Cuando en 1983 la película Volver a empezar, de José Luis Garci, ganó el Oscar a mejor película extranjera, muchos fueron los que pensaron que la plaza de Cudillero era un decorado, lo cual no es de extrañar. Cudillero, un pueblo encajonado entre dos laderas, despliega su laberíntico entramado de calles a partir de su famosa plaza multicolor –o anfiteatro, como la llaman cariñosamente sus habitantes–. Sin embargo, esta pintoresca plaza no es el único atractivo que Cudillero puede ofrecernos. En este encantador pueblo también se puede visitar, entre otros, su decimonónico faro, que vino a sustituir a las fogatas que las mujeres de los pescadores prendían a fin de guiar a sus maridos; o el palacio Quinta Selgas, conocido popularmente como el Versalles asturiano.
Ahora bien, los que de verdad conocen Cudillero aseguran que la verdadera magia yace en el placer de perderse entre sus calles y rincones, explorar sus miradores y playas, o disfrutar de su gastronomía.
Qué visitar en Cudillero. Miles de rincones por explorar
Aunque hay mil maneras de explorar Cudillero, en este apartado os sugerimos una posible ruta por los principales puntos de interés.
Lo que más apetece después de un tedioso viaje en coche es dar un pequeño paseo y estirar las piernas, por lo que nuestra ruta comenzará con una visita al faro de Cudillero —o Faru de Cuideiru, en bable—. En la llamada punta Roballera, a 75 metros de altura, se erige este edificio que surgió para modernizar el antiguo método que se usaba para guiar a los pescadores. No te asustes, la ruta es fácil: ascendiendo unas escaleras desde el paseo marítimo, y recorriendo un pequeño sendero después, llegarás en apenas 10 minutos.
Tras admirar el faro y su situación privilegiada, nos dirigiremos al puerto viejo, donde nos podremos deleitar con una vista de postal del pueblo y sus llamativas casas. Si os preguntáis el porqué de esta colorida estampa la explicación es simple: cada familia pintaba su vivienda y su bote del mismo color para que así la gente del pueblo les identificara rápidamente.
Después del puerto se puede visitar la plaza de la Marina —o anfiteatro—, disfrutando allí de un tentempié en una de sus terrazas. Eso si nos libramos del orbayu, ¡claro!, que es la lluvia típica asturiana que no moja, sino que empapa.
Una vez hayamos recargado las pilas, podremos adentrarnos aún más en el pueblo. Enseguida encontraremos otra plaza, la plaza de San Pedro, y su iglesia parroquial homónima. Ahora sí, si comenzamos a ascender las empinadas pendientes de las calles San Juan y Salsipuedes, nos daremos de bruces con el edificio más antiguo de Cudillero: la capilla del Humilladero, un pequeño edificio gótico datado en el siglo XIII.
Por el camino, resultará un placer entretenerse buscando curadillos colgando de las ventanas. Nos referimos a un tipo de pescado que se seca al sol; y que antiguamente era el plato de los más pobres. Sin embargo, con el tiempo el curadillo se convertiría en plato típico y, de paso, en toda una seña de identidad de Cudillero.
Cudillero desde las alturas: ruta de miradores
En este pequeño pueblo encontrarás nada más y nada menos que ocho miradores, gracias a los cuales podrás visitar la villa y adentrarte en sus calles de una manera diferente. Aunque el mirador de la Garita es el más popular debido a las extraordinarias vistas que nos ofrece del pueblo y su puerto, no es el único que merece la pena visitar. Tanto es así que existen rutas de miradores diseñadas para explotar al máximo las vistas que Cudillero nos ofrece.
Una de estas rutas es conocida como el Recorrido de la Espera, y consiste en un paseo por el pueblo, pasando por el mirador del Pico, el mirador del Contorno, el mirador del Baluarte y el mirador del Palación. La otra ruta que más fama atesora en el municipio es el Recorrido de los Barrios Pesqueros, que transita los miradores de Cimadevella y la Estrecha.
Si te animas con cualquiera de estos dos itinerarios, no dudes en consultar cuál se adapta más a ti en la oficina de turismo local (Puerto del Oeste s/n).
Mejores restaurantes para comer en Cudillero
Todos sabemos que en el norte se come bien, y Cudillero no podía ser menos. Sus ingredientes estrella, como podéis imaginar, son el pescado y el marisco. Pero esto no acaba aquí, también son típicas las fabes, el cachopo, y cómo no, los suculentos postres asturianos. A vuestra elección queda si preferís compartir tapas (con una buena sidra recién escanciada, por supuesto) o disfrutar de sabrosos platos individuales.
Dónde lo comemos también es importante. En la plaza de la Marina os toparéis con Casa Julio, un restaurante acogedor, netamente asturiano y famoso por sus parrilladas de marisco. Y si por el contrario os apetece algo más retirado, en la Atalaya —uno de los miradores de Cudillero—, encontraréis el mesón El Carbayu, donde es posible disfrutar de un menú completo asturiano con un cachopo que quita el hipo.
La playa del Silencio, una maravilla de Cudillero
Después de un buen manjar, no hay nada mejor que un baño. Fuera de la villa de Cudillero, pero dentro del municipio homónimo, hallarás la playa del Silencio, una playa virgen que tiene fama de ser una de las más bellas y peculiares del Cantábrico. Pero, ¿por qué se ha ganado este título tan singular? Link interno: playa del Silencio
Por un lado, su estructura en forma de ‘C’ cerrada, en parte debido a la abundancia de acantilados, han permitido que sus aguas gocen de gran tranquilidad. De este detalle, y del hecho de ser una playa poco concurrida, viene su nombre en castellano. Por otro lado, lejos de ser una playa convencional de arena, su orilla aparece repleta de guijarros bien pulidos; mientras que sus aguas, cristalinas a más no poder, se prestan a la práctica del esnórquel.
Acceder a esta playa no es complicado. Por la carretera que conduce a Castañeras, siguiendo las indicaciones se llega a un aparcamiento de pago habilitado. Una vez allí, tan sólo 10 o 15 minutos separan al visitante del silencio.