El mar Cantábrico ha sido generoso con Llanes (Asturias). Sus 48 kilómetros de costa albergan todo tipo de formas geológicas caprichosas, como son los famosos bufones, las dolinas, puentes, arcos y acantilados kársticos. Producto también del vaivén de las mareas que, con como si de un paciente escultor se tratase, ha ido cincelando durante milenios la singular costa, son sus originales playas, una miríada de arenales de todo tipo, tamaño y necesidades.
Su denominador común es bien sabido: un entorno natural mimado y conservado en el que impera un verde perpetuo, en contraste con el azul del mar y que ofrecen momentos tan pintorescos como el de pasar un día en la playa mientras, a pocos metros, las vacas se encuentran pastando tranquilamente. El cuidado del entorno hace que el acceso a la mayoría de las playas tenga que hacerse a pie a través de un bucólico paseo.
Torimbia, de Barro o Poo, tal vez sean las playas más conocidas, pero no las únicas. Hay hasta 32 arenales que pueden multiplicarse por dos, si se tiene en cuenta el ciclo de las mareas, pues con bajamar (lo más recomendable a la hora de visitar muchas de ellas) cualquiera de las playas parece totalmente distinta que con pleamar.
Las mejores playas de Llanes
Playa de Torimbia, una joya de la naturaleza.
A escasos 10 kilómetros al oeste de la localidad de Llanes se encuentra la playa de Torimbia. Con su forma de concha de enormes proporciones y un aroma salvaje, Torimbia se extiende entre la punta Pestaña y el cabo Prieto. Su arena blanca y tan fina como el pan rallado contrasta con el verdor de la zona y el agua cristalina del mar. Tradicionalmente nudista, cada vez más se van imponiendo en ella los trajes de baño. Es recomendable intentar aparcar el vehículo en lo alto del acceso rodado, sobre todo por sus espectaculares vistas. Desde ahí hasta la playa hay 1,3 kilómetros de pistas.
Playa de San Antolín, paraíso del surf.
La siguiente playa hacia el oeste es San Antolín, el arenal más extenso de la zona (1.200 metros). Alberga el estuario del río de las Cabras o Bedón. Por su forma alargada y abierta al mar, San Antolín es, probablemente, la playa más convencional de todas las de la zona. Sin ningún islote que la guarde, el Cantábrico muere en aquella costa en forma de enormes olas que hacen las delicias de los surfistas. No es, por ello, extraño que allí se concentren los alumnos de la Escuela Asturiana de Surf.
Una minúscula playa interior llamada Gulpiyuri.
Del aparcamiento de San Antolín arranca una pista ganadera que lleva después de unos 900 metros de caminata a la playa de Gulpiyuri, una minúscula joya producto de la erosión del mar sobre los acantilados de caliza. Sus pequeñas dimensiones hacen difícil localizarla con la vista. Cuando se está cerca, el extraño “ulular” de la pleamar avisa de la presencia de esta bizarría de la naturaleza, una pequeña playa interior de tan sólo 30 metros, la más célebre de España. Si bien sus aguas no permiten un baño de cuerpo entero, al menos la coquetería del lugar bien alegra los ojos del visitante –si la alta presencia de turistas lo permite–.
Gulpiyuri se encuentra a medio camino entre San Antolín y la playa de la Huelga. Este lugar se compone de una lengua de arena alargada y estrecha que se introduce 180 metros en la desembocadura del río San Cecilio. Situada frente al Castro de las Gaviotas, un sugerente islote, y rodeada de agreste vegetación, no le faltan razones para que, por sus dimensiones, se llene fácilmente en periodo vacacional.
Tres maravillas en el extremo occidental de Llanes
En los límites del concejo de Llanes aparecen tres arenales dignos de visitar. El primero es la playa Cuevas del Mar, una ensenada situada en la desembocadura del río Nueva (entre las localidades de Picones y Villanueva), que también se conoce como playa Nueva. Se trata de una pequeña cala con grutas y altas paredes kársticas, desde donde los días de sol se obtienen buenas vistas, no solo de sus coloridos acantilados, de las cumbres más altas de Picos de Europa.
A un agradable paseo a pie desde Cuevas del Mar hacia el oeste –y perteneciente ya a la localidad de Villanueva– se encuentra la playa del Canal. Se trata de una diminuta playa de tan sólo 25 metros de ancho, que tiene la particularidad de formar un alargado y estrecho fiordo con paredes kársticas que se inunda de agua en la pleamar.
Unos tres kilómetros de costa más al oeste (algo más del doble, por carretera), se encuentra la playa de Guadamía, cercana a la localidad de Llames de Pría. Se trata de una especie de fiordo cubierto de eucaliptos formado por una manga arenosa desde la que desemboca el río que da nombre a la playa. Desde allí merece la pena caminar en torno a unos 10 minutos para contemplar los bufones de Pría. Los bufones son chimeneas naturales en zonas de acantilados por donde se escapa agua pulverizada. En los de Pría estos “resoplidos” pueden alcanzar los 30 metros, llegándose a escuchar a varios kilómetros de distancia.
Playas de Barro, Troenzo, Borizu, Poo y otras cerca de Llanes
Sin embargo, tampoco es necesario alejarse tanto del núcleo de Llanes para disfrutar de estupendas playas. A escasos kilómetros al oeste, se encadenan una serie de arenales con un denominador común: todos ellos se repliegan discretamente y se encuentran protegidos por islotes de diverso tamaño. Es el caso de Barro, Troenzo y Borizu. La playa de Barro, una de las más conocidas de la zona, tiene forma de concha concentrada en 300 metros de playa. Ha sido, además, una localización habitual para el rodaje de películas.
Prácticamente limítrofe con Barro hacia oriente se encuentra la playa de Troenzo, un pequeñito y coqueto arenal de no más de 180 metros de ancho que da a un curioso islote pelado. La playa está delimitada por acantilados con imponentes y sugerentes grutas marinas.
Al otro lado de Troenzo, hacia oriente, se encuentra la playa de Borizu, un espacio seminatural que ha conseguido escapar a la presión urbanística. En la parte alta del acantilado que lo limita hay un estupendo mirador donde contemplar la singularidad de este estremecedor paisaje, que no por casualidad, también se ha convertido en plató de multitud de películas.
Ya a las puertas del municipio de Llanes se encuentra la playa de Poo, perteneciente a la localidad que le da nombre. Se trata de nuevo de una alargada lengua de arena que se introduce un par de cientos de metros tierra adentro y que cuando sube la marea se inunda. Con la bajamar se puede disfrutar de su pequeña costa en forma de cruasán y protegida del oleaje.
Prácticamente en pleno núcleo urbano de Llanes se encuentra la playa de Toró. Es una de las más conocidas de la zona tanto por haberse rodado algunas de las escenas más icónicas de la película El Abuelo (1998), de José Luís Garci, como por sus propias peculiaridades. A pesar de estar en el pueblo, se trata de una playa seminatural en forma de concha con algo más de 200 metros de arena y con pináculos de roca kárstica.