Sobre una colina en el valle de Lena, la iglesia de Santa Cristina emerge como un pequeño testigo de la historia menos conocida de Asturias. Este increíble templo prerrománico, Patrimonio de la Humanidad, está emparentado con Santa María del Naranco pero no se sabe bien ni quién mandó construirla ni por qué.
Historia
Los expertos han fechado la posible construcción de Santa Cristina de Lena en el año 852, pero no saben si se pudo levantar incluso antes. Al ser de estilo ramirense, tuvo que diseñarse durante el reinado de Ramiro I, entre los años 842 y 850, o un poco después. Pero lo que sí tienen claro es que esta iglesia situada en una colina y que domina todo el valle es un ejemplo único de prerrománico asturiano.
Lo curioso de este templo es que no se conserva ninguna documentación con datos fiables sobre la vida entre sus muros por lo que hay historiadores que creen que la primitiva fundación fue bajo la advocación de San Pedro y San Pablo de Felgueres ya que el nombre actual, Santa Cristina, hace referencia a una santa italiana que no era muy popular en la monarquía astur.
Tampoco está más claro por qué se construyó esta iglesia y de nuevo se especula si fue la iglesia de una fundación monástica que luego desapareció o si era la capilla de un complejo palaciego de la familia real astur, una de las teorías con más peso por una reja que se encuentra en el interior.
Los primeros datos que hablan de Santa Cristina de Lena son del siglo XVII, pero es un siglo más tarde, cuando uno de los escritores asturianos más importantes, Gaspar Melchor de Jovellanos, se enamora de ella y dibuja su fachada y sus tesoros.
Arquitectura
Santa Cristina de Lena es un poco diferente al resto de iglesias que se conservan de la época de la monarquía astur aunque consta de una única nave con cuatro salientes rectangulares en cada uno de los muros. El espacio está cubierto con bóvedas de cañón sobre arcos fajones y reforzado con contrafuertes exteriores.
Tanto la cabecera como el último tramo de la nave están más elevadas y se llega a ellos con un par de escalones laterales.
El pórtico y la tribuna regia están en consonancia con la estructura de otros templos prerrománicos asturianos, pero destaca, por encima de todo, la arquería transversal que actúa de iconostasio para delimitar un espacio destinado a oficiantes, que permanecerían en la zona más elevada dejando clara la distinción jerárquica de la sociedad de la época.
El iconostasio cuenta con cinco celosías originales a las que merece mucho la pena unos minutos de observación y disfrute.
En la galería de arcos ciegos de medio punto, que descansan sobre columnas adosadas, podemos ver tres medallones o clípeos en relieve donde se pueden ver siluetas de lo que parecen animales felinos. También se pueden ver en los muros jinetes cabalgando sujetando un lanza, un motivo bastante común de las iglesias ramirenses.
Información de visita
Esta iglesia se puede visitar con cita previa con la guardiana, que se llama Inés, y que es la que concierta el día y la hora para poder verla tranquilamente.
No hay citas en el mes de noviembre, que está cerrada todo el mes, ni tampoco los lunes. El resto del año, se puede visitar entre las once y la una y media por la mañana y de las cuatro y media a las seis y media de la tarde, sólo en la temporada de verano, que incluye desde el 1 de abril al 31 de octubre.