Taramundi es un concejo del Principado de Asturias, en la frontera con la ciudad gallega de Lugo. Su capital, que lleva el mismo nombre, es el punto de partida de idílicos paseos que seducen al viajero. Difícil resistirse a la magia de esta región bañada por ríos, entre sierras y valles. El constante murmullo del agua, y su ritmo sosegado, la convierten en un inmejorable destino para quienes anhelan dejar atrás el ruido y las prisas. Pero no es la naturaleza el único atractivo de esta tierra de molinos, cuchilleros y ferreiros. Su legado arquitectónico y cultural, sus museos, su artesanía y gastronomía, son alicientes añadidos para visitar la zona.
Hay mucho que ver en Taramundi. Pionero en el ámbito del turismo rural, este rincón asturiano hace las delicias de los senderistas con su variedad de rutas. Paisajes bucólicos, hórreos, iglesias, ingenios hidráulicos y un castro, de los más antiguos de Asturias, aguardan al caminante. La naturaleza y la cultura se dan la mano.
- Taramundi, una villa con historia
- El castro de Taramundi, viaje al pasado
- Os Teixos, una pequeña aldea con tesoro
- As Veigas, escenario de cuento
- Taramundi y el arte de la cuchillería
- Comer en Taramundi, recetas tradicionales
- Restaurantes en Taramundi, de mesa en mesa
Taramundi, una villa con historia
Un terreno montañoso rodea la villa de Taramundi, capital del concejo del mismo nombre. En este fantástico entorno natural llama la atención la iglesia de San Martín, con su esbelta torre, reedificada en el siglo XVIII. En el interior del templo, brillan cuatro retablos dorados y policromados, el principal del siglo XVI. Igual de interesantes son sus pinturas y esculturas. Tras la visita a la parroquia, es aconsejable dirigirse hacia La Rectoral. Se trata de la antigua casa del cura, convertida en uno de los primeros establecimientos rurales de España. Desde sus terrazas se contemplan las impresionantes vistas de un valle que enamora.
El castro de Taramundi, viaje al pasado
En los alrededores de la villa, el viajero inquieto no puede dejar de acercarse a un enclave de gran interés, el castro de Taramundi, uno de los más importantes del Principado de Asturias. Los hallazgos de sucesivas excavaciones revelan la existencia de un centro de población desde finales de la Edad del Bronce. Los restos de una muralla y de distintas edificaciones, entre ellas una sauna, trasladan a los siglos I y II, tiempos de ocupación romana. En esa época, el castro de Taramundi, en la zona de paso del río Eo, fue un centro comercial de gran influencia. En la actualidad, mantiene viva la memoria de un pasado de esplendor en la zona.
Os Teixos, una pequeña aldea con tesoro
A cuatro kilómetros de la capital del concejo, se encuentra la aldea de Os Teixos, sometida a una cuidada reconstrucción a partir de 1989. Cuando nos planteamos qué ver en Taramundi, no puede faltar en la agenda este pequeño y bucólico pueblecito que guarda un gran tesoro. Y es que en él se encuentra uno de los más antiguos conjuntos etnográficos de Asturias, una muestra de distintos ingenios hidráulicos que despierta el interés de niños y mayores.
El centro invita a observar el funcionamiento de diferentes mecanismos como el mazo, el molino, la rueda de afilar, el batán y una pequeña central eléctrica. Una experiencia que permite comprobar cómo en el pasado se utilizaba la fuerza del agua para trabajar el hierro y para otras actividades cotidianas.
As Veigas, escenario de cuento
Otra de las rutas más atractivas de la región es la que conduce a As Veigas, a ocho kilómetros de la villa de Taramundi. Situada en el centro de la Reserva de la Biosfera de Oscos-Eo, la aldea emerge al fondo de un valle al que se llega a través de una sinuosa carretera de montaña.
A los devotos de la novela El señor de los anillos, de Tolkien, no les costará establecer una comparación con la comarca de los hobbits. Esa región literaria representada cinematográficamente se recuerda continuamente al visitar todo el entorno de Taramundi. Pero la similitud se hace aún más evidente al llegar a este lugar encantador, un núcleo de turismo rural privilegiado. Sus paisajes boscosos y su río convierten As Veigas en el destino ideal para cultivar el silencio y la contemplación. El disfrute de actividades como la pesca, el piragüismo, las rutas a caballo o la recogida de setas, son otros de sus alicientes, así como su proximidad a la playa.
Cabazos de Taramundi, arquitectura agrícola
Estas construcciones tan características del Occidente Asturiano y de Galicia reflejan de una forma clara la dimensión agrícola del concejo de Taramundi. Y son uno de los elementos más particulares del patrimonio etnográfico de la zona. En su estructura y función los cabazos no difieren demasiado de los conocidos hórreos: edificaciones de forma rectangular que, por lo general, tienen las paredes de madera (al estilo Mondoñedo), levantadas sobre cuatro pilares y una plataforma de piedra. Suelen estar junto a las viviendas o en los terrenos de cultivo.
Su función es secar y almacenar las mazorcas de maíz tras la cosecha, además de otros cereales o verduras. En ellos los alimentos permanecen a salvo de parásitos, insectos o roedores. Aunque es cierto que varios de los que hay en Taramundi ahora se utilizan para otras funciones.
Mazonovo, el mayor conjunto de molinos
Este barrio de Taramundi es, más bien, una pequeña aldea que se encuentra a tan solo unos cientos de metros del casco histórico. Un conjunto de casas que alberga también un popular mesón-restaurante. Éste es ideal para disfrutar de los platos más característicos de la gastronomía comarcal y regional.
También está aquí el Museo de los Molinos de Mazonovo, con una interesante muestra de este tipo de construcciones anteriores a la época industrial y de cómo ayudaron a transformar y mejorar la forma de vida de los habitantes de la zona. Alberga nada menos que 19 molinos diferentes.
Taramundi y el arte de la cuchillería
El arte de la cuchillería es otra de las señas de identidad de la región. Taramundi es un importante enclave productor y comercializador de este producto artesanal. Difícil abandonar el concejo sin una de sus famosas navajas. Quien quiera conocer mejor los secretos del oficio debe encaminar la brújula hacia la aldea de Pardiñas, muy cerca de la villa capitalina. Allí se encuentra el museo de la Cuchillería Tradicional de Taramundi. Visitando sus instalaciones se accede a las claves de una tradición que viene de muy atrás y que cobró relevancia comercial a finales del siglo XIX. En el museo, que conserva piezas destacadas de navajas y cuchillos, se puede ver una demostración en directo de cómo se realiza una navaja artesanal.
Comer en Taramundi, recetas tradicionales
Los amantes de la buena mesa tienen un motivo más para optar por Taramundi como destino. La rica gastronomía y los productos artesanos son otro de los puntos fuertes de esta región asturiana. Destaca la elaboración casera, siguiendo recetas tradicionales transmitidas de generación en generación. La carne de ternera, las fabes y las truchas de sus muchos ríos, son platos característicos. También se puede optar por una degustación de embutidos o de quesos, ya sean de vaca o de cabra, en los que a veces se incorporan frutos secos, avellanas y nueces. Y, por supuesto, no puede faltar la rica sidra fermentada en los lagares locales.
Restaurantes en Taramundi, de mesa en mesa
Son muchas las casas de comida que se va encontrando el viajero en el camino. En la villa de Taramundi destacan restaurantes como Los Arándanos, que además de la buena mesa ofrece unas vistas espectaculares, en plena naturaleza. La comida del lugar destaca por sus toques creativos y ecológicos. Más típica, la sidrería Solleiro, construida en piedra, con un hórreo propio y una espectacular terraza. Es un buen lugar para acercarse a disfrutar de la cocina tradicional del concejo o, simplemente, a tomar una sidra contemplando el paisaje.
Ya fuera de la capital, en el conjunto etnográfico de Os Teixois, se encuentra el merendero de El Mazo, donde saborear deliciosos platos caseros a muy buen precio. En otro lugar idílico, Mazonovo, en la confluencia de los ríos Cabreira y Turía, se ubica el mesón Mazonovo, que comparte edificio con el interesante museo de los Molinos. En este lugar acogedor y rústico se pueden saborear sus truchas, fabes y postres caseros.