Ubicada en la margen derecha de la cuenca del Parque Natural de Urdaibai, a los pies de la ladera sur del monte Ereñozar, la cueva de Santimamiñe se exhibe como un impresionante muestrario de arte paleolítico dentro de la provincia de Vizcaya. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, en sus paredes se conservan todavía hoy trazas negras con forma de animales y un impresionante panorama kárstico repleto de estalactitas y estalagmitas. No fue sino hasta hace cien años, sin embargo, que la curiosidad de un grupo de niños reveló la existencia de la gruta, objeto desde entonces de numerosas excavaciones de alto interés arqueológico. La cueva de Santimamiñe, inscrita en el municipio de Kortezubi, ofrece desde 2007 visitas guiadas a través de una recreación virtual en 3D para evitar la aceleración de su deterioro inevitable.
- La historia de la Cueva de Santimamiñe: un descubrimiento de película
- Un paseo en 3D por las entrañas del Paleolítico
La historia de la Cueva de Santimamiñe: un descubrimiento de película
Corría el invierno de 1916 cuando un grupo de niños, naturales del municipio vizcaíno de Kortezubi, descubrió en la roca del cercano monte Ereñozar una abertura de grandes proporciones. Sin saberlo, habían dado con una cueva prehistórica, oculta entre la espesa vegetación de aquellos montes durante más de catorce mil años. Meses más tarde, el compositor vitoriense Jesús Guridi, hospedado en uno de los balnearios locales, escuchó hablar al hijo del dueño acerca de este inocente hallazgo. Solo una segunda visita a la cueva, durante la cual se avistaron dibujos rupestres en su interior, confirmaría el impresionante descubrimiento. En cuestión de días, la Comisión de Monumentos de Vizcaya tomaría cartas en el asunto.
Este fue sólo uno de los muchos hallazgos de cuevas con arte rupestre que tuvieron lugar durante las dos primeras décadas del siglo XX, a consecuencia tal vez de la creciente normalización de la montaña como escenario de ocio y disfrute. La cueva de Santimamiñe fue, desde 1917, excavada con fines arqueológicos por personajes tan significativos como el francés Henri Breuil, pionero en el estudio del arte Paleolítico de las cavernas, o los arqueólogos vascos Telesforo de Aranzadi, José Miguel de Barandiarán y Enrique Eguren.
Sin embargo, en 2006 se clausuró la posibilidad de visitar la cueva, tal como se llevaba haciendo noventa años, debido al deterioro que la instalación de luz eléctrica y el trasiego de personas estaban ejerciendo sobre el conjunto. En total, se estima que han sido un millón los afortunados que han podido recorrer los rincones de este templo del arte Paleolítico desde que se descubriera hace ya más cien años.
Un paseo en 3D por las entrañas del Paleolítico
No todo son malas noticias. Dos años después del cierre de la cueva, la Diputación de Vizcaya abrió la posibilidad de volver a visitar los cuarenta primeros metros de la cueva. Los trescientos veinticinco restantes son explorables, durante hora y media, por medio de una recreación virtual en 3D instalada en la cercana Ermita de San Mamés, convertida en centro de interpretación para disfrute de los visitantes.
En esos primeros cuarenta metros que el visitante sí puede transitar a pie se encuentra la entrada a la cueva, situada a una altitud de 150 metros sobre el nivel del mar, y a continuación un vestíbulo iluminado por la luz exterior. En esta zona perviven restos arqueológicos que revelan la presencia de culturas que van desde la Magdaleniense, hace aproximadamente 14.000 años, hasta la romana. Pero si queremos ver las pinturas hay que avanzar un poco más, hasta la parte de la cueva conocido como santuario. Hasta aquí llegaron aquellos niños de 1916, que atisbaron sin comprender las figuras, pintadas al carbón unas e inscritas en la piedra otras, que conforman el mayor atractivo de la cueva. En total son casi medio centenar, siendo las más nítidas treinta y dos bisontes, siete cabras, seis caballos, un oso pardo y un ciervo. Estos restos rupestres conviven con un bellísimo escenario de formación cálcica compuesto por estalactitas y estalagmitas que, a veces, forman robustas columnas.
*Imágenes facilitadas por la Diputación Foral de Bizkaia