La Plaza de San JaimePlaça de Sant Jaume, en catalán—, ubicada en pleno Barrio Gótico, representa el centro político y social de Barcelona, por acoger dentro de su perímetro dos de los edificios institucionales más importantes de Cataluña: el Ayuntamiento de Barcelona y el Palacio de la Generalitat. Visitada diariamente por multitud de turistas, la plaza, por su situación céntrica, sirve como nexo de unión con otros espacios emblemáticos de la Ciudad Condal, como la Catedral, la Rambla, el Mercado de la Boquería, o el Born, por decir sólo algunos.

Además, su diáfana explanada sirve durante todo el año como recinto de numerosos eventos, entre los que destacan conciertos de las Fiestas de La Merced o de Santa Eulalia, el tradicional pesebre navideño, manifestaciones ciudadanas, o celebraciones de victorias futbolísticas. Por supuesto, en ella también se asiste habitualmente a la mítica imagen de los castells: torres humanas de varios pisos de altura con al menos doscientos años de historia, y reconocidos en 2006 por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El origen de la Plaza San Jaume

Resulta sorprendente descubrir que la misma función política que la Plaza de San Jaime lleva a cabo hoy en día, ya se daba hace más de dos mil años. Principalmente, porque los terrenos que hoy ocupan el Palau y el Ajuntament, son los mismos que en época romana albergaban el fórum o foro, centro político por excelencia de Barcino —nombre primigenio de Barcelona—. Es más, un vistazo al mapa del casco histórico barcelonés nos revela cómo la plaza se encuentra en el tradicional punto de encuentro del cardus maximus (actual calle de la Llibreteria y del Call) y el decumanus maximus (ahora calle de la Ciutat y del Bisbe), las principales vías de acceso al viejo campamento romano. Si bien casi la totalidad del material de aquella época se ha borrado, hoy en día todavía podemos asistir a los restos del templo de Augusto que presidía la zona. Se trata de cuatro columnas romanas alojadas en el nº 10 de la vecina calle Paradís, hoy reconvertido en filial del Museo de Historia de Barcelona (MUHBA).

 

 

Otra historia aparte es la de los nombres que esta plaza ha tenido. Su nombre actual procede de una antigua iglesia —Esglèsia de Sant Jaume— levantada en su explanada durante la Edad Media, y cuya demolición en 1823 a causa de un incendio dio lugar a la remodelación e inauguración de la plaza que hoy conocemos. Sin embargo, antes tuvo otras denominaciones, como Plaza de la Constitución, la primera de todas; o Plaza de la República, durante el breve período que duró la II República Española.

De cualquiera manera, lo que nadie puede poner en duda es el fuerte simbolismo catalán que esta plaza conserva desde tiempos inmemoriales. Por nombrar sólo algunos eventos históricos, en ella fue proclamado el Estado Catalán en 1931. También se recibió a Josep Tarradellas en 1977 tras su exilio. Y, cómo no, las multitudinarias celebraciones del Fútbol Club Barcelona nunca han faltado en esta plaza.

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Plaza de Sant Jaume

Los dos edificios más importantes de la plaza

Cómo ya adelantábamos, los principales protagonistas de esta plaza son, a día de hoy, los edificios del Ayuntamiento y del Palacio de la Generalitat de Cataluña.

El primero, también conocido como Casa de la Ciudad, es el que se encuentra más próximo al mar, y sus orígenes históricos han de buscarse en el Consejo de Ciento —institución de autogobierno municipal de Barcelona entre los siglos XIII y XVII—. Es por ello que su estructura data de 1369, a pesar de las numerosas remodelaciones posteriores que ha sufrido a lo largo de los siglos. Su fachada principal —la del reloj— es de estilo neoclásico, debido a la reforma recibida en 1847, durante la remodelación general de la plaza. Por el contrario, la fachada que da a la calle de la Ciudad, sí conserva afortunadamente su aspecto original, siendo un ejemplo fantástico del gótico barcelonés de aquella época.

Por su parte, el Palacio de la Generalitat, sede de la Presidencia de la Generalitat de Cataluña, también data del siglo XIV. Tanto es así que en la actualidad es considerado uno de los pocos edificios medievales en Europa que todavía se mantiene como sede del gobierno que lo mandó construir. Por él han desfilado los ciento veintiocho presidentes de Cataluña desde Berenguer de Cruïlles en 1359. Su fachada principal, de estilo renacentista, data de 1596 y en ella pueden rastrearse muchas similitudes con el Campidoglio de Roma, tomado como modelo durante su construcción.

A su vez, son resaltables las dos columnas de origen troyano que sostienen el balcón principal, traídas desde Tarragona en época medieval a fin de adornar el palacio. O la icónica escultura de San Jorge, colocada en 1872, y en la cual se observa al militar romano convertido en santo combatiendo a un temible dragón.

Actividades alrededor de la plaza

Finalmente, cabe destacar que una visita a la Plaza de San Jaime significa la visita inmediata de otros tantos espacios importantes de la Ciudad Condal. Su ubicación en pleno casco antiguo permite enlazar con barrios tan emblemáticos como el barrio judío de El Call, entre cuyas estrechas y tortuosas calles se esconde una de las sinagogas más antiguas de Europa, la Sinagoga Mayor.

De igual manera, la cercana Plaza del Rey, a menos de cinco minutos andando desde la Plaza de San Jaime, brinda la oportunidad de asistir a un impresionante yacimiento romano. 4000 metros cuadrados de restos arqueológicos que permiten al visitante respirar las calles de la Barcelona romana, acercarse a su antigua muralla, o entrar en una tintorería del siglo II d.C.

El Carrer del Bisbe, una de las legendarias calles que solapan el decumano romano, conecta la Plaza de San Jaime con la Catedral de Santa Eulalia de Barcelona, permitiendo asistir entre medias a un bello puente gótico muy representativo del barrio en el que se inscribe.