Antoni Gaudí es mucho más que el Park Güell y la Sagrada Familia. Barcelona está llena de casas diseñadas por el arquitecto catalán, incluso algunas tan poco conocidas como la Torre de Bellesguard –oficialmente Casa Figueras-, oculta en la parte alta de Barcelona, en el alejado barrio de Sant Gervasi-La Bonanova al pie de la sierra de Collserola. Bellesguard -“bella mirada”- hace referencia a la fantástica vista del mar y el llano de Barcelona que ofrece este singular palacete, una joya gótico-modernista que Gaudí construyó entre 1900 y 1909, aún influenciado por su etapa neogótica. La finca donde se ubica la casa es un lugar lleno de historia: aquí hubo en el siglo XV un castillo que habitó el rey de Aragón Martín I “El Humano”, cuyos restos de murallas aún pueden apreciarse en los hermosos jardines. Bellesguard es, además, la única casa gaudiana que estuvo habitada hasta hace muy poco por sus propietarios privados. La familia Guilera vivió en ella desde 1944 hasta que la vendió en 2018 al grupo Catalana Occidente. Fue abierta por primera vez al público en 2013.

Breve historia de Bellesguard: hogar de reyes y de bandoleros

Los terrenos donde se asienta la Torre de Bellesguard, ricos en aguas subterráneas, han estado habitados desde hace dos milenios. En los alrededores se han encontrado restos de cerámica ibérica y romana que datan de los siglos II a.C. y I d.C., respectivamente. Pero la referencia histórica más importante, que sirvió a Gaudí de inspiración para el diseño de la casa, la encontramos a principios del siglo XV. En esta finca se levantaba entonces un castillo medieval rodeado de murallas que sirvió como residencia real entre 1408 y 1410, cuando fue habitado hasta su muerte por el rey Martín I “El Humano”, un rey así apodado por su amor a las humanidades, que sin duda debió apreciar las vistas y el aire puro de este enclave.  Fue entonces cuando el secretario del rey, el poeta Bernat Metge, bautizó el lugar como Bellesguard por la hermosa panorámica de Barcelona.

 

 

Tras la muerte del rey, el castillo caería en desgracia, y en sus ruinas se refugiaría ya en el siglo XVII el famoso bandolero Serrallonga, temor de los carruajes reales recaudadores de impuestos de la España de Felipe IV, que asaltaba con frecuencia. Tras su ejecución en la horca en 1634, su cuerpo sería descuartizado y los restos repartidos, a modo de escarmiento, por los lugares donde había actuado. Su figura ha quedado en la cultura popular como una suerte de Robin Hood catalán de los campesinos.

La Torre de Bellesguard gaudiana: un castillo gótico-modernista

Catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional desde 1969, la Torre Bellesguard es una casa modernista con la apariencia de un castillo gótico. Gaudí quiso rendir homenaje al castillo del rey Martí “El Humano”, por lo que la fachada fue construida con piedra de pizarra local –lo que le da  aspecto de fortaleza medieval-, luce alargados ventanales neogóticos y está coronada, como todo catillo que se precie, con una hilera de almenas. El tejado, aunque no es fácil apreciarlo, representa al dragón atravesado por la lanza de Sant Jordi, simbolizada esta última en el pináculo coronado por la característica cruz gaudiana de cuatro brazos.

El interior de la casa contrasta drásticamente con la fachada. El hermoso arco de la entrada –decorado con un hermoso mosaico pétreo de Domingo Sugrañes y una reja de hierro forjado- nos traslada a un luminoso patio andaluz interior que contrasta con la oscura solemnidad del exterior. La luz natural, las paredes blancas y los alegres mosaicos de cerámica son tónica general del interior de Bellesguard, cuya decoración también cuenta con detalles curiosos que hacen guiños a la ideología catalanista de Gaudí. La gran lámpara de hierro forjado es, en realidad, una corona al revés en homenaje al rey Martí I, el último de la dinastía del Casal de Barcelona. Tras morir en 1410 sin haber nombrado sucesor, ya que ninguno de sus cuatro hijos le sobrevivió, se abrió una lucha sucesoria que acabaría con la implantación de la dinastía castellana de los Trastámara en el reino de Aragón.

El edificio cuenta con cuatro plantas, pero los dos pisos intermedios han estado ocupados hasta hace muy poco por la vivienda de la familia Guilera, por lo que no se incluían en la visita. Sí puede subirse por las escaleras hasta el ático, un espacio a medio construir debido a que la familia Figueras, que encargó el proyecto a Gaudí, cortó el presupuesto al considerar que la casa estaba terminada en contra del deseo del artista. El amplio espacio fu concebido como sala de música, y desde aquí podemos salir a la azotea, desde la que contemplar la panorámica de Barcelona recortada contra el Mediterráneo que tanto admiró a Martí “El Humano”. En el sótano de la casa, que acogió las antiguas caballerizas, hoy se ubica una pequeña exposición sobre la historia de la casa y la tienda de souvenirs. El picaporte de la puerta de las caballerizas, en forma de fémur humano, tiene una curiosa explicación: es un homenaje de Gaudí a Serrallonga, ya que, según la leyenda, uno de los restos del bandolero fue emparedado en las ruinas del antiguo castillo, donde solía esconderse.

Se recomienda reservar la visita a la Torre de Bellesguard, ya que las visitas guiadas aceptan grupos de un máximo de 18 personas.

El legendario jardín de Bellesguard

Pasear por el hermoso jardín de la Torre de Bellesguard, donde quedan restos de la antigua muralla del castillo medieval, nos permite evocar los tiempos del rey Martí I. También en su época rodeaba el palacio un jardín que ha quedado en la cultura catalana como imagen del paraíso perdido de aquella época dorada, que llegó a su fin con la muerte sin descendencia del monarca.

“Bellesguard es alegre, verde y florido, florecido como una Pascua, verde como abril, para caballeros y damas, vírgenes y niños”. Los versos del poeta Jacinto Verdaguer, que inspiraron a Gaudí para el diseño del jardín, lo evocaban en su poema Oda a Barcelona recreando el tópico literario del locus amoenus. Y otro poema del escritor catalán, La Atlántida, que evoca el mito griego del dragón que protegía el jardín fabuloso de las Hespérides, seguramente también influyó en Gaudí para el diseño del tejado de la torre en forma de dragón.

Los elementos más destacados del jardín son el banco de la puerta de entrada y el banco circular dispuesto en torno a una fuente central, ambos decorados con mosaicos que simbolizan el ocaso de la dinastía del Casal de Barcelona.