“Hemos dado el título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá”, dijo en 1878 el director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, Elies Rogent, sobre un recién graduado Antoni Gaudí. El tiempo comenzaría a dictar sentencia cinco años después. En 1883, el joven arquitecto catalán recibe del corredor de bolsa Manuel Vicens el encargo de construir su residencia de veraneo en el barrio –por entonces aún municipio independiente- de Gràcia. Era su primera casa, su tarjeta de presentación, así que Gaudí vuelca toda su creatividad e inquietudes en el proyecto. El resultado fue la Casa Vicens, su primera obra maestra, pero una genialidad atípica, que descoloca a quienes van buscando las formas ondulantes, estructuras hiperboloides y mosaicos de trencadís que van ligados indisolublemente a la estética gaudiana. Aquí encontramos a un Gaudí aún joven y fascinado por el arte oriental y mozárabe, aunque al mismo tiempo prefigurador de tendencias que serán clave en su estilo de madurez, como la integración de la naturaleza en la ornamentación. Por todo ello la Casa Vicens, uno de los primero edificios modernistas en Europa, fue en 2005 la octava y última obra de Gaudí declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En 2017, tras 130 años de uso privado y una minuciosa restauración, el edificio abrió al público como casa-museo.
Un Gaudí orientalista con ramalazos naturalistas
Como muchos artistas de la segunda mitad del siglo XIX, Gaudí también cayó rendido ante el exotismo del arte oriental. La influencia se hace patente en múltiples elementos de la casa que recuerdan a la Alhambra como arabescos, artesonados de madera, mocárabes y fuentes, u otros de latitudes más lejanas, con estética japonesa e india. Al mismo tiempo, el artista comenzó aquí a utilizar la naturaleza como fuente de inspiración para el diseño: el ejemplo más claro está en los azulejos con clavellinas verdes de la fachada principal, para los que Gaudí se inspiró tras encontrar estas flores en el solar de la finca. Otro ejemplo claro está en la reja de hierro de la entrada, modelada con la forma de hojas de palma.
Breve recorrido por la Casa Vicens
La visita a la Casa Vicens recorre el jardín, una exposición permanente y las estancias originales obra de Gaudí, construidas entre 1883 y 1885. Cabe decir esto porque el edificio presenta una ampliación que fue realizada por el arquitecto, amigo de Gaudí, Joan Baptista Serra de Martínez en 1925; aunque lo hizo tan bien que mirando la fachada es casi imposible distinguir entre el original gaudiano y la ampliación.
En el hermoso jardín, que se ha visto reducido a lo largo del último siglo, vemos la inspiración naturalista del joven Gaudí, que diseñó un espacio poblado de flora mediterránea, con palmeras, magnolias, rosas y plantas trepadoras, algo que también haría más tarde en el Parque Güell. En una hornacina vemos la imagen de Santa Rita, que antes ocupó una pequeña capilla ya desaparecida, pero a la que cada 22 de mayo se sigue homenajeando con una misa, como es tradición en el barrio.
En la planta baja se ubican los espacios más relevantes, diseñados hasta el más mínimo detalle por Gaudí. La sala de fumadores es un espacio pensado para la relajación en el que destaca el increíble techo de mocárabes de yeso con forma de hojas de palmera y racimos de dátiles. El comedor, por su parte, está inundado en techo y paredes por una decoración de motivos vegetales, así como por 32 cuadros de Francesc Torrescassana, un pintor amigo de Gaudí. En la primera planta, ocupada por dos habitaciones, un baño y una sala de estar donde la familia Vicens desarrollaba su vida cotidiana, continúa la explosión de motivos vegetales: cañas, juncos y helechos en las paredes del dormitorio principal; pájaros volando y plantas trepadoras en una falsa cúpula de la sala de estar.
El segundo piso, antiguamente utilizado por el servicio doméstico, acoge una exposición permanente perfecta para asentar y contextualizar todo lo visto hasta el momento. Un recorrido interactivo y audiovisual por la evolución de la casa, desde su concepción y construcción hasta su reciente remodelación, a través de planos, videos y modelos tridimensionales. La planta también cuenta con un espacio para exposiciones temporales sobre el artista y su obra.
La cubierta de la Casa Vicens, aunque dista de la espectacularidad de otras posteriores como La Pedrera, también fue diseñada por Gaudí con la intención de crear un espacio bello y paseable en el que recrearse y mirar los alrededores. Vuelve aquí el influjo islámico en los sombreros de las chimeneas, revestidos de mosaicos cerámicos verdes y blancos, al igual que la pequeña cúpula que corona el edificio a modo de minarete.