El Mercado de la Ribera, reconocido en 1990 por Guinness como el Mercado Municipal de Abastos más completo del mundo, se inscribe en el enclave de la ya desaparecida Plaza Vieja de Bilbao. Situado en la orilla derecha del Nervión, su ubicación céntrica le permite ser mirador de una historia de siglos. Las siete calles del Casco Viejo, colindantes al mercado, conservan su animado espíritu medieval; mientras que la cercana Estación de Achuri, o los palacios burgueses en la orilla opuesta, son un recordatorio del crecimiento industrial que experimentó la ciudad en el siglo XIX. El escritor Emiliano de Arriaga habló de esta plaza comercial en uno de sus relatos costumbristas como “un mercado bien surtido de cuanto apetecer pudiera el más refinado gastrónomo”. Estas palabras, escritas en referencia al antiguo mercado, —sustituido en 1929 por el que hoy conocemos—, lejos de haber perdido su valor son hoy más que nunca fiel reflejo de la realidad. Tradicionales puestos con amplísimos surtidos de carne, pescado, frutas y verduras, en su mayoría traídos directamente de caseríos cercanos, se codean con diez propuestas de gastrobar en un espacio en el que, gracias a una reciente iniciativa, diariamente se compra y se come a ritmo de jazz.

  1. Un breve vistazo a la historia del Mercado
  2. Un vistazo al interior del Mercado
  3. Qué productos se pueden encontrar: de lo fresco, lo mejor
  4. Zona gastronómica: bares y restaurantes en el Mercado
  5. Información para la visita: horarios y los mejores momentos

Un breve vistazo a la historia del Mercado

La historia del Mercado de la Ribera va mucho más allá de la fecha de construcción del actual edificio que lo acoge. Sus cimientos se asientan en un espacio que fue considerado, desde su origen medieval y hasta principios del siglo XX, centro neurálgico de Bilbao. Así lo atestiguan la vecina iglesia de San Antón, el antiguo Ayuntamiento de la villa con el que comparte plaza, o las casas de la Ribera que lo han acompañado desde siempre, incluso cuando el mercado se celebraba a cielo abierto. Otro testigo remoto del trasiego colorido de sus puestos ha sido la ría, sobre cuya orilla derecha yace el edificio actual como un buque varado. Salvan el cauce del Nervión los puentes de San Antón y de la Ribera, los cuales aterrizan a ambos flancos del mercado desde el barrio de Bilbao la Vieja.

Mercado de la Ribera
Mercado de la Ribera

Construido en 1929 en estilo racionalista y Art Decó por Pedro Ispizua, —arquitecto formado junto a Gaudí—, el proyecto vino a sustituir un antiguo inmueble que acusaba, a finales de los años veinte, insoportables niveles de calor, escasa ventilación y falta de espacio para nuevos puestos. A la inauguración acudió una comitiva del entonces gobierno de España, encabezada por Primo de Rivera, y según cuenta la hemeroteca fue tal la acogida que comerciantes y compradores les dieron que el general no dudó en comparar con júbilo al mercado bilbaíno con el nuevo de Valencia.

A pesar de su historia centenaria, la supervivencia de este mercado no siempre ha estado asegurada. La apertura de Mercabilbao en 1970 forzó la reconversión del recinto en mercado de barrio, y las devastadoras inundaciones de 1983 trajeron consigo una profunda remodelación de su edificio. No fue la única: la última tuvo lugar en el año 2010, cuando la empresa Labein hizo públicos los resultados de un estudio sobre la seguridad estructural del inmueble, según los cuales la utilización de arena de playa en el hormigón que lo sustentaba habría puesto en riesgo la seguridad del mismo.

Un vistazo al interior del Mercado

El edificio del Mercado muestra claras señas del estilo racionalista propio de la época en que se construyó. Basado en la funcionalidad por encima de todo lo demás, se asemeja internamente una fábrica, con grandes espacios abiertos sin columnas y una amplísima colección de vidrieras art-déco que llenan de luz su interior.

Acoge dentro de sus más de 10.000 metros cuadrados de superficie a cerca de 180 comercios, distribuidos, en función del género ofrecido, a lo largo y ancho de las tres plantas que componen el complejo. En la planta baja se pueden encontrar los puestos dedicados al sector de la pescadería; las carnicerías y similares los encontramos en la primera planta, y en la segunda los que venden frutas y verduras. Incluso es posible encontrar aún hoy una zona de venta de productos autóctonos traídos directamente de las pequeñas explotaciones agrícolas de Vizcaya, los caseríos.

Interior Mercado de la Ribera
Interior del mercado

Uno de sus grandes atractivos es que el Mercado continúa siendo un mercado de barrio, visitado cada día por los vecinos de los barrios colindantes de Casco Viejo y Bilbao la Vieja. Es habitual encontrar, tras las muestras de género, a aldeanos y aldeanas que al tiempo que atienden dan charla a quien se acerca.

Qué productos se pueden encontrar: de lo fresco, lo mejor

Los grandes protagonistas del Mercado de la Ribera son sus productos frescos, muchos de ellos con una calidad que difícilmente se podría encontrar en establecimientos similares de la ciudad. Entre ellos, destacan los pescados y mariscos y las carnes. De ingredientes de uno u otro tipo es de lo que hay en el Mercado de la Ribera una mayor cantidad de puestos.

No menos relevante es el capítulo de las frutas y verduras, a las que se unen los puestos de charcutería, aves y caza, panadería, encurtidos y conservas. Además, hay un puesto específico de congelados, otro de quesos nacionales e internacionales y uno más especializado en productos micológicos de todo tipo y variedad.

A todo ello se suma la zona gastronómica, de la que hablamos a continuación, con una amplia oferta de productos elaborados y cocinados, listos para consumir en el momento.

Puesto Mercado de La Ribera
Productos frescos del mercado

Zona gastronómica: bares y restaurantes en el Mercado

Recientemente, el Mercado de la Ribera ha dado una vuelta más de tuerca al concepto de mercado municipal que lleva tiempo cultivando. Para que su visita no se reduzca a la compra tradicional, alberga una zona de gastrobares con muy diferentes propuestas culinarias para el visitante. La Bodeguilla, por ejemplo, nos permite degustar delicias como las míticas Gildas —o pinchos de piparra— en más de treinta modos de preparación; mientras que el Torti-Ya, el Zubiburu o el Ibérico by Gu 2 nos deleitan con pinchos clásicos, croquetas y jamón ibérico, respectivamente. Si lo que nos apetece es una buena cerveza, el Arambari nos ofrece un surtido internacional de nivel. Brasserie la Ribera, especializado en carnes a la plancha, Amua by Zarate, con excelentes mariscos, y Mister Wok ayudan a completar esta curiosa zona gastronómica en la que para disfrutar sólo hacen falta dos cosas, tener hambre y saber decidirse.

Gildas
Gildas y productos variados de encurtidos

Por último, no podía faltar una mención a una de las últimas iniciativas incorporadas al Mercado. El Café-bar La Ribera, situado en la planta baja, cuenta con una preciosa terraza con vistas a la ría. Integrado por un comedor, una zona de bar, un espacio de lectura y un modesto escenario que diariamente acoge grupos de la escena jazz nacional e internacional, el local ofrece la posibilidad de cocinar los productos recién comprados en el Mercado de la Ribera.

Información para la visita: horarios y los mejores momentos

El Mercado de la Ribera abre de lunes a sábado con horarios diferentes. Así, mientras que los lunes se puede visitar este lugar solo de 8 a 14:30 horas, de martes a viernes abre sus puertas también en horario de tarde: de 17 a 20 horas. Por su parte, los sábados tiene un amplio horario de mañana: de 8 a 15 horas.

En días laborables el momento con mejor ambiente en el Mercado de la Ribera es a media mañana, cuando los puestos de venta de productos frescos y conservas están bastante concurridos. Si lo que se busca es disfrutar de su oferta en materia de restauración, entonces conviene acercarse aquí a última hora de la mañana, antes del almuerzo.

Pero el gran momento del Mercado de la Ribera, tanto para comprar productos como para probarlos in situ es el sábado, cuando casi todos sus pasillos y puestos están repletos de actividad y se respira un ambiente de lo más distendido y auténtico.