En la Avenida Diagonal 211, junto a la Plaza de las Glòries, se alza con sus 145 metros y 34 pisos de altura un rascacielos que ya se ha convertido en un icono de la nueva Barcelona. Inaugurada en 2005, la Torre Agbar -oficialmente Torre Glòries- diseñada por el arquitecto francés Jean Nouvel levantó ampollas en sus inicios por su peculiar aspecto en forma de bala o de pepino, pero con el tiempo se ha ido ganado su lugar como elemento emblemático del skyline barcelonés. Y es que sus líneas curvas y ovoidales, que aspiran a establecer un diálogo silencioso con la Sagrada Familia de Gaudí y la montaña de Montserrat, representan al mismo tiempo la idea de una nueva Barcelona moderna, tecnológica y sostenible. Por su ubicación, la Torre Agbar es la puerta de entrada al distrito tecnológico 22@, que ha transformado 200 hectáreas del antiguo barrio industrial del Poblenou en una suerte de Silicon Valley barcelonés.
Un edificio ‘verde’ que se ilumina por la noche
La Torre Agbar está considerada como un ejemplo de arquitectura bioclimática, habiendo recibido de la Comisión Europea en 2011 el título de Edificio Verde por su eficiencia energética y su bajo nivel de emisiones de CO2. Una de las claves de su bajo consumo energético es la utilización de materiales ligeros que aprovechan el clima mediterráneo de Barcelona. Así, la torre está recubierta de 60.000 lamas de aluminio y de vidrio que, además, llevan incorporadas placas fotovoltaicas que acumulan energía solar para autoabastecer el edificio. Además, tanto la calefacción como la iluminación interior están reguladas de forma inteligente por un sistema informático que evita que las zonas desocupadas reciban calor y luz.
Por el día, el juego de diferentes colores, inclinaciones y grados de transparencia de las lamas de aluminio crean, con el reflejo del sol, hermosas escalas cromáticas que van cambiando según la hora o incluso la estación del año. Por la noche, 4.500 dispositivos led iluminan la torre con hermosas transiciones de hasta 16 millones de colores que van desde tonos cálidos en la base a fríos en las alturas.
Espectacular por fuera, ‘gafada’ por dentro
Pese a su flamante aspecto, la Torre Agbar no ha tenido tanta suerte en cuanto a su funcionalidad. Inaugurada en 2005 como sede corporativa del Grupo Agbar y espacio de oficinas de alquiler, los elevados precios y unas instalaciones poco prácticas hicieron que todas las empresas, incluida Agbar, acabaran marchándose. También influyeron los casos de lipoatrofia semicircular, también conocida como “enfermedad del edificio moderno”, diagnosticados entre los trabajadores. En años sucesivos surgieron nuevos proyectos para dar un nuevo uso a la torre: un hotel de gran lujo, su candidatura como sede de la Agencia Europea del Medicamento…pero todos fracasaron. Finalmente, la Torre Agbar recupero notoriedad y prestigio en 2018 con la instalación de la empresa Competence Call Center, subcontratada por Facebook para llevar su centro de control contra las fake news.
Como curiosidad: la Torre Agbar ha sido protagonista en dos ocasiones por haber sido escalada sin arnés por Alain Robert, conocido como el Spiderman francés. En la primera, en 2006, reivindicó su hazaña como “una acción a favor de la paz en Líbano”. Durante su carrera, este especialista ha subido a otros edificios emblemáticos como el puente Golden Gate de San Francisco, el Burj Khalifa de Dubai, la Torre Eiffel o la Ópera de Sydney.