El Castillo de Montjuïc (Castell de Montjuïc) corona la montaña que le da nombre. Una colina que supone una visita fundamental en Barcelona y que alberga algunos de los lugares más importantes de la historia reciente de la ciudad. Ante todo, el Estadio Olímpico y el Palau SantJordi, dos de las sedes más destacadas de los Juegos Olímpicos de 1992. Pero también está aquí el Palau Nacional de Montjuïc, sede del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) y su impresionante colección de obras.
En cuanto al castillo como tal, es una construcción cuyo aspecto se debe de la reforma realizada por el ingeniero militar Juan Martín Cermeño en la segunda mitad del siglo XVIII.
- Los orígenes del Castillo de Montjuïc
- El Castillo de Montjuïc y su episodio más negro
- Cómo es el Castillo de Montjuïc
- Un mirador hacia Barcelona
Los orígenes del Castillo de Montjuïc
El Castillo de Montjuïc tiene sus orígenes muchos siglos antes de esa reforma. De hecho, se sabe que aquí hubo un poblado íbero, asentado entre los siglos VII-VI antes de Cristo.
Por este emplazamiento pasaron también romanos, visigodos y musulmanes, hasta que en el siglo XI se construyó en la cumbre de la montaña un faro o torre de vigía. Ese es el verdadero origen del actual castillo. Éste empezó a edificarse en el siglo XVII, durante la llamada Guerra de los Segadores o Corpus de Sangre (1640). La estructura quedaría muy dañada durante la Batalla de Montjuïc (1641), en cuya reconstrucción se empleó a fondo el Consejo de Ciento y la Junta de Guerra de Barcelona.
Conquistado el fortín y la ciudad por el ejército de Felipe IV, en 1652, a finales de siglo se acometió una mejora del castillo por parte del ingeniero Lorenzo Tossi. Esto supuso la construcción de una ciudadela, tres baluartes defensivos y un frontal rectilíneo orientado hacia el mar (la muralla de marina).
Posteriormente, durante la Guerra de Sucesión (1701-1714) la fortaleza quedó completamente destruida. Ante esta situación, las autoridades militares decidieron la reconstrucción tanto del castillo como de la ciudadela, a cargo del citado ingeniero Cermeño.
El Castillo de Montjuïc y su episodio más negro
Uno de los capítulos más terribles de la historia del Castillo de Montjuïc fue su transformación en prisión militar durante el periodo franquista. Los muros de esta construcción fueron testigos del fusilamiento del presidente de la Generalitat, Lluis Companys, el 13 de agosto de 1940. También de varios oficiales y civiles que se habían mantenido fieles a la República.
En el foso de Santa Elena de esta construcción se levantó un monumento conmemorativo “a los Caídos”. Al tiempo, la fortaleza se convirtió en el escenario habitual de los llamados consejos de guerra. La situación se mantuvo así hasta 1960, cuando parte del castillo fue cedido a la ciudad a cambio de la apertura de un museo militar y el levantamiento de una estatua conmemorativa del dictador Franco.
La titularidad del Castillo de Montjuïc no fue devuelta por completo a la ciudad de Barcelona hasta el año 2007. A partir de ese momento se reformaron buena parte de las estancias y se desmanteló el museo militar. Hoy, este monumento está declarado como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat de Cataluña.
Cómo es el Castillo de Montjuïc
Así pues, el actual Castillo de Montjuïc corresponde en buena parte al proyecto de reconstrucción del siglo XVIII. Lo que hoy puede visitarse es:
- El puente de acceso y la fachada principal: el primero salva el foso de Santa Eulalia y en la segunda destaca el portal monumental, de estilo Neoclásico, presidido por el escudo de Carlos III de Borbón.
- Los baluartes: en total hay cuatro, cada uno con su propio nombre. A saber: de San Carlos, de Santa Amalia, de Velasco y de Lengua de Serpiente. Este último se llama así por su forma triangular y está situado en el punto más vulnerable del Castillo de Montjuïc.
- El patio de armas: cerrado por una galería de soportales en donde desembocaban las principales dependencias del castillo. Hoy cuatro de esas salas son las que albergan el Centro de Interpretación del Castillo de Montjuïc.
- La terraza y la torre de vigía: la primera es realmente la cubierta de los soportales que enmarcan el patio de armas. Las vistas desde aquí son soberbias. En cuanto a la torre, es la sucesora en el tiempo de aquel faro del siglo XI.
- La muralla de marina: se trata de un lienzo defensivo de 155 metros de longitud, que recorre el perímetro de lo que fue la primera fortaleza construida aquí. En el interior de esta muralla es donde estaban los calabozos.
- El foso: excavado en la reforma del siglo XVIII, se ajardinó durante la construcción del museo militar (siglo XX). Hoy alberga varios espacios de memoria a los fusilados durante la Guerra Civil (1936-1939) y el periodo de represión posterior.
- El hornabeque: se trata del conjunto de construcciones erigidas entre el primer y el segundo cinturón del castillo. Destaca el revellín, en el centro de este espacio y dentro del foso, concebido como elemento principal para la defensa de esta zona de la fortaleza.
- Las lunetas de mar y tierra: son dos baluartes exentos (no unidos al resto de la construcción), proyectados como avanzadilla para las tareas defensivas.
- El camino cubierto: que discurre paralelo al perímetro exterior del castillo y que permitía la circulación entre los diferentes elementos, a modo de parapeto.
Un mirador hacia Barcelona
Por su situación, junto a la línea de costa, y su altura (185 metros sobre el nivel del mar), la montaña de Montjuïc es uno de los mejores miradores de Barcelona. De hecho, la terraza del castillo es un punto panorámico excepcional: desde aquí se abarca toda la ciudad y su entorno. Desde la bella inmensidad del Mediterráneo hasta la Sierra de Collserola y el Tibidabo y, al otro lado, el aeropuerto. Por supuesto, desde aquí también se puede contemplar el puerto barcelonés y algunas de las construcciones más elevadas de la ciudad. Es el caso la Catedral, el templo de la Sagrada Familia, las torres del Puerto Olímpico o la Torre Agbar.
Sobre todo, al final de primavera, aprovechando el horario ampliado del Castillo de Montjuïc, este es uno de los mejores lugares de Barcelona para contemplar los espectaculares atardeceres con que regala esta ciudad.