La Catedral de Barcelona –oficialmente Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia- es un templo antiquísimo con una fachada relativamente moderna. En verdad, donde se asienta la actual catedral gótica hubo ya desde el siglo IV una catedral paleocristiana –cuyos restos pueden verse aún en el subsuelo y en el Museo de Historia de la Ciudad- que, tras el fuerte deterioro sufrido en la invasión del caudillo árabe Almanzor, en el siglo X, sería reemplazada por un nuevo templo románico. La construcción del actual templo gótico no comenzaría hasta el 1 de mayo de 1298 bajo el reinado de Jaime II de Aragón, prolongándose durante 150 años. Sin embargo, la fachada que el visitante puede apreciar desde la Pla de la Seu es mucho más reciente: fue a finales del siglo XIX, tras cuatro siglos inalterada, cuando con motivo de la Exposición Universal de 1888 el industrial catalán Manuel Girona i Agrafel sufraga los gastos para terminar una fachada proyectada en el siglo XV que nunca había llegado a realizarse. Así, el arquitecto Josep Oriol Mestres fue el encargado de construir el frontal neogótico, con sus dos pináculos laterales, mientras que Augusto Font Carreras puso la guinda al edificio con el cimborrio de 70 metros de altura, terminado en 1913.
- La cripta de Santa Eulalia y el claustro: siguiendo la cruel leyenda de la mártir
- Otros imprescindibles de la visita a la Catedral
- Museo Catedralicio
- El órgano de la catedral
- Las terrazas de la catedral
- Capilla del Santo Cristo de Lepanto
La cripta de Santa Eulalia y el claustro: siguiendo la cruel leyenda de la mártir
Dedicada a la Santa Cruz desde el año 599, la antigua catedral paleocristiana adquirió una segunda advocación en el año 877. Ese año la basílica recibió las reliquias de Santa Eulalia, patrona de la ciudad de Barcelona, que habían sido encontradas escondidas en la iglesia de Santa María del Mar. La fuerza de la leyenda de esta mártir cristiana de finales del siglo III explica los numerosos elementos de la catedral dedicados a ella: una puerta, vitrales, claves de bóveda, relieves, imágenes…La historia narra que los romanos aplicaron hasta 13 martirios a esta doncella, tantos como años tenía: desde encarcelarla y azotarla hasta torturarla en un potro, quemarle los pechos, arrojarla a una fosa de cal viva o a un corral lleno de pulgas. Es famoso el noveno tormento, que consistió en meterla desnuda dentro de un tonel lleno de vidrios rotos, clavos y cuchillos para lanzarla por un callejón empinado que desde entonces se llama Baixada de Santa Eulàlia. Finalmente, se la clavó en una cruz con forma de aspa que hoy es el emblema de la catedral.
Los restos de la santa reposan en la Cripta de Santa Eulalia, bajo el altar mayor, en un espectacular sarcófago gótico de alabastro obra de Lupo di Francesco en el que hay talladas escenas del martirio. En el bello jardín del claustro gótico, poblado de palmeras, magnolios y naranjos, hay un estanque por donde corretean trece ocas blancas en honor a Santa Eulalia, que tenía trece años cuando fue torturada. El claustro guarda otras muchas curiosidades invisibles al ojo no experto. Por el suelo podemos ver insignias que representan a gremios de mercaderes y artesanos, algunos de los cuales se ganaron el ser enterrados aquí por su apoyo financiero al proyecto catedralicio. En una esquina del patio, dicen que da buena suerte arrojar una moneda a una pequeña fuente con una imagen de San Jordi matando al dragón. En el surtidor central, que data del siglo XV, tiene lugar todos los años por la festividad del Corpus Christi el tradicional L’ou com balla, cuando se hace “bailar” un huevo colocándolo sobre el chorro de agua.
La otra advocación del templo catedralicio, la Santa Cruz, también se ve representada en el claustro en una serie de relieves sobre la leyenda del Árbol de la Santa Cruz, además de otros con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. También cabe decir que la escultura que corona el gran cimborrio de la catedral, del escultor Eduard Alentorn, representa a Santa Elena, madre del emperador Constantino, que según la leyenda fue quien encontró la Vera Cruz en el monte Calvario.
Otros imprescindibles de la visita a la Catedral
Las dimensiones y riqueza ornamental de este templo gótico hacen que uno pueda, si quiere, pasarse horas visitándolo. Por dar algunas cifras que ilustren su grandiosidad, la Catedral de Barcelona alberga alrededor de 40 capillas, decoradas con retablos góticos de célebres pintores catalanes como Guerau Gener o Bernat Martorell, 215 claves de bóveda y 200 gárgolas entre las que, además de demonios, podemos encontrar un elefante, un toro y un unicornio. El templo cuenta, además, con 21 campanas encabezadas por la rebelde Honorata, refundida en el siglo XIX después de que Felipe V la destruyera por haber repicado para anunciar -y alentar- el levantamiento de 1714.
Pese a lo inabarcable del conjunto, toda visita que se precie debe pasar por la Puerta de San Ivo, la más antigua y principal acceso a la catedral durante cinco siglos, donde una inscripción nos recuerda la fecha exacta de 1298 en la que comenzó a construirse el templo. Una vez dentro, no puede dejarse de ver el Altar Mayor, sostenido sobre dos capiteles del templo primitivo del siglo VI y presidido por la Exaltación de la Cruz rodeada por seis ángeles, del escultor Frederic Marès. Entre los elementos más valiosos del templo están el coro, con su sillería de madera tallada del siglo XV, los relieves de la vida de Santa Eulalia del trascoro, de estilo renacentista, y la capilla románica de Santa Lucía, del siglo XIII, que cuenta con una entrada exterior ya que se construyó como capilla del anexo palacio episcopal.
En la basílica también descansan los restos de diferentes personalidades reales, destacando los sepulcros del conde Ramón Berenguer I y su esposa, Almodis de la Marca, así como el cuerpo incorrupto de San Olegario, obispo de Barcelona en el siglo XII.
Nuestra última parada es en las terrazas, accesibles en ascensor desde la Capilla de los Santos Inocentes, que nos ofrecen un punto de vista diferente de los pináculos, el cimborrio y los tejados de la catedral, así como de los alrededores.
Museo Catedralicio
Situado en la galería norte del claustro, junto a la Capilla de Santa Lucía, también merece una breve visita el museo, antaño ocupado por un comedor de pobres. En su breve colección pictórica destacan el retablo gótico del siglo XV de San Bernardino y el Ángel Custodio, del pintor Jaume Huguet, y La Piedad de Bartolomé Bermejo. También alberga algunas reliquias como la pila bautismal de la antigua catedral románica y el mayor tesoro de la catedral: la Custodia, un sagrario de oro, plata y joyas que descansa sobre el trono del rey Martí I El Humano.
El órgano de la catedral
Construido entre los años 1537 y 1539, el órgano de la catedral de Barcelona posee una gran importancia artística, litúrgica e histórica. En su día la caja del órgano estaba cerrada con tapas decoradas con grisallas por el artista Pedro Pablo Serafín “el Griego”, que hoy se encuentran repartidas entre la sala de exposiciones de la iglesia de San Severo (Calle de San Severo, 9) y el Museo de la Sala Capitular, en el claustro de la catedral.
Después de someterse a una importante restauración desde 1985 a 1994, el órgano se pone a prueba muy a menudo en los conciertos que programan cada mes los tres organistas actuales de la catedral de Barcelona.
Las terrazas de la catedral
Desde las terrazas de la catedral de Barcelona, se divisa un panorama muy particular del casco histórico de Barcelona. En la actualidad se pueden visitar y es un plan muy recomendable para todo tipo de públicos, ya que se puede subir en ascensor. Desde aquí se puede sentir la majestuosidad de este edificio gótico y contemplar de cerca las dos torres-campanario, los pináculos laterales, el claustro y el cimborrio coronado por la Santa Cruz sostenida por la imagen de Santa Elena. Para subir a las terrazas, hay que adquirir una entrada que te permitirá ver, en 360 grados, todo Monjuic, el Barrio Gótico, la Barceloneta o la Sagrada Familia.
Capilla del Santo Cristo de Lepanto
Las leyendas se acumulan en torno al Santo Cristo de Lepanto, del siglo XVI, que se halla en la capilla del Santísimo, justo encima del sepulcro de San Olegario de la catedral de Barcelona. Una de las leyendas asegura que el Cristo estuvo presente en la batalla de Lepanto en 1571, precisamente en la nave capitana de Juan de Austria y que, gracias a su intercesión, los turcos no pudieron avanzar hacia Europa. Otra leyenda dice que el Santo Cristo esquivó una bala en plena batalla y que por eso tiene su cuerpo inclinado. Y una tercera leyenda cuenta que se encontraba en la bodega del barco y que colocó su cuerpo para tapar un agujero que hubiera hecho naufragar la embarcación.