Visitar Barcelona es dejarse sorprender por una corriente modernista tan poderosa que nos dejó centenares de valiosos ejemplos. Uno de ellos es la Casa Amatller, cuya fachada llena de simbolismo es solo la antesala a todos los secretos que guarda esta gran obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch en su interior.
Te contamos la historia de la familia que la mandó edificar, las características de esta vivienda y todo lo que hoy día ofrece al visitante. Sin duda, la Casa Amatller es una de las visitas obligadas cuando se viaja a Barcelona.
Historia de la Casa Amatller
El promotor de este precioso edificio fue Antoni Amatller, cuyo apellido estuvo vinculado a la industria del chocolate en Barcelona desde el siglo XVIII hasta el XX. Antoni, que heredó el negocio familiar a comienzos del siglo XIX, ya era la tercera generación. Aunque su padre y su tío comenzaron trabajando de forma artesanal, cuando él se incorporó ya eran otros tiempos. Los avances industriales, y unos márgenes de beneficios mayores forjaron una clase burguesa que viajaba, coleccionaba arte y podía permitirse ciertos caprichos.
Es particularmente curioso como Antoni Amatller modernizó la imagen de marca, y contrató a grandes artistas tan reconocidos como Alphonse Mucha o Paul Chocame-Morea para ilustrar sus carteles. Sin duda, algo había cambiado en la empresa familiar. Y lo hizo conservando la calidad y la esencia chocolatera, que demostró que no estaban reñidas con el empleo de técnicas de venta modernas.
Para entender el genio creativo que se movía por la ciudad condal hay que situarse en el clima efervescente del siglo XIX, con arquitectos tan importantes como Antoni Gaudí, Lluis Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch firmando proyectos sin parar. Entre sus obras en la denominada “Manzana de la Discordia” se pueden destacar la Casa Batlló, la Casa Lleó i Morera, y la Casa Amatller. En este artículo nos centraremos en esta última. La vivienda en sí misma no fue de nueva construcción, sino que Antoni Amatller adquirió un edificio del Paseo de Gracia en 1898 y contrató a Puig i Cadafalch para adaptarlo a su gusto.
La Casa Amatller, todo lo que puedes ver
La visita a la Casa Amatller hay que dividirla en dos partes: la fachada y su interior. Siempre que se pueda, es interesante contar con un experto en arquitectura que te cuente in situ todos los detalles y curiosidades. De momento, y para abrir boca, te contamos algunos datos de interés.
Comenzamos por la colorida fachada, donde Puig i Cadafalch mezcló varios estilos arquitectónicos como el gótico catalán y el románico para crear una imagen llena de fantasía y simbolismos. Si te sitúas de frente, verás que termina de una forma escalonada, algo inusual en España y que recuerda a la arquitectura medieval del norte de Europa. Parece ser que el principal motivo era que aquí se iba a situar el estudio de Antoni Amatller, gran aficionado a la fotografía. Debido al uso de productos químicos era aconsejable que esta estancia no estuviese pegada a los edificios colindantes.
Otros elementos que también destacan son la galería de la planta noble, y las ventanas rematadas con una compleja ornamentación escultórica de inspiración gótica. Hay que fijarse también en las esculturas, que representan las actividades del dueño de la casa, como la industria, el arte o el coleccionismo. Igualmente descubriréis los esgrafiados de ramas de almendro, que es el símbolo del apellido Amatller.
El interior de la Casa Amatller
Ahora pasamos al interior de este edificio. En la planta noble vivían Antoni Amatller y su hija Teresa, y el resto de la construcción se alquilaba. Cuando traspasas el umbral encuentras un amplio vestíbulo con una puerta acristalada, que hoy día lleva a la cafetería, y más allá hay un patio del que parte una bellísima escalera que conduce a la primera planta. Aquí hacía su vida la familia. Está decorada con originales muebles, muchos de ellos diseñados por el propio arquitecto, y otros por reconocidos artesanos.
Lo más interesante del interior son los detalles. En la chimenea, por ejemplo, se ha situado una princesa castellana y otra azteca, con las que se destaca la necesaria colaboración para el desarrollo del chocolate. Tampoco faltan nuevas comodidades, para aquellos tiempos, como un ascensor, un elevador para subir la comida desde la cocina o la electricidad.
Casa museo Amatller para amantes del arte
La arquitectura y el interiorismo se complementan en la Casa Amatller con piezas únicas que destacan la labor coleccionista de su dueño. En un recorrido se pueden descubrir numerosas obras de arte, muchas de ellas conseguidas con el asesoramiento de Monseñor Josep Gudiol i Cunil. Entre las mismas se pueden destacar: un retablo románico del siglo XII-XIII, una tabla hispano flamenca de Bartolomé Bermejo, un pintura de Ramón Casas, fotografías de Rogent, joyas de Lalique, bodegones barrocos y una colección de vidrio arqueológico de valor incalculable.
Estas piezas de vidrio arqueológico se exhiben mayoritariamente en la planta principal y podrían conformar por sí solas un museo. Las colecciones se han dividido entre: Caballero-Infante, arqueólogo que excavó Italica; Franz Merkens, el asesor de Amatller, y gracias al que compró objetos del imperio romano de Germania; Hakky-Bey, de un anticuario turco; Durighello, piezas fenicias y de Galilea; y Prats-Sedó, vidrios enviados por esta familia de coleccionista.
La Casa Amatller es la sede de la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico, fundada por Teresa Amatller en 1943. El objetivo de la misma es velar por la conservación de la vivienda y la investigación en Historia del Arte. No podría haber mejor ubicación que esta vivienda donde es posible realizar un viaje en el tiempo hasta el año 1900 envuelto en auténtico mobiliario y ambiente de la época.