20 de mayo de 1888. En una Barcelona alegre y agitada por la Exposición Universal, estrenada en abril, las autoridades inauguran un monumento que, además de servir como acceso al recinto, será, simbólicamente, la puerta de entrada de la ciudad a la modernidad. El punto de partida de esa “ciudad de los prodigios” que, partiendo de una sociedad pobre y estancada, alcanzaría altas cotas de prosperidad en el siglo XX, como tan bien narró en su famosa novela el escritor Eduardo Mendoza. Todo eso representa el Arc de Triomf, obra del arquitecto Josep Vilaseca, un arco que lejos de conmemorar una victoria militar, como suelen hacer estas construcciones, es un monumento de carácter civil que celebra el progreso artístico, científico y económico del pueblo catalán.

La entrada a la Exposición Universal de 1888: clasicismo y modernidad

Situado en la confluencia del Paseo de San Juan con el Paseo de Lluís Companys, el Arc de Triomf se mantiene en el mismo lugar en el que fue abierto hace 131 años. Si bien, entonces, presidía el llamado Salón de Sant Joan, el camino que conducía hasta el recinto ferial de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, en el Parque de la Ciutadella. Se dice que el día de la inauguración, el arquitecto Josep Vilaseca estaba muy nervioso porque temía que, por un error de cálculo, la construcción se derrumbara cuando le retiraran los andamios. Para tranquilizarle, su amigo y también arquitecto Gaietà Buigas se colocó debajo del arco en el preciso momento de hacerlo. Afortunadamente, como hoy podemos comprobar, no pasó nada.

 

 

arc de triomf
Arc de Triomf

Como monumento de bienvenida y carta de presentación de la ciudad al mundo, el arco aúna clasicismo con un aire de lo que por aquel entonces era considerado moderno. Con 30 metros de altura, es un arco de proporciones clásicas, pero su estructura es de ladrillo rojo visto y está inspirado por el estilo neomudéjar, muy en boga en la época.  Sus frisos y elementos escultóricos, a cargo de los escultores Josep Reynés, Josep Llimona, Antoni Vilanova, Torquat Tasso, Manuel Fuxá y Pere Carbonell, también contribuyeron a convertirlo en un monumento innovador para finales del siglo XIX.

Arc de Triomf
Arc de Triomf

El friso principal representa a Barcelona, encarnada en una figura flanqueada por las diosas Cibeles y Palas Atenea, recibiendo a los 22 países participantes en la exposición. En el friso posterior, conocido como La Recompensa, Barcelona reparte premios a los ganadores. Ambos relieves están rematados por el escudo de la Corona Española, flanqueado por dos leones que soportan las columnas de Hércules. Los frisos laterales son representaciones alegóricas de la Agricultura, la Industria y el Comercio, a un lado; y las Ciencias y las Artes en el otro. El monumento está coronado en los laterales por las Famas, varias figuras aladas que simbolizan la gloria de la ciudad. Sobre el trazado del arco también se pueden descubrir los escudos de las 49 provincias de España, rematados por el escudo de armas de Barcelona.