos Somiedo y Pigüeña. El recorrido comparte paisajes de braña, lugar de alta montaña donde pastan los ganados cuando hace buen tiempo. En los meses de verano son frecuentes las nevadas.
Valle del Lago, destino de senderistas
A través de diferentes rutas se accede a cada uno de los lagos. La más clásica es la que llega hasta el principal. Desde la capital del municipio, Pola de Somiedo, se dirige el visitante hasta el valle del Lago, un pueblo de perfil estrecho y alargado, dividido en cuatro barrios. Merece la pena dar un paseo previo por esta hermosa ubicación rodeada de montañas, praderas, riachuelos y brañas. Situada a 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar, en el fondo de un valle de origen glaciar por el que discurre el río Valle, está separada del lago por seis kilómetros. Una distancia que se ha de cubrir a través de un camino recto y ascendente.
El viajero avanza levantando la vista hacia las escarpadas cumbres y atisbando los frondosos bosques en las laderas. Deja atrás la denominada braña de Corba, se fotografía ante la cabaña Cobrana, una de las cabañas de teito más conocidas de la región, y prosigue por la pradera del río Valle. Su objetivo es llegar hasta el impresionante lago del Valle, que está situado en un antiguo circo glaciar con forma de U, a la sombra de peña Orniz y los picos Albos y Cotalbo. Ha llegado el momento de un merecido descanso disfrutando de las impresionantes vistas, de la paz y el silencio del lugar, mientras surcan el cielo distintas especies de aves rapaces.
Otras rutas por Somiedo, hacia Coto de Buenamadre
Difícil elegir entre todas las rutas posibles en el parque natural de Somiedo, un espacio privilegiado para la práctica del senderismo. Los lagos nunca defraudan, pero hay otras alternativas. Podemos optar por conocer la braña de Mumián y el pueblo de Coto de Buenamadre. El camino, de ascensos y descensos suaves, discurre por la ladera sur de peña Furada. Nos esperan prados de siega y magníficas vistas al bosque de la Enraimada, un hermoso hayedo que es la guarida del oso pardo cantábrico. Si nos dirigimos hacia el valle de Pigüeña, el más occidental del consejo, conoceremos la encantadora aldea de Villar de Vildas, declarada pueblo ejemplar de Asturias, y podremos emprender sus rutas hacia una de las brañas más extensas de la región, la del Pornacal.
Caminando en dirección a la braña de Sousas
Si preferimos avanzar hacia la braña de Sousas, nos esperan increíbles parajes que llenan los ojos de belleza. Desde miradores asomados a la espectacularidad del valle que se ha de subir, observamos la frondosidad de La Enraimada, el alto Muñón y, más adelante, la aún más elevada peña Chana. Llegar a la braña es como entrar en un espacio bucólico donde el tiempo parece detenido. Ese paisaje de alta montaña, a la vera de un río, donde los pastores trashumantes y sus ganados subían durante la primavera y el verano, es un recodo de placidez. En él observamos pequeñas edificaciones de planta circular de piedra, los corros, aún más antiguas que las cabañas de teito.
El atractivo de las cabañas de teito y los vaqueiros de alzada
Por cualquier camino, en el parque natural de Somiedo, el visitante se va encontrando con las tradicionales cabañas de teito, de origen medieval. Si va acompañado, su visión le estimulará a iniciar la conversación sobre la vida y las costumbres de los vaqueiros de alzada. Este singular pueblo trashumante de las montañas de Somiedo ha compartido estos increíbles paisajes con los pobladores sedentarios.
En el pasado, los vaqueiros se desplazaban con la familia, los rebaños y enseres, desde las áreas bajas de las montañas hasta los pastizales de las altas brañas, donde permanecían durante los meses cálidos del año. Durante ese tiempo habitaban en estas construcciones de planta rectangular o cuadrada, paredes de mampostería y techumbre de madera con cubierta vegetal, habitualmente de planta de escoba, lo que les confiere la denominación de “teito”. En las más antiguas, hombres y animales convivían en un solo espacio. Poco a poco fueron ampliándose con áreas diferenciadas para el ganado y la familia.
El museo de Veigas
En la pequeña aldea de Veigas, en el valle del río Saliencia, se encuentra el Ecomuseo de Somiedo, donde se muestran al visitante tres cabañas muy bien conservadas, tal como eran en los tiempos en que estaban habitadas, hasta mediados de los años 80 del siglo XX. Merece mucho la pena conocer más de cerca la cultura de los vaqueiros. El camino hasta Veigas es otra de las bellas rutas que se pueden emprender en el parque natural de Somiedo. Un trayecto entre hayas y avellanos con multitud de fuentes de agua saltando por las paredes de piedra caliza, que revitalizan al viajero.