de la Ciudad Condal, los barceloneses siguen mostrando un gran cariño al principal escenario de los Juegos del 92, un evento que transformó la capital catalana para siempre. En efecto, hablamos del mítico Estadio Olímpico de Barcelona (Estadi Olímpic, en catalán), y en este artículo queremos contaros su historia y ofreceros todos los datos básicos para que disfrutéis de vuestra visita.
La construcción del Estadio Olímpico de Barcelona
Si bien muchos conocen esta instalación deportiva a raíz de los Juegos Olímpicos de 1992, su historia se remonta en el tiempo más de seis décadas atrás, concretamente a 1927. Y es que, en realidad, el proyecto del estadio surgió con vistas a la Exposición Internacional de 1929, y, al igual que ocurriera con la Exposición Universal de 1888, cuando se le dio un “lavado de cara” a la zona del Parc de la Ciutadella, en esta ocasión los esfuerzos se centraron en acondicionar el sector de Montjuïc, que fue el escenario escogido para la gran cita. Además del Estadi Olímpic, también son fruto de aquel impulso arquitectónico y urbanístico la Fuente Mágica de Montjuïc, el Palacio Nacional (que acoge actualmente el Museo Nacional de Arte de Cataluña), el Pueblo Español o el Teatro Grec.
Pere Domènech i Roura (hijo del célebre arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner) fue quien dio las trazas del estadio, el cual se consideraba por aquel entonces el segundo más grande del mundo. Pese a la intención de que el complejo acogiera los Juegos Olímpicos de 1936, la coyuntura política en España impidió que Barcelona albergara el acontecimiento deportivo más relevante a nivel mundial; al menos en aquella ocasión, pues la ciudad pudo resarcirse 56 años después.
La segunda vida del Estadi Olímpic de Barcelona
El varapalo de las Olimpiadas de 1936 hizo que el estadio cayera en una especie de letargo del que solo saldría tras hacerse público que —al fin— en 1992 la Ciudad Condal iba a albergar sus ansiados juegos. Fue entonces cuando el equipo de arquitectos formado por Milà, Buxadé, Correa, Gregotti y Margarit se pusieron manos a la obra para reacondicionar la instalación y adaptarla a los requisitos de un evento de tal importancia.
En realidad, el Estadio Olímpico de Barcelona fue reinaugurado en 1989 (tres años antes de los Juegos), pues acogió la V Copa del Mundo de Atletismo. Según las crónicas, el día de la inauguración del citado campeonato el estadio tenía importantes goteras. Sin embargo, el 25 de julio de 1992, durante la ceremonia inaugural de las Olimpiadas, no falló ni el más mínimo detalle. Así, Barcelona se presentó ante los ojos del mundo como una ciudad moderna, con un espectáculo memorable que es recordado tanto por quienes se encontraban en las gradas del estadio como por los que siguieron la retrasmisión desde cualquier punto de la geografía española.
Si bien hubo muchas más sedes en aquellos Juegos del 92 (repartidas entre Barcelona y otros 15 municipios), lo que todo el mundo recuerda es el momento mágico en que el gigante Juan Antonio San Epifanio “Epi”, el penúltimo relevista de una larga serie, cedió la llama olímpica al arquero Antonio Rebollo, para que este, ante el impactante silencio de todo el estadio, lanzara la flecha de fuego que encendió el gran pebetero.
El Estadi Olímpic fue asimismo el escenario de la ceremonia de clausura de aquella cita —histórica para la población catalana— y albergó todas las pruebas de atletismo, tanto de las Olimpiadas como de los Juegos Paraolímpicos, que también tuvieron lugar en Barcelona.
El Estadio Olímpico Lluís Companys en la actualidad
Tras los Juegos del 92, el estadi ha seguido acogiendo eventos deportivos, como el Campeonato de Europa de Atletismo (en 2010) y el Campeonato del Mundo de Atletismo Junior (en 2012), al tiempo que el Real Club Deportivo Espanyol, el histórico rival del Futbol Club Barcelona, empleó sus instalaciones como sede desde 1997 hasta el 2009, año en el que los “pericos” se mudaron al moderno Estadio de Cornellà-El Prat.
Antes de ello, en 2001, el recinto cambió su nombre original por el de Estadio Olímpico Lluís Companys, una denominación que homenajea al antiguo presidente de la Generalitat de Cataluña, que fue fusilado a corta distancia del recinto, en el castillo de Montjuïc.
Por otro lado, el complejo, emplazado en la parte alta de Montjuïc, en cuyo entorno inmediato no hay zonas residenciales, se ha convertido en uno de los espacios predilectos de la ciudad para albergar conciertos. Así pues, por el mismo han pasado Bon Jovi, Bruce Springsteen y AC/DC, entre otros muchos artistas nacionales e internacionales.
En las inmediaciones del complejo, en lo que se conoce como Anella Olímpica, se encuentran también otros elementos icónicos del paisaje urbano barcelonés, como el Palau Sant Jordi —el espectacular recinto polideportivo diseñado por el arquitecto japonés Arata Isozaki para los Juegos del 92— o la Torre de Comunicaciones de Santiago Calatrava, que posee la plasticidad y el dinamismo típicos de las obras del valenciano, así como un sutil homenaje a Antoni Gaudí, pues en su base recurre a la técnica del trencadís.
Como ves, el Estadio Olímpico de Barcelona es uno de esos rincones mágicos que no debes pasar por alto en tu visita a la Ciudad Condal.