El floreciente pasado industrial de Tarrasa ha empañado durante un tiempo sus muchos atractivos turísticos y monumentales. Pero ahora la ciudad saca pecho y muestra con orgullo su fascinante patrimonio medieval y una interesante arquitectura modernista distribuida entre dos zonas geográficas que quedaron unidas a partir de 1904: Tarrasa y Sant Pere de Tarrasa. Así que hay mucho que ver en esta ciudad de la comarca del Vallés Occidental, situada a sólo 20 kilómetros de Barcelona.

Basta dar un simple paseo por el centro de Tarrasa para advertir la pujanza económica de un territorio que ha visto crecer joyas de la arquitectura catalana. Ahí están el edificio del Ayuntamiento, con su decoración neogótica; el vecino mercado de la Independencia, el imponente inmueble de la Sociedad General de Electricidad, el puente románico de Sant Pere o los numerosos edificios modernistas que fueron salpicando las principales vías de esta ciudad. Una urbe que fue uno de los grandes pilares de la economía catalana y de España.

Qué ver en Tarrasa

El edificio más sobresaliente y singular de Tarrasa es la torre del Palau, de 29 metros de altura y planta circular. Es el único vestigio que ha sobrevivido del castillo medieval que dio origen al municipio, aunque sus almenas y su ventanal gótico son de una época posterior. Y si hubiera que elegir un segundo atractivo turístico, podemos señalar la basílica del Sant Esperit, un interesante templo de principios del siglo XVII que hubo de ser restaurado tras los daños sufridos en la Guerra Civil.

Pero mejor vamos a trazar una pequeña ruta por el centro histórico de Tarrasa para no perdernos ninguno de los tesoros que esconde esta ciudad de 220.000 habitantes, la tercera más poblada de Cataluña. Nos situaremos en la recoleta y agradable plaça Vella para seguir nuestros pasos en dirección al carrer Cremá, una vía peatonal y comercial que desemboca en el Ayuntamiento, emblema modernista que proyectó Lluís Muncunill, un arquitecto muy célebre en la comarca que dejó su huella en numerosos edificios de Tarrasa.

Un poco más adelante, nos encontramos con el interesante Mercat de la Independència, construido en 1908, y más adelante con la Casa Alegre de Sagrera, una mansión señorial del siglo XVIII que perteneció a un importante empresario textil y que ha sido remozada como museo. Y ya en la rambla d’Egara, a la altura del número 270, nos toparemos con el Vapor Aymerich, Amat i Jover, que hoy ocupa el Museo de la Ciencia i de la Técnica de Catalunya.

La huella de Gaudí en la Masía Freixa

Otro de los edificios emblemáticos de Lluís Muncunill es la Masía Freixa, un edificio de 1909 en el que este arquitecto se dejó llevar por las innovaciones de Antoni Gaudí, especialmente en el uso del arco elíptico. Hoy este edificio está ocupado por el conservatorio municipal y está rodeado del Parque Público de Sant Jordi.

Hay que ir hacia el otro lado del torrente de Vallparadís para adentramos en el territorio de lo que un día fue el poblado de Egara, cuya diócesis puso en marcha la construcción de las célebres iglesias de Sant Pere de Tarrasa. Se trata de un conjunto, declarado monumento nacional, que está formado por tres templos: el de Sant Pere, el de Santa María y el de Sant Miquel, junto al vecino y espectacular Parc de Vallparadís. Las tres iglesias se encuentran en un recinto cerrado al que se accede a través de la plaza del Rector Homs, junto al puente de piedra que salva el torrente. Es un espacio muy espiritual, en el que se funden la piedra milenaria de los edificios seculares con tupidos jardines arbolados para dar sensación de sosiego y calma.

El templo de Santa María es el que conserva los restos más antiguos y el que hace la función de museo del conjunto, al acoger las pinturas, retablos y tallas artísticas de los tres. Merece la pena detenerse ante el retablo gótico de Sant Abdó i Sant Senén, patrones de los labriegos a los que popularmente se les conoce como Sant Nin y Sant Non. La iglesia de Sant Miquel, por su parte, tiene una cripta subterránea dedicada a Sant Celoni y es la única que conserva la primitiva construcción prerrománica. Y la de Sant Pere es la iglesia más tardía, aunque su ábside, conservado de alguna construcción anterior, pertenece al siglo X.

Parc de Vallparadís, el pulmón verde de Tarrasa

Sin embargo, la herencia medieval de Tarrasa hay que buscarla también en el castell-cartoixa de Vallparadís, transformado en Museo de Tarrasa. Se trata de un viejo castillo del siglo XII que se halla dentro del célebre Parc de Vallparadís, el gran pulmón verde de Tarrasa, con una extensión de 395.000 metros cuadrados. Este parque público está considerado el paraíso de los locales, ya que es un espacio ideal para todo tipo de actividades de ocio al aire libre. Se puede dar un paseo en barca por un pequeño lago que hay en su interior, hacer un recorrido en un tren de miniatura, disfrutar de juegos infantiles o simplemente pasear por sus senderos. El Parc de Vallparadís también acoge una gran piscina que está abierta en verano.

Otro de los paraísos naturales con que cuenta la ciudad es el Llac Petit de Tarrasa, un gran espacio que tiene como protagonista el pantano de Can Bogunyà. Está a las afueras de la ciudad y es ideal para practicar senderismo o dar caminatas en familia, porque los caminos no ofrecen ninguna dificultad. Es muy transitado por ciclistas, paseadores de perros y ciudadanos que quieren disfrutar de este espacio verde, al que se accede desde el conocido Parc Audiovisual, que tiene numerosos platós para realizar todo tipo de grabaciones de cine y televisión.

Y es que Tarrasa tiene otra singularidad: ha sido escenario de películas tan célebres como “Un monstruo viene a verme”, de Juan Antonio Bayona; “REC 4”, de Jaume Balagueró; “El fotógrafo de Mauthausen”, de Mar Targarona, o “Superlópez”, de Javier Ruiz Caldera, sin olvidar que aquí se ruedan el popular programa de televisión “Operación Triunfo”.  Un historial que ha hecho que Tarrasa forme parte de las Ciudades Creativas del Cine de la Unesco, un reconocimiento que sólo comparten 13 lugares del mundo, entre ellos Roma, Galway o Sidney.